Cada mes se denuncian treinta violaciones
La publicaci¨®n en los medios informativos de los casos denunciados por violaci¨®n, unos treinta de promedio cada mes, ha sensibilizado actualmente a la opini¨®n p¨²blica contra este tipo de delitos. Sin embargo, se calcula que todav¨ªa existe un 80% de los ataques sexuales que se silencia, por temor a las presiones sociales o familiares. Los grupos feministas, ante el despertar de la mujer espa?ola frente a estas agresiones, comienzan a clarificar sus posiciones: reforma de la ley, demanda de protecci¨®n oficial y organizaci¨®n de cursillos de defensa personal. Lola Gal¨¢n y Joaquina Prades ha preparado el siguiente informe.
A pesar de que las cifras de violaciones facilitadas por la polic¨ªa no son alarmantes, ni siquiera mayores que las registradas en a?os anteriores, es indudable que actualmente la psicosis creada por este tipo de delitos es mucho mayor. Y no se trata de que las violaciones sean consecuencia de ¨²ltima hora, ni del desorden moral provocado por la democracia, como algunos quieren hacer creer, ni de la excesiva liberaci¨®n de la mujer, como apuntan otros, sino lo que ocurre es que las mujeres van perdiendo paulatinamente ese exagerado pudor que las llevaba a ocultar este tipo de hechos y llevan a cabo su denunciaLos intentos o violaciones consumadas publicadas por la prensa durante los ¨²ltimos meses han sensibilizado a la opini¨®n p¨²blica, especialmente aquellas que tienen como protagonistas pasivas a ni?as de corta edad, tal fue el caso de las gemelas de un a?o que fueron violadas por el amante de su madre, hace apenas una semana, una de las cuales falleci¨® a consecuencia de la agresi¨®n. La Direcci¨®n General de Seguridad a¨²n no ha terminado el recuento de las cifras de provincias correspondientes al pasado mes de enero, si bien portavoces de la polic¨ªa han asegurado a EL PA?S que ¨¦stas ser¨¢n muy similares a las del ¨²ltimo recuento efectuado: treinta denuncias por violaci¨®n, promedio habitual en un solo mes.
Al tiempo que los medios de comunicaci¨®n dan cuenta de las agresiones denunciadas (se calcula que el 80% de ellas contin¨²an silenci¨¢ndose), las mujeres van tomando conciencia, a marchas forzadas, de su condici¨®n de sexo oprimido. Perciben que el mito de la feminidad: ?sumisi¨®n, resignaci¨®n y silencio? -inventado y fomentado por los hombres-, se est¨¢ volviendo contra ellas. A la mujer que bajaba avergonzada la cabeza cuando un hombre la miraba de modo especial, o la persegu¨ªa, o la ?piropeaba? con aut¨¦nticas groser¨ªas, o, sencillamente, al decir, vulgar, le met¨ªa mano en una butaca de cine o en cualquier calle oscura, le ha sucedido otro tipo de mujer que ya no calla, se rebela y lo denuncia p¨²blicamente para intentar acabar de una vez con la plaga de los violadores.
Las feministas resaltan que cada d¨ªa es mayor el n¨²mero de mujeres capaz de notar actitudes similares entre esas miradas, esas groser¨ªas, esas agresiones y la manifestaci¨®n m¨¢s brutal de dominaci¨®n del hombre sobre la mujer: la violaci¨®n.
Cambiar la ley
Sin embargo, no parece que con la legislaci¨®n actual la situaci¨®n pueda cambiar mucho. El art¨ªculo 429 del C¨®digo Penal dice: ?La violaci¨®n de una mujer ser¨¢ castigada con la pena de reclusi¨®n menor? (de doce a?os y un d¨ªa a veinte a?os), entendiendo por violaci¨®n ?la introducci¨®n del pene en la vagina? y, a continuaci¨®n, la ley separa la violaci¨®n propiamente dicha de los ?abusos deshonestos?, castigados con pena de prisi¨®n menor (de seis meses y un d¨ªa a seis a?os). Esta distinci¨®n entre uno y otros irrita sobremanera a los grupos feministas, y la mayor¨ªa de los que integran la Plataforma de Mujeres de Madrid han pedido la reforma de la ley en este punto, en el sentido de unificar todo el conjunto de delitos de esta ¨ªndole bajo una r¨²brica denominada Delitos contra la libertad sexual de las personas.La ley vigente no satisface a las mujeres debido a que a la v¨ªctima le es harto dif¨ªcil probar ante los tribunales que efectivamente hubo introducci¨®n del pene y, adem¨¢s, por la ligereza que supone creer que una mujer sufre menor da?o f¨ªsico y ps¨ªquico s¨®lo porque no haya habido penetraci¨®n, aunque su agresor o agresores hayan cometido con ella toda clase de abusos. En opini¨®n de Cristina Alberdi, abogada feminista, la legislaci¨®n vigente contempla benignamente al violador, dada la suavidad de las penas y la separaci¨®n entre violaci¨®n y delitos deshonestos, ?tanto o m¨¢s vejatorios en muchas ocasiones -a?ade- que la pura t¨¦cnica de la penetraci¨®n?. Otro aspecto negativo de la ley es, seg¨²n Cristina Alberdi, la desaparici¨®n de acci¨®n penal y pena cuando la ofendida perdona al ofensor, entendiendo jur¨ªdicamente por el t¨¦rmino ?perd¨®n? el matrimonio de ambos.
