La hermana del "Che" denuncia: 20.000 presos y 30.000 "desaparecidos", en Argentina
?Celia: hoy me he ba?ado. Hac¨ªa un a?o que no pod¨ªa ba?arme. Pas¨¦ mucho fr¨ªo.? Estas son las frases de una de las ¨²ltimas cartas que Celia Guevara de la Serria recibi¨® de su hermano peque?o, Juan Mart¨ªn, desde la prisi¨®n argentina de Sierra Chica.Celia Guevara de la Serna, apasionada, pero con la pasi¨®n apagada, quiz¨¢, por la decepci¨®n, o por la lucha, ha llegado ahora a Espa?a para levantar la voz en apoyo de los 20.000 presos que se encuentran en las c¨¢rceles argentinas; para levantar la voz por hechos, no por conocidos menos graves: 30.000 desaparecidos se cuentan ya, seg¨²n la Comisi¨®n de los Derechos Humanos de Argentina, y 20.000 presos que malviven en unas condiciones lamentables.
?Uno de los casos es mi hermano. Juan Mart¨ªn, un trabajador normal, repartidor de quesos. Fue detenido en Rosario el 29 de febrero de 1975 sin que sobre ¨¦l pesara cargo alguno. Desde entonces, no se le ha llamado a declarar, aunque es cierto que el fiscal pide doce a?os de prisi¨®n. Pero nunca se sabe. El proceso puede darse por no finalizado porque la justicia y el derecho han sido aniquilados en mi pa¨ªs. Juan Mart¨ªn fue detenido y enviado al penal de Buenos Aires. All¨ª protagoniz¨® una huelga de hambre durante una serie de d¨ªas que acabaron produci¨¦ndole una hepatitis. Hepatitis que, dicho sea de paso, nunca le fue tratada. A partir de ese momento, fue trasladado a una serie de prisiones, cada cual peor. Incluso estuvo en el Sur, en una especie de campo de concentraci¨®n, en confinamiento solitario, aislado, sin posible comunicaci¨®n con nadie, encerrado en una celda sin colch¨®n y sin mantas, hasta que le atac¨® un reumatismo artritoidel irreversible. ?
Celia Guevara no tiene ni odio en sus palabras. Tiene el dulce dejo argentino te?ido de un cierto color amargo. Juan Mart¨ªn Guevara, detenido por su apellido, bajo acusaci¨®n de asociaci¨®n ?l¨ªcita y tenencia de armas, sufre nuevos traslados.
?No es el caso de mi hermano s¨®lo. Esa podr¨ªa ser la an¨¦cdota. Lo importante es que ahora hay 20.000 argentinos en prisi¨®n porque piensan de forma distinta que el Gobierno. Es dram¨¢tico. Hay prisiones aisladas en zonas donde s¨®lo hay hoteles. Visitar a los detenidos es econ¨®micamente imposible. Y cuando Reg¨¢s all¨¢, una reja o un vidrio se interpone y s¨®lo puedes hablar por un micr¨®fono. Ya cuando trasladaron a Mart¨ªn a La Plata yo pude visitarlo algo m¨¢s. Pero me aconsejaron que no lo hiciera; que no frecuentara mucho la prisi¨®n, si no quer¨ªa sufrir yo misma las consecuencias. Juan Mart¨ªn recorri¨® as¨ª prisiones y prisiones. ?
Cuenta de torturas y de violaciones. Cuenta el r¨¦gimen alimenticio continuo: ?Un bollo de pan, fideos y un poco de mate. Y as¨ª un d¨ªa y otro. En el mejor de los casos tienen derecho a un libro por mes de la biblioteca. ? Y cuenta que alguien escribe a sus familiares hasta dos veces por d¨ªa para poder contarle un libro entero. ?Pero si se le lleva alg¨²n libro, ese mes ya no tiene derecho al de la biblioteca. ?
Celia ha trabajado con los presos. Fue entonces cuando la triple A lanz¨® su amenaza de muerte. ?Si alguien sufr¨ªa da?o por mi culpa -comenta- me matar¨ªan.? Mientras tanto, hay m¨¢s traslados y Juan Mart¨ªn est¨¢ solo, porque s¨®lo la familia directa puede visitar a los presos. Y no tiene ya en Argentina familia directa. Yo sal¨ª del pa¨ªs en agosto de 1976, cuando la triple A allan¨® mi casa. Se llevaron todo, todo, absolutamente todo. Me fui a Cuba, y ahora vengo a Espa?a. Entre otras cosas a buscar abogado. Porque all¨ª ya no hay abogados libres. Los que podr¨ªan tener alg¨²n, inter¨¦s pol¨ªtico han sido asesinados o han desaparecido todos. ?
Y nos cuenta el ¨²ltimo y m¨¢s dram¨¢tico caso: veinti¨²n familiares de presos pol¨ªticos quisieron visitar la c¨¢rcel. Como tem¨ªan alg¨²n tipo de represalia, se hicieron acompa?ar por unas monjas francesas. Resultado: han desaparecido todos. Todos. El propio presidente franc¨¦s, Giscard d'Estaing, ha pedido explicaciones por v¨ªa diplom¨¢tica.
Y el Che, que est¨¢ flotando en esta conversaci¨®n, no acaba de surgir, como si Celia quisiera no desviar el inter¨¦s por el otro hermano.
-?C¨®mo ha influido en cada uno de ustedes la vida y la muerte de Ernesto?
-No s¨¦. Creo que en cada uno de nosotros ha influido de forma distinta. Es todo un proceso que mamamos de nuestra madre. Despu¨¦s, cada uno seguimos caminos diferentes. Si lo que quiere es que compare a Juan Mart¨ªn con Ernesto, creo que no hay un punto com¨²n. Precisamente Mart¨ªn es el ¨²nico de todos nosotros que no es profesional, que siempre quiso ser obrero y que lo fue. Es un sindicalista nato, con una especial sensibilidad hacia el sufrimiento de los dem¨¢s. No s¨¦ qu¨¦ dec¨ªrle, pero hablemos claro: Ernesto fue un caso excepcional; de todas formas, cada persona tiene un valor en si mismo, sin que haya que hacer comparaciones.
Habla de Ernesto, al que nunca llama Che, con pasi¨®n. Pero renuncia a ello constantemente, como si ella tuviera una m¨ªsi¨®n clara que cumplir; y sin rodeos. ?Por Ernesto ya nada podemos hacer -dice- as¨ª que ocup¨¦monos de los presos pol¨ªticos en Argentina. En ellos debe pensar el mundo libre. ?
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