El eurocomunismo y Francia
?Por qu¨¦ ha renunciado el PCF a participar en el coloquio sobre, el eurocomunismo que acaba de reunir, en Lugano, a politic¨®logos alemanes, franceses, italianos y suizos, con los representantes de los partidos hermanos? Hab¨ªa sido invitado lo mismo que el PCI, que envi¨® al senador Lombardo-Radice, miembro del Comit¨¦ Central; lo mismo que el PCE, que se hizo representar por Manuel Azc¨¢rate, miembro del Comit¨¦ Ejecutivo, responsable de las ralaciones internacionales, director de la revista te¨®rica del partido. Volveremos a referirnos a esta ausencia, que ha sorprendido a todo el mundo.Dos d¨ªas de debate han puesto de manifiesto que el eurocomunismo sigue siendo un concepto vago. Corresponde a cierta voluntad de independencia respecto a la URSS y de adhesi¨®n al pluralismo pol¨ªtico de Occidente. Pero esta tendencia general se manifiesta con formas y graduaciones muy desiguales. Los espa?oles van mucho m¨¢s lejos que sus colegas en este camino. Consideran que ?el Estado sovi¨¦tico no es un Estado socialista, sino un Estado burocr¨¢tico autoritario, donde unos pocos dominan alas masas de trabajadores?. Los italianos no toman una postura oficial a este respecto. Algunos estiman que la URSS es una ?sociedad de transici¨®n?, otros que es ?un socialismo de Estado?. Como es sabido, en la reuni¨®n celebrada en Madrid, en marzo de 1977, Georges Marchais afirm¨®, por su parte, que ?en Mosc¨² hay una cierta democracia socialista?. Claude Poperen, miembro del Comit¨¦ Central del PCIF, declaraba el 8 de noviembre pasado, ante los micr¨®fonos de Europa I, que la Uni¨®n Sovi¨¦tica, no era una dictadura.
Las intervenciones de Manuel Azc¨¢rate revistieron particular inter¨¦s en el plano de la teor¨ªa marxista, que gobierna toda la evoluci¨®n de los partidos dominados por una ideolog¨ªa que tienden a confundir con una ciencia. Azc¨¢rate, con audacia y originalidad, describi¨® el futuro Estado socialista democr¨¢tico como un ?Estado sin ideolog¨ªa y como un Estado donde habr¨ªan de coexistir dos sectores econ¨®micos, uno de los cuales fundado en la iniciativa privada ?cuyo valor ha sido demostrado por la experiencia en las sociedades desarrolladas?. En torno a estas palabras se percibe un esfuerzo real de profundizaci¨®n doctrinal, que sigue siendo mucho m¨¢s limitado en el comunismo italiano y mucho m¨¢s a¨²n en el franc¨¦s.
No obstante, el senador Lombardo Radice ha subrayado con insistencia que el PCI no se considera el ¨²nico representante de una clase obrera que se expresa tambi¨¦n a trav¨¦s de otros partidos. Afirm¨® que este pluralismo era normal, lo que constituye una innovaci¨®n de capital importancia en relaci¨®n con la ortodoxia marxista. En una discusi¨®n con uno de sus camaradas del PCF -este punto constituy¨® su ¨²nico desacuerdo importante-, el comunista franc¨¦s no admit¨ªa que el partido socialista pudiera tener tambi¨¦n su base obrera. En cambio, el delegado del PCE dijo, m¨¢s o menos, lo mismo que el del PCI, pero en fonna diferente, explicando que miles y miles de trabajadores est¨¢n, de hecho, integrados en el Estado democr¨¢tico occidental.
Los espa?oles destacaron en relaci¨®n con otra cuesti¨®n esencial. El profesor Timmerman hab¨ªa subrayado que hay un pluralismo escondido en el seno de los partidos comunistas, incluso en los m¨¢s monol¨ªticos. Varios asistentes recordaron la diversidad relativa del PCI, pero s¨®lo Manuel Azc¨¢rate puso en claro el problema de la transformaci¨®n de la estructura del partido, necesana para que ¨¦ste se adapte a una sociedad democr¨¢tica. Se?al¨® que el pr¨®ximo congreso del PCE emprender¨¢ una verdadera democratizaci¨®n interior de, la organizaci¨®n. Todo ello no hace m¨¢s que poner de manifiesto un poco m¨¢s evidentemente la rigidez del PCF, que la campa?a antisocialista ha hecho reaparecer ante los ojos de todos, tras algunas t¨ªmidas, tentativas de suavizaci¨®n.
