La confusi¨®n, denominador com¨²n frente a la crisis
El pacto de la Moncloa ha sido, finalmente, el aut¨¦ntico. protagonista de la VIII Semana Econ¨®mica Internacional del Grupo Mundo, clausurada ayer en Barcelona. Aunque criticado por todos, la coincidencia resultante se?ala la necesidad de su estricto cumplimiento por parte de todas las fuerzas sociales. En la ¨²ltima jornada, Marcelino Camacho y Rafael Termes pusieron el mayor ¨¦nfasis en recalcar que el pacto constitu¨ªa el ¨²nico medio de superar la crisis. Quedaban atr¨¢s las acusaciones de Tamames, asegurando que la banca privada pretend¨ªa boicotearlo.
Lo cierto es que, a lo largo de cinco jornadas, se han discutido casi todos los temas posibles, menos el planteado en el enunciado inicial: crisis pol¨ªtica, crisis econ¨®mica, crisis empresarial, sobre cuya existencia nadie ha puesto la menor duda. Las discrepancias han derivado de las acusaciones rec¨ªprocas, y sobre todo de las conductas respectivas para salir del atolladero. Hay que decir tambi¨¦n que, salvo honrosas y contadas excepciones, el tono ha sido bajo y la mayor¨ªa de los ponentes han evidenciado una lamentable y preocupante falta de imaginaci¨®n, con especial menci¨®n de patronal y centrales sindicales, cuyos representantes se han limitado a reiterar los eternos t¨®picos, rehusando decidirse abiertamente y obsesionados permanentemente por sus ansias electoralistas y fobias antigubernamentales.Uno de los juicios m¨¢s sensatos de los vertidos en la semana fue el expresado ayer, en la jornada de clausura, por el democristiano Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez, cuando se refiri¨® a la confusi¨®n reinante, derivada de la ambig¨¹edad y escasa claridad de la mayor parte de los planteamientos. Insisti¨® tambi¨¦n en la necesidad de entablar un di¨¢logo sincero entre todas las fuerzas, especialmente las integradas en el proceso productivo, para sacar al pa¨ªs de la crisis en que se encuentra. Crisis que, por otra parte, tardar¨¢ en ser superada m¨¢s de los dos a?os anunciados, en el mejor de los casos, seg¨²n estimaci¨®n un¨¢nime.
En realidad, y como se?al¨® Sebasti¨¢n Auger en sus palabras al cierre de los debates, la confusi¨®n denunciada por el pol¨ªtico democristiano hac¨ªa pr¨¢cticamente imposible la delimitaci¨®n de conclusiones; si es que la confusi¨®n no constitu¨ªa una conclusi¨®n en s¨ª misma.
Como aportaciones de la Semana pueden destacarse algunas intervenciones al margen del tono de ambig¨¹edad imperante. Tono que los organizadores lamentaron -en privado- profundamente y se?alaron como posible causa del escaso inter¨¦s y nula participaci¨®n de los asistentes a la Semana en los debates. Antonio Garrigues Walker aport¨® su tesis de que las derechas est¨¢n en condiciones de plantear una alternativa al modelo econ¨®mico imperante, a trav¨¦s de una revoluci¨®n cultural de signo liberal, que no necesariamente debe llevar el marchamo de los partidos de izquierda. Ram¨®n Tamames, por el contrario, expuso su creencia de que es el marxismo el m¨¢s capacitado para ofertar esa alternativa -cuya necesidad nadie ha puesto en duda-, en buena medida porque recoge todos los elementos b¨¢sicos del liberalismo y constituye una superaci¨®n de los esquemas capitalistas. Por cierto que nadie desminti¨® a Garrigues cuando destac¨® la absoluta coincidencia existente a su juicio, entre los planteamientos de eurocomunismo, socialdemocracia y socialismo.
La aportaci¨®n m¨¢s brillante en el plano de la realidad espa?ola fue la de Miguel Boyer, que present¨® una alternativa socialista perfectamente estructurada al modelo de crecimiento espa?ol, actualmente en crisis, incorporando el concepto de empresa gestionada y delimitando los campos de actuaci¨®n de los sectores privado y p¨²blico en el contexto econ¨®mico. El comunista Tamames tambi¨¦n razon¨® su creencia de que la econom¨ªa espa?ola se desliza por la pendiente final de un ciclo largo, coincidiendo con todos en que las recetas cl¨¢sicas del capitalismo no solventar¨¢n los problemas que Espa?a tiene planteados. Ambos, aunque m¨¢s directamente Boyer, criticaron el liberalismo econ¨®mico de Fuentes Quintana, calificado de inoportuno y falto de sentido com¨²n. Tambi¨¦n en el plano concreto destac¨® la pol¨¦mica entre Rafael Termes y Ram¨®n Tamames sobre un supuesto boicot de la banca privada al pacto de la Moncloa; desgraciadamente, ambos no tuvieron oportunidad de coincidier en una misma sesi¨®n. Fabian Estap¨¦, por su parte, denunci¨® -incidiendo en el tema- la huelga inversora de los empresarios, se?alando los peligros que comporta para su propia supervivencia y para el futuro del conjunto de la sociedad espa?ola.
Las cr¨ªticas al Gobierno arreciaron en dos sentidos: la aplicaci¨®n de los pactos de la Moncloa y su comportamiento en temas laborales y sindicales, especialmente por parte de las centrales sindicales en este ¨²ltimo aspecto. Los empresarios acusaron una vez m¨¢s de izquierdismo al Gobierno y pidieron se introduzca el modelo econ¨®mico de libre empresa en el texto de la futura Constituci¨®n espa?ola. Los representantes de centrales y partidos de izquierda expusieron la necesidad de que el mayor costo que la crisis comporta para la clase trabajadora sea compensado por una mayor participaci¨®n de las clases populares en la decisi¨®n pol¨ªtica, social y econ¨®mica, sin excluir el ¨¢mbito empresarial.
En la ¨²ltima sesi¨®n intervinieron Xavier Casasas (SOC), Jer¨®nimo Saavedra (UGT), Manuel Zaguirre (USO), Jer¨®nimo Lorente (CSUT), Marcelino Camacho (CCOO), Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez (ID), Rafael Termes (ASOBAN), Fabi¨¦n Estap¨¦ (CCOO), Alfredo Molinas (FTN) y Eugenio Peggio (PCI).
De la muy reducida participaci¨®n extranjera, Levinson se mostr¨® en su l¨ªnea habitual, marcadamente combativo frente al eurocomunismo, en tanto que el responsable de temas econ¨®micos del Partido Comunista Italiano, Peggio, apareci¨® sumido en un mar de contradicciones en un ataque-defensa del pacto social. De las alternativas ausentes, Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico no compareci¨® por deseo expreso de la organizaci¨®n; Alianza Popular, por negativa rotunda de su secretario general, Manuel Fraga, y la Confederaci¨®n Nacional del Trabajo (CNT), por entender que la Semana era profundamente antidemocr¨¢tica, en base a que los derechos de inscripci¨®n estaban cifrados en 50.000 pesetas.
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