Juego peligroso de UCD en el Congreso de Diputados
Termina una semana de intensa actividad parlamentar¨ªa, al menos a nivel de traj¨ªn de convocatorias, sesiones, ?das y venidas de los ministros a una u otra C¨¢mara. Aparte del dictamen aprobatorio de los Presupuestos Generales del Estado para 1978, poco m¨¢s se ha sacado en limpio desde un punto de vista legislativo. Los indicios son que el Pleno prenavide?o que celebrar¨¢ el Congreso de los Diputados la semana pr¨®xima no va a servir para mucho m¨¢s. Presupuestos, para poder funcionar el a?o pr¨®ximo, y comp¨¢s de espera.El Gobierno exige que la tarea legislativa vaya al ritmo y por los cauces que ¨¦l marca. La iniciativa de la Oposici¨®n, mediante proposiciones de ley -Procedentes, sobre todo, de los socialistas y, en menor medida, de los comunistas-, es colapsada por el grupo parlamentario gubernamental, Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico.
Cuando UCD no cuenta con ganas, margen pol¨ªtico o tiempo f¨ªsico para abordar un tema, no vale que lo afronte alguno de los partidos de Oposici¨®n. La iniciativa legislativa, que corresponde reglamentariamente, junto al Gobierno, a los grupos parlamentarios, es una pura ficci¨®n si UCD no hace suyas las proposiciones de ley presentadas por las dem¨¢s fuerzas pol¨ªticas. El tr¨¢mite de la toma en consideraci¨®n de tales proposiciones de ley ha supuesto una dura criba para los prop¨®sitos, legislativos patrocinados especialmente por los socialistas.
En un solo d¨ªa, los votos de UCD pusieron el stop a dos intentos socialistas, respaldados por toda la izquierda, y de gran audiencia en el mundo del trabajo y en la opini¨®n p¨²blica en general: la regulaci¨®n de la acci¨®n sindical en la empresa y la abolici¨®n de la pena de muerte. No fueron los ¨²nicos. Quedaron tambi¨¦n en el alero temas de tanta importancia en el momento presente como el sometimiento de las fuerzas de orden p¨²blico a los tribunales ordinarios, la modificaci¨®n de la ley de Peligrosidad Social, la derogaci¨®n de las disposiciones franquistas contra el terrorismo. S¨®lo dos d¨ªas despu¨¦s, UCD insisti¨® en su estrategia. La derogaci¨®n de procedimientos administrativos especiales en materia de orden p¨²blico, la reforma de la ley de Secretos Oficiales y la modificaci¨®n del reglamento de la polic¨ªa gubernativa quedaron para mejor ocasi¨®n, o sea, para cuando quiera el Gobierno.
Estrategia reglamentaria, pero incoherente
Quede claro que la actitud del partido del Gobierno es no s¨®lo irreprochable reglamentariamente, sino v¨¢lida tambi¨¦n desde un punto de vista parlamentario, en cuanto se basa en el instrumento supremo de los votos. Mientras que los votos permitan a UCD controlar la iniciativa legislativa, nadie debe rasgarse las vestiduras democr¨¢ticas.
Lo que ocurre es que esta estrategia es en el terreno pol¨ªtico, de dudosa coherencia. Teniendo en cuenta la estructura de las C¨¢maras, y de modo especial la del Congreso de los Diputados, UCD est¨¢ condenada a dar bandazos constantes. Al no querer un amigo permanente, necesita de amigos pasajeros, de concepciones pol¨ªticas contrapuestas. En temas de orden p¨²blico, buenas costumbres y respeto a los grandes principios conservadores, UCD cuenta con Alianza Popular; en materias progresivas en el orden socioecon¨®mico, los votos socialistas y comunistas no suelen fallar; en temas neutros, con posibilidad de contrapartidas auton¨®micas, la amistad catalana o vasca, o ambas, pueden lograrse.
Esta estrategia delinea una pol¨ªtica legislativa posibilista y pragm¨¢tica con la que UCD va tirando, pero que conserva latente la enemistad de todos, propicia a convertirse en una derrota cuando lo que se ventila tiene alcance electoral. Esto es lo que ocurri¨® durante el debate de los Presupuestos: unos importantes miles de millones de pesetas en manos de los gobernadores civiles para 1978 suscitaron las sospechas generales y la Comisi¨®n de Presupuestos encauz¨® la partida hacia la Administraci¨®n local, cuya democratizaci¨®n est¨¢ a la vuelta de la esquina y sobre cuyas elecciones todos los partidos acarician esperanzas.
La actitud ucedista de ligar sucesivamente con todos, seg¨²n conveniencias de coyuntura, acredita y confirma la ausencia de ideolog¨ªa propia en el partido del Gobierno y, lo que es peor para UCD, cara al eJercicio, en un futuro quiz¨¢ pr¨®ximo, del voto de censura, coloca sobre la cabeza del Gobierno una espada de Damocles f¨¢cilmente desenvainable.
En cualquier caso, la pol¨ªtica de ir tirando comienza a tocar techo. Durante la pr¨®xima semana vamos a tener una nueva muestra de ella. Con un pa¨ªs convulsionado por la violencia de uno y otro signo, el Congreso de los Diputados celebrar¨¢ en los d¨ªas prenavide?os una sesi¨®n plenaria que, si ma?ana no decide lo contrario la junta de portavoces, va a estar divorciada de la realidad candente del momento.
Los sucesos de M¨¢laga, aplazados
Aparte de la ineludible aprobaci¨®n de los Presupuestos Generales Para 1978, seg¨²n la decisi¨®n adoptada por la junta de portavoces el pasado lunes, el Pleno que comenzar¨¢ los d¨ªas 22 y 23, va a obviar de hecho la iniciaci¨®n de las investigaciones parlamentarias sobre los sucesos de M¨¢laga, ya que entre el debate presupueslario y la designaci¨®n de la comisi¨®n de encuesta figura en el orden del d¨ªa un colch¨®n integrado por un paquete de interpelaciones, cuyo estudio har¨¢ imposible ocuparse de ning¨²n otro tema hasta el 10 de enero. Es decir, el criterio que prevaleci¨® en lajunta de portavoces -bajo la apariencia del rigor cronol¨®gico de llegada de los temas- fue el evasivo. Un criterio que permitir¨¢ a los se?ores diputados adentrarse en la problem¨¢tica, sin duda grave, de la exportaci¨®n del pepino fresco, mientras se deja para otro d¨ªa la muerte en la calle, de un tiro por la espalda, cuando ya este hecho se va quedando viejo por el proceso incesante de la cr¨®nica de sucesos pol¨ªticos.
En el fondo, lo que ocurre es que en la nueva democracia la pol¨ªtica sigue haci¨¦ndose en los despachos; los hemiciclos se sustituyen por las juntas de protavoces, y las comisiones -con luz y taqu¨ªgrafas- por las ponencias a puerta cerrada que lo dan todo guisado.
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