En ¨²ltimo an¨¢lilis, los debates de Lugano han arrojado alguna luz sobre el tema de la defecci¨®n del Partido Comunista franc¨¦s y sobre l¨¢decisi¨®n de romper la uni¨®n de la izquierda el 23 de septiembre de 1977. Han mostrado que el eurocomunismo constituye probablemente una evoluci¨®n a largo plazo en la que est¨¢n envueltos todos los partidos de Occidente. Esta evoluci¨®n los alejar¨¢ m¨¢s m¨¢s de las dictaduras de tipo sovi¨¦tico. Los integrar¨¢ m¨¢s y m¨¢s en la democracia pluralista. El proceso parece ine ludible. Pero se desarrollar¨¢ de manera lenta y no est¨¢ m¨¢s que en sus balbuceos. S¨®lo el Partido Comunista espa?ol ha avanzado un poco m¨¢s en este largo camino. No ha resuelto a¨²n todos los problemas y s¨®lo comienza a ex presar el uno o el otro en sus t¨¦rminos exactos. El PCI le sigue muy a la zaga: no ha ido a¨²n mucho m¨¢s all¨¢ de los an¨¢lisis de Gramsci. En cuanto al PCF, est¨¢ nada m¨¢s que al comienzo del camino. Tras haber dado algunos pasos hacia adelante, con el impulso del programa com¨²n, ha regresado al punto de partida.
La uni¨®n de la izquierda le confrontaba con problemas para cuya soluci¨®n, e incluso para cuyo planteamiento, le faltaban los medios. El menos adelantado en el camino del eurocomunismo se ha encontrado en una situaci¨®n que va mucho m¨¢s all¨¢ que aquella a la que han de hacer frente sus colegas m¨¢s avanzados. Estos no han resuelto m¨¢s que problemas de gesti¨®n en una sociedad occidental cuya transformaci¨®n radical no pueden a¨²n proyectar. El PCE tiene por objetivo reafirmar un r¨¦gimen democr¨¢tico tras cuarenta a?os de dictadura. El PCI ha de evitar que se ahogue en la anarqu¨ªa aquello que contribuy¨® a establecer en 1945. Todo esto no requiere m¨¢s que las alianzas del centro con las uniones nacionales que un Partido Comunista puede realizar en su sector e ideolog¨ªa actual. El PCE va m¨¢s avanzado, tambi¨¦n en este aspecto, en relaci¨®n con las tareas que la historia le ha confiado en la actualidad.
El Partido Comunista franc¨¦s, en cambio, va muy a la zaga. Marcado a¨²n por medio siglo de ortodoxia y de stalinismo, fue conducido por la uni¨®n de la izquierda y el programa com¨²n hasta la entrada en la primera fase de construcci¨®n de un socialismo democr¨¢tico, es decir, a abordar el meollo del eurocomunismo. Ninguno de sus hom¨®logos est¨¢ dispuesto a hacerlo, y el PCF menos a¨²n. No se trata s¨®lo de su poco peso en una mayor¨ªa de izquierda que le hubiera confinado a una situaci¨®n marginal, sino tambi¨¦n del enorme dilema entre sus opciones ideol¨®gicas y la realidad que hubiera abordado en ese caso. El partido socialista est¨¢ mejor dispuesto, a pesar de la debilidad de sus propios an¨¢lisis, porque es consustancial a la democracia pluralista y la vive desde dentro.
Si el PCF hubiera asistido al coloquio de Lugano, esta situaci¨®n se hubiera puesto claramente de manifiesto por la confrontaci¨®n de sus an¨¢lisis con los de sus colegas espa?ol e italiano. As¨ª se hubiera comprendido que la ruptura del programa com¨²n es una decisi¨®n motivada por una raz¨®n profunda y que los comunistas franceses la tomaron con todo conocimiento de causa. No pod¨ªan aceptar esta doble revelaci¨®n que hubiera puesto en entredicho todas sus explicaciones oficiales. Pero no han podido evitar que la revelaci¨®n se haya filtrado a trav¨¦s de su ausencia y de las manifestaciones de sus partidos hermanos.
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