Wolf, Bruckner, Pendercki y Szimanowsky
Wolff Ferrari se hizo famoso gracias a una ¨®pera: El secreto de Susana. En ella vuelve por los fueros antiguos del g¨¦nero bufo con gran agilidad y feliz invenci¨®n mel¨®dica. El profesor ?ngel Beria¨ªn ha tra¨ªdo a los programas de la Nacional (en lugar del anteriormente previsto Strauss en alguno de sus lieder y fragmentos dram¨¢ticos) el Concierto para como ingl¨¦s y orquesta. Pieza bien trazada, de evidente lucimiento para el protagonista y clara textura en la orquesta, adolece de esa gracia neobarroca que quien fuera director del Conservatorio Benedetto Marcello imprimi¨® a la mayor¨ªa de sus pentagramas, m¨¢s que retardatarios, nost¨¢lgicos de una Venecia que fue. El triunfo de Beria¨ªn fue rotundo, y su labor fue la de un aut¨¦ntico concertista por dominio t¨¦cnico y refinamiento de estilo.Con Wolff figuraba en programa la Quinta sinfon¨ªa de Ant¨®n Bruckner, hora y cuarto de m¨²sica a base de ideas cortas generosamente desarrolladas. Como siempre, en Bruckner llama la atenci¨®n la calidad de la invenci¨®n sinf¨®nica y, a veces, asoma una inspiraci¨®n de alto vuelo, como es el caso del tiempo lento. El austr¨ªaco Theodor Guschlbauer, con excelente competencia y criterio de gran m¨²sico, sac¨® el m¨¢ximo partido de los ensayos habituales de la ONE (tan escasos para empe?os brucknerianos como los de la mayor¨ªa de las orquestas europeas).
El director Andrzej Markowski, siguiendo la l¨ªnea habitual de todos los int¨¦rpretes de su pa¨ªs, que debiera servir de ejemplo, program¨® dos obras importantes en la historia de la m¨²sica de Polonia. De una, parte, De natura Sonoris I, un refinado y eficiente ejercicio orquestal sin otros fines que la pura objetividad sonora. Lo suficiente para que el talento y la sabidur¨ªa de Penderecki evidenciara una capacidad creativa y una extraordinaria fuerza de comunicaci¨®n. La versi¨®n de Markowski y la Sinf¨®nica de RTVE fue no s¨®lo rigurosa, sino dotada de la m¨¢xima potencia comunicativa.
El tercer polaco fue Karol Szimanowsky, el mes¨ªas de la m¨²sica contempor¨¢nea en su pa¨ªs, seg¨²n escribe Tansman. Gracias a Szimanowsky y un c¨ªrculo de colegas suyos, la m¨²sica polaca recobr¨® unas se?as de identidad, amenazadas por el imperio de lo italiano y lo alem¨¢n y presionadas por el cercano eslavismo bizantino, tan distinto de la latinidad de la cultura polonesa. Los resultados del empe?o pueden medirse hoy con exactitud al ver la evidente conexi¨®n entre una obra como la Tercera sinfon¨ªa, de Szimanowsky, y ciertas partituras de Lutoslawski o Penderecki. En el fondo, a¨²n lejano, est¨¢ un polonismo de car¨¢cter, representado por Chop¨ªn. Al costado, un misticismo sensualista vecino a Scriabin, otro enamorado de la obra chopiniana. En el ambiente, Debussy, Duk¨¢s. Y en conjunto, la fuerza de una originalidad interna que da, sin grandes novedades t¨¦cnicas, con soluciones ideol¨®gicas tan singulares como pegadas a la caracter¨ªstica de los viejos versos persas de Edin Roumi.
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