Los quebrantos de Televisi¨®n
Esta tarde en el Congreso, bajo los focos de Televisi¨®n, la izquierda de la C¨¢mara se ha dedicado a latigar a Televisi¨®n Espa?ola propiamente dicha, que, por su parte, ha tenido una ocasi¨®n de oro para filmar en vivo una retah¨ªla de su9 quebrantos. Ambiente elegante en los salones, diputadas consortes con vis¨®n, perfume de Chanel en los pasillos y aires de minu¨¦ social en el bar con un lleno de reentr¨¦ de invierno y ese estado de felicidad que se estabiliza en una fiesta pol¨ªtica despu¨¦s de las vacaciones.Con ocasi¨®n de una pedrea monetaria correspondiente a Televisi¨®n, en forma de cr¨¦dito extraordinario, el PSOE y el Partido Comunista han pasado parte de la tarde sac¨¢ndole los forros a este famoso organismo. A la hora de explicar su abstenci¨®n han arrancado, como siempre, desde atr¨¢s, desde los fondos de la dictadura. Javier Pons, Andr¨¦ti Abell¨®, Tamames y Baldomero Lozano han venido a decir la, misma cosa: bordeando la putrefacci¨®n general ellos parec¨ªan hablar con la nariz tapada sin atreverse a entrar directamente en la teor¨ªa de los pufos con nombres y apellidos. Con esa delicadeza de la gente educada han optado por abstenerse para no ser responsables de la mala administraci¨®n de un instrumento que todav¨ªa est¨¢ al servicio del Gobierno.
Lo de siempre. La izquierda ataca por el lado de la filosof¨ªa. Y la derecha, en este caso la UCD, responde con el procedimiento, con las triqui?uelas del programa de mano. Y as¨ª un debate entre los or¨ªgenes del mal y el casuismo, entre unos moralistas y otros confesores resabiados se ha enquistado en el hemiciclo. Frente a la corrupci¨®n gen¨¦rica, la falta de pruebas concretas; frente al ataque directo, el despeje fuera de banda. En el fondo todo el mundo est¨¢ de acuerdo en que Televisi¨®n Espa?ola es un pozo insondable, un gran vientre lleno de tenias al que hay que echar de nuevo m¨¢s de 5.000 millones de pesetas para remediarle moment¨¢neamente la voracidad. Pero sucede que la izquierda se lava las manos.
Algunos oradores se han apeado de la moral abstracta, de la manipulaci¨®n pol¨ªtica, y han bajado al espacio de la cartelera. Andr¨¦u Abell¨® ha aludido a la violencia de los telefilmes, Tamames se ha referido a los navajazos castizos de Curro Jim¨¦nez y Baldomero Lozano, en suerte de varas, ha pica do muy bien ese bodrio titulado 625 l¨ªneas por el que sus responsables cobran un surtido de millones con la escusa de relatar las tonter¨ªas o explicar una lecci¨®n de masoquismo con que Televisi¨®n amenaza a los espectadores cada semana.
Con una guarnici¨®n de verdades cantadas y unos apoyos musicales dodecaf¨®nicos de pufos y manejos, la sesi¨®n ha llegado al descanso con la convicci¨®n de que unos diputados hab¨ªan salvado el honor y otros hab¨ªan conseguido la pasta. Pero el asunto tiene bastante herida a la opini¨®n, hasta el punto que una puya ir¨®nica de Baldomero Lozano ha levantado aplausos en la tribuna p¨²blica.
Luego, al cambiar de tema, la sesi¨®n se ha venido abajo. El se?or Carro, de Alianza Popular, iba a interpelar al Gobierno sobre la crisis de la industria gallega, el hemiciclo se ha desflecado entonces entre murmullos de aburrimiento y la parroquia ha aprovechado la ocasi¨®n de volver al bar para seguir hablando de los sucesos de Pamplona.
Esta tarde la fiesta estaba en los pasillos. Pilar Brabo destapaba el asunto de la Universidad de Alcal¨¢. En el orden del d¨ªa estaba la cuesti¨®n de la pena de muerte. Pero, ya digo, la fiesta estaba en los salones repletos, con un clima de c¨®ctel de moda, sonrisas versallescas, fabricadas para. las reuniones de alta sociedad. Bueno, despu¨¦s de todo ya nos hemos enterado del problema: que la televisi¨®n es mala y que est¨¢ demasiado bien pagada. Todo eso en una sesi¨®n amable, lo que se dice de amor y lujo.
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