Socialismo, refomismo y revoluci¨®n
El estudio de Santos Juli¨¢ se incorpora a la lista de libros aparecidos en los ¨²ltimos a?os y que, de una u otra forma, denuncia el inter¨¦s suscitado entre los j¨®venes historiadores ante el fen¨®meno del socialismo espa?ol; m¨¢s concretamente, la historia total o sectorial del Partido Socialista Obrero Espa?ol. Cierto que cualquiera de estas aproximaciones, por encima de la voluntad de sus autores, encierra el riesgo, que debe evitarse, de facilitar una lectura actual de hechos del pasado; pero, aparte este peligro, el intento merece la pena. Reconstruir la historia del socialismo supone un mejor conocimiento de una de las corrientes principales del movimiento obrero espa?ol.Santos Juli¨¢ reduce su campo de observaci¨®n a un per¨ªodo cronol¨®gico muy breve y harto significativo: de 1935 a 1936; entre el octubre asturiano y la sublevaci¨®n militar de 1936; precisamente los meses en que m¨¢s aguda se hace la tensi¨®n en el seno del PSOE y de la UGT; entre los que creen la posibilidad revolucionaria (o la desean, es lo mismo) y los que preconizan la colaboraci¨®n con los partidos republicanos. Evidentemente, esta pol¨¦mica tiene nombres propios: los de Indalecio Prieto y Largo Caballero, junto con el de Luis Araquist¨¢in, figura a la que Juli¨¢ dedica especial atenci¨®n; apartado concreto en el que es indispensable mencionar los trabajos de Marta Bizcarrondo sobre el pensador socialista, su edici¨®n de El Leviat¨¢n, as¨ª como su muy reciente Octubre del 34: Reflexiones sobre una revoluci¨®n. Madrid, 1977.
La izquierda del PSOE (1935-1936)
Santos Juli¨¢. Siglo XXI de Espa?¨ª; Editores. Madrid, 1977.
No es la aportaci¨®n m¨¢s original de Juli¨¢ sus consideraciones sobre el pragmatismo de Prieto y el maximalismo de Largo Caballero; tampoco es su tema espec¨ªfico. Su objetivo es particularmente la llamada ?izquierda socialista? y su fracaso, basado, seg¨²n Juli¨¢, en que no pudo encontrar ?un terreno intermedio entre la defensa del Frente Popular y la revoluci¨®n?. Izquierda socialista que, cabalgando entre los problemas reales del pa¨ªs y la lucha por el poder y por el aparato dentro de su propio partido, m¨¢s o menos influenciada por el pensamiento ?araquistainista?, se vio reducida, fatalmente, a una ideolog¨ªa que fue su propia trampa: el reformismo radical, t¨¦rmino que emplea Juli¨¢ sin ninguna connotaci¨®n peyorativa.
Ahora bien, llegar a este punto ha supuesto un largo trayecto hist¨®rico: desde el culto al pablismo, pasando por los tiempos oscuros e inciertos de Primo de Rivera, hasta llegar al momento de las responsabilidades de Gobierno, compartidas, durante la Segunda Rep¨²blica. Trayectoria que hace crisis, a partir de 1933, cuando en el socialismo espa?ol se desarrollan con toda claridad dos procesos: uno, que afecta a la direcci¨®n sindical; y otro que concierne a la izquierda intelectual.
Esta izquierda intelectual, la izquierda socialista, que apoya la corriente largocaballerista, que impide el acceso de Prieto, a la Presidencia del Consejo y que redondear¨ªa la operaci¨®n comenzada con la sustituci¨®n de Alcal¨¢ Zamora por Manuel Aza?a, es la que durante el per¨ªodo estudiado materalizar¨¢ verbalmente su propuesta ideol¨®gica (que no coincide necesariamente con la del PSOE): ?Unidad org¨¢nica con los partidos marxistas y, hasta que ese mismo ideal no fuera posible, unidad de acci¨®n con los anarquistas? (p.139).
Pero, para Santos Juli¨¢, hay una separaci¨®n profunda entre lo que la izquierda socialista afirmaba o propon¨ªa y aquello que realmente pod¨ªa, estaba en condiciones de hacer. Aqu¨ª, el autor, incide en la ya vieja cuesti¨®n de los intelectuales y la revoluci¨®n; m¨¢s exactamente, la ausencia de pr¨¢ctica revolucionaria y organizativa en gran parte de teorizadores de la izquierda y, en consecuencia, ayunos de praxis. El debate va m¨¢s all¨¢ de la conocid¨ªsima pobreza del pensamiento marxista espa?ol. En el supuesto estudiado, para Santos Juli¨¢, la izquierda socialista no traspas¨® los l¨ªmites del puro verbalismo: ?Su decir pretend¨ªa ser v¨¢lido en s¨ª mismo, sin referencia ¨¢ la pr¨¢ctica. Se comprende perfectamente que no era un decir revolucionario? (p. 303).
En este punto, el autor traspasa una frontera dif¨ªcil que bordea a lo largo de todo su ensayo. De la observaci¨®n hist¨®rica, bien fundamentada, pasa al terreno m¨¢s ambiguo del juicio pol¨ªtico, casi moral y ¨¦tico. Escribe: ?En este sentido su responsabilidad pol¨ªtica (la de la izquierda socialista) fue inmensa. No porque no fueran otra cosa que reformistas, sino porque, si¨¦ndolo pretendieron pasar, en el mundo de la ideolog¨ªa, por revolucionarios? (p. 304).
Raramente los historiadores al uso trasponen este umbral; y, si lo hacen, escasamente se muestran tan rotundos. Muy posiblemente ¨¦sta sea la mejor virtud y tambi¨¦n la mayor servidumbre del libro de Santos Juli¨¢. Pasada esta frontera, todas las lecturas de su texto est¨¢n permitidas; incluso el debate hist¨®rico y la pol¨¦mica ideol¨®gica que este libro deber¨ªa suscitar. Y que, de entrada, deber¨ªa ampliarse cronol¨®gicamente: a los a?os anteriores a 1934 y tambi¨¦n a los que ocup¨® el desarrollo de la guerra civil (que de tan gran inter¨¦s son para la profundizaci¨®n del debate socialista); ampliaci¨®n que, por otra parte, deber¨ªa incluir a la gran corriente anarquista y al incipiente comunismo de aquel entonces. Con este bagaje previo, el texto de Santos Juli¨¢ es motivo y pretexto oportuno para la discusi¨®n abierta que necesita el socialismo hist¨®rico espa?ol.
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