El amplio espectro de ideolog¨ªas comprendidas dentro del movimiento feminista de este pa¨ªs, desde el radicalismo del grupo Lamar (Lucha Antimachista Revolucionaria), hasta la moderacion pol¨ªtica de la Asociaci¨®n Democr¨¢tica de la Mujer, se muestra poco partidario de que la legislaci¨®n actual se endurezca s¨®lo en n¨²mero de a?os de c¨¢rcel u otro tipo de sanciones. ?Yo estoy en contra del castigo, ante todo por su ineficacia -declar¨® a EL PA?S In¨¦s Alberdi, miembro del Seminario Colectivo Feminista de Madrid-. Precisamente porque he sufrido dos ataques nocturnos, considero que lo esencial es conseguir infundirle fuerzas a la mujer. Porque el violador no es ¨²nicamente m¨¢s fuerte desde el punto de vista f¨ªsico; en realidad lo que le hace m¨¢s fuerte es el peso de una ideolog¨ªa de dominaci¨®n a la cual la mujer, inconscientemente, se pliega. Por eso, a corto plazo, s¨®lo creo en la autodefensa, empezando por perderle el miedo a los hombres y a su violencia, y posteriormente con las campa?as destinadas a conseguir que ninguna violaci¨®n quede ignorada.?
Despu¨¦s de que la mujer ha sido violada, comienza para ella la segunda parte de la tragedia. En primer lugar se enfrenta con el dilema de denunciar el hecho, o, por miedo a perder el novio, el marido o, en algunos casos, la reprobaci¨®n familiar o social, tragar su rabia en silencio. Si se decide por la primera opci¨®n, acudir¨¢ a la comisar¨ªa m¨¢s pr¨®xima, donde los polic¨ªas que la atiendan suelen desconfiar de su versi¨®n, am¨¦n de no tomarse el asunto -se?ala la abogada feminista- demasiado en serio. M¨¢s tarde, tendr¨¢ que probar la violaci¨®n ante unos tribunales de tendencia claramente marcada a considerar a la mujer culpable o incitante, como medio para justificar la agresi¨®n. All¨ª se recurrir¨¢ al ?pasado dudoso? de la denunciante, a su temeridad por haber hecho autoestop o paseado sola por la noche, o que iba muy provocativa, o cosas similares.
Por este motivo, el Grupo de Planificaci¨®n Familiar considera imprescindible la creaci¨®n de un Tribunal de Denuncia y Protecci¨®n al que las mujeres puedan acudir seguras de ser atendidas. El Colectivo Feminista, por su parte, a?ade la posibilidad de que los tribunales que se ocupan de estos delitos estuvieran asistidos por un ¨®rgano asesor -integrado fundamentalmente por mujeres, cuya decisi¨®n debiera ser vinculante para dichos tribunales.
La respuesta que no llega
Al margen de estas propuestas, la mujer, las organizaciones feministas en general, no han llevado a cabo en nuestro pa¨ªs una campa?a de denuncia lo suficientemente dura como hubiera sido de desear. S¨®lo los grupos m¨¢s radicales de Barcelona y alguna otra ciudad han reaccionado violentamente, pintando las calles con lemas escalofriantes: ?Violaci¨®n, castraci¨®n.? Algo semejante ha ocurrido en el Pa¨ªs Vasco, Salamanca, Pamplona, Vigo, Oviedo y la Ciudad Universitaria de Madrid, sobre todo como respuesta a violaciones particularmente dram¨¢ticas -como el caso de una embarazada que fue violada por una banda de delincuentes- o ante oleadas alarmantes de ataques sexuales.Pero todos los grupos coinciden una vez m¨¢s en se?alar la imposibilidad de acabar de ra¨ªz con las violaciones, ya que ¨¦stas, en palabras del Grupo de Planificaci¨®n, son ?el ¨²ltimo eslab¨®n dentro de una serie de vej¨¢menes?. Por ello, y en la l¨ªnea de algunos grupos franceses e italianos, con m¨¢s experiencia en la lucha feminista, se a?ade un nuevo punto en la lista de reivindicaciones: la de conseguir que las violaciones dejen de ser an¨®nimas. Es decir, llegar hasta la identidad del violador y denunciarlo en su trabajo, en su casa, entre sus amigos.
Hay otros medios de autodefensa que, si bien son m¨¢s pintorescos, pueden resultar muy efectivos. Tal es el caso de una c¨¢psula inventada por un canadiense para que la mujer la lleve prendida en su ropa interior. La c¨¢psula est¨¢ rellena de aceite de mofeta, animal que despide un olor imposible de aguantar. En cuanto surge el peligro, la mujer puede romper la c¨¢psula y la peste es tal que al violador le desaparecen de manera fulminante sus pasionales intenciones. Pasado el peligro, acompa?a a la c¨¢psula un desodorante que suprime el mal olor. A ninguna mujer le gusta oler a mofeta, pero, sin duda, menos le gusta que le violen. En un sentido m¨¢s serio, las feministas hacen hincapi¨¦ sobre todo en la autodefensa femenina. La posibilidad de aprender judo, karate o de llevar encima un arma lo m¨¢s inofensiva posible, es una opci¨®n nada desde?able ?para defender el derecho de toda mujer a circular?.
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