La Loter¨ªa reporta al Estado casi 10.000 millones en el sorteo de Navidad
Un suave canturreo, mon¨®tono y aburrido; unos n¨²meros que salen, como por arte de magia, de un bombo; unas cantidades de dinero que otro bombo se encarga de poner en manos de unos ni?os, y uno trozos de papel impresos en la F¨¢brica Nacional de Moneda y Timbre, que todos miramos ansiosamente a cada nueva estrofa de es canci¨®n sin fin, conforman ese extra?o mundo de ilusi¨®n econ¨®mica, de esperanza de que se realice el milagro de ser ricos de una vez, que tiene una fecha cada a?o: 22 de diciembre. Pero, detr¨¢s de la magia de un sorteo de Loter¨ªa, sobre todo el de Navidad, hay todo un mundo. Unas veces pintoresco, otras grotesco, pero siempre con grandes cantidades de dinero en juego y, lo que es m¨¢s importante, en movimiento desde los bolsillos de cada contribuyente a las arcas estatales.La Loter¨ªa, creada por Carlos III, a instancias de su ministro de Hacienda, se ha conceptuado desde sus principios, como un sistema, distinto de los impuestos -ya que la contribuci¨®n es absolutamente voluntaria-, para que el Estado recaude una fuerte cantidad de dinero con que hacer frente a sus gastos.
La emisi¨®n de 1977 alcanza las veinticinco series de 65.000 billetes cada una, es decir, 1.625.000 billetes. Si tenemos en cuenta que cada uno de ellos tiene un precio de 20.000 pesetas, nos encontramo con que el total recaudado este a?o -se ha vendido absolutamente. to do el papel- alcanza la cifra de 32.500 millones de pesetas.
Hay 10.149 premios por cada serie, es decir, un total de 253.725. A cada serie le corresponden 910 millones de pesetas. Sumando las veinticinco series emitidas, lo que va a repartir este sorteo de Navidad de la Loter¨ªa Nacional son 22.750 millones de pesetas, distribu¨ªdas pr¨¢cticamente, entre toda la poblac¨ª¨®n espa?ola. Dicho de otra forma, si, como en este caso, se venden todos los billetes emitidos, el Estado, a trav¨¦s de su Loter¨ªa, se embolsa 9.750 millones de pesetas de los que hay que descontar unos gastos que en ning¨²n momento pueden ser excesivamente eleva dos y que, incluso, en el Servicio Nacional de Loter¨ªas, no se han tomado la molestia de calcular.
El ?gordo?, lo importante
A pesar de que exista m¨¢s de un cuarto de mill¨®n de premios, el que atrae realmente la atenci¨®n de todos los jugadores es, sin duda, el primer premio, el llamado gordo o, como mucho, los tres premios mayores. Los restantes, para quien sea el agraciado, no vienen a ser m¨¢s que simples premios de consolaci¨®n. La raz¨®n est¨¢ en que para este sorteo especial y extraordinario -aunque cada a?o se repita y de extraordinario s¨®lo tenga casi, el nombre- los hombres del Ministerio de Hacienda que deciden c¨®mo habr¨¢ de ser, procuran ?engordar? todo lo posible el primer premio, aunque con ello los segundos premios queden m¨¢s disminuidos.
En el af¨¢n de calcular r¨¢pidamente lo que a uno le puede llegar a tocar si saca el gordo, el espa?ol ha tendido siempre a decir ?tantas pesetas por cada peseta que juegue?. Durante los ¨²ltimos a?os, el premio en pesetas por el gordo correspond¨ªa a 7.500 pesetas por peseta. Pero este a?o la cifra se ha visto aumentada considerablemente: si uno tiene la suerte de que le toque el gordo, le corresponder¨¢n 10.000 pesetas por cada una de las que haya apostado. Si es el segundo premio, ser¨¢n 5.000 por peseta; si el tercero, 2.500. Si llegamos ya al cuarto premio, lo que a uno le pueda tocar por cada peseta jugada no alcanza m¨¢s que a 750 pesetas. Y, si seguimos bajando, cada vez ser¨¢ menos lo que aljugador le pueda corresponder. El m¨ªnimo ser¨¢, claro, que le devuelvan a uno el dinero.
El n¨²mero m¨¢s bajo del gordo fue el 523, en el a?o 1828, mientras que el m¨¢s alto, el 59.536, sali¨® en 1969. Respecto a la cifra final del primer premio, el cinco se coloca en el primer lugar de la suerte, pues apareci¨® en 47 ocasiones, seguido del cuatro en veintitr¨¦s, el ocho en dieciocho y el tres en diecisiete. Por el contrario, el n¨²mero uno es el que menos veces ha coincidido con la terminaci¨®n del gordo, s¨®lo con seis apariciones, seguido del seis en si ete ocasiones.
D¨ªas antes del sorteo comienza ya un extra?o juego consistente en que todo el mundo, como por arte de magia, empieza a ofrecerle a su vecino, a su compa?ero de trabajo, a su amigo o, puede, a la primera persona que pasa por la calle, si quiere compartir con ¨¦l el n¨²mero que tiene para el sorteo. De esta forma comienza el pintoresco juego de los cambios de loter¨ªa -?yo te doy, t¨² me das?-, la divisi¨®n de los d¨¦cimos en multitud de participaciones e incluso las participaciones que te cuestan m¨¢s que el dinero que juegas, con unos fines m¨¢s o menos ben¨¦ficos o altruistas.
Hace ahora un siglo que el sal¨®n donde se celebraba el sorteo de Navidad se instal¨® en la ya derruida Casa de la Moneda de la plaza de Col¨®n, en Madrid. Cuentan que, por aquel entonces, la cola para poder entrar comenz¨® a formarse ocho d¨ªas antes. Y no faltaba, por supuesto, la picaresca de vender el sitio conseguido al que, m¨¢s pagara por ¨¦l. Todo fuera por saber antes que nadie los n¨²meros premiados que har¨ªan salir de la pobreza al agraciado.
Y hoy, 22 de diciembre, como cada a?o, se repite la historia: la suerte est¨¢ echada, cada cual tiene su n¨²mero de la esperanza y de la ilusi¨®n. Hoy esa ilusi¨®n desaparecer¨¢ o se convertir¨¢, gracias a la Loter¨ªa, en dinero contante y sonante. Todo depende de una sola palabra: suerte.
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