El lenguaje oficial
Las locuciones del lenguaje oficial, utilizadas por los que manejan el botafumeiro cotidiano son, curiosamente, de centro y contenido castrense, parecen sacadas del vocabulario de los a?os triunfales, cuando todo era resplandeciente y exitoso. Lo mismo da que se trate de pol¨ªtica interior o exterior, el tono empleado sugiere una guerra contra el supuesto enemigo, como ejercicio de flechas y pelayos en campamento de verano o consigna del SEU para estudiantes reci¨¦n ingresados en el colegio mayor.No hay, en rigor, una pol¨ªtica exterior coherente y definida. Se opera por reacciones espasm¨®dicas, a lo que salga y seg¨²n venga, pero eso s¨ª, se trata siempre de grandes operaciones b¨¦licas. Hemos presenciado en los ¨²ltimos tiempos toda clase de ?ofensivas diplom¨¢ticas?. Ofensiva sobre la Europa comunitaria, ofensiva sobre el Oriente Medio, ofensiva en las Naciones Unidas, ofensiva hacia el norte de Africa o el Africa negra -que agotador esfuerzo-, ofensiva es sustantivo y adjetivo del verbo ofender, vocablo escasamente compatible con la esencia de la diplomacia. ?A qui¨¦n tratamos de ofender, de conquistar, de arrollar? Pienso que a nadie. Lo que se ventila es, como siempre, un problema de imagen. ?La dichosa imagen!, la que cuesta tantos centenares de millones en espacios manipulados televisivos. Una Espa?a agresiva, terrible, que lanza ofensivas por doquier. ?No tiene algo de rid¨ªculo y penoso, de tercermundista con pretensiones, en un momento internacional en que los m¨¢s poderosos negocian sigilosamente, con prudencia, los ajustes y reajustes que eviten fricciones y conflictos? Ofensiva sobre Gibraltar, ofensiva sobre el Consejo de Europa, ofensiva sobre la EFTA, sobre la NATO, sobre la Am¨¦rica espa?ola... iBasta ya!, volvamos a las dimensiones y al lenguaje normales, al sosiego y a la informaci¨®n veraz.
Y, ?qu¨¦ decir del tono hiperest¨¦sico de la pol¨ªtica interior? Cada vez que el presidente del Gobierno anuncia un desplazamiento se describe el viaje como una ?gran ofensiva?. Hasta ahora hemos anotado hasta ocho intentos de ofensiva en provincias, proclamados a bombo y platillo, el m¨¢s curioso fue la ofensiva sobre el Pa¨ªs Vasco, programado para presidir en Ir¨²n un acto de masas de la UCD, Guip¨²zcoa, uno de los grandes n¨²cleos de opini¨®n electoral all¨ª existentes, como es bien sabido, de las ofensivas, s¨®lo se realizaron dos, una sobre Murcia y otra sobre Almer¨ªa. Desconocemos los resultados de ambas batallas, pero suponemos que existir¨¢n largas colas en las oficinas de UCD, de las dos capitales para apuntarse en el partido del Gobierno. Porque en lo que respecta a Catalu?a, no parece existir un gran entusiasmo para iniciar la batalla.
Ahora se anuncia otra ?ofensiva? arrolladora por toda Espa?a que no dejar¨¢ t¨ªtere con cabeza, especie de vuelta ciclista por la pen¨ªnsula con camiseta naranja y verde en anillos incompletos. ?Ser¨¢ verdad?, uno de los seis u ocho secretarios generales del partido gubernamental anunci¨® ya, solemnemente, que ?barrer¨¢n? en las municipales, exterminando materialmente a todos los candidatos oponentes, para lo que cuenta ya con centenares de millones de pesetas, procedentes, como es natural, de las cuotas de los afiliados.
?Dios nos coja confesados! En Espa?a hay cerca de 100.000 puestos de concejales disponibles, pues bien, gracias a la ?ofensiva? de los ?comandos? centristas y al elegante grito de guerra ??a por todas!?, que no sabemos bien lo que significa, hay ya resultados anticipados por la electr¨®nica y el Instituto de la Opini¨®n P¨²blica, que garantizan de 60.000 a 70.000 concejales para la UCD en toda Espa?a.
Una cifra que nos recuerda al marqu¨¦s de Hoyos, ¨²ltimo m¨ªnistro de Gobernaci¨®n de la Monarqu¨ªa, que tambi¨¦n realizaba recuentos victoriosos parecidos una ma?ana de un 13 de abril. No los pudo terminar porque, al d¨ªa siguiente, fue el 14 de abril de 1931.
Ofensivas, comandos, estrategias, batallas, desembarcos, barridos, victorias, exterminios, rendiciones, potenciales... ?Hasta cu¨¢ndo?
?No tendr¨ªa m¨¢s cuenta gobernar el pa¨ªs con un programa claro y definido, informando con transparencia al Parlamento y a la opini¨®n de tantas cosas oscuras, en vez de distraer a la gente con redoble de tambores y fanfarria de cornetas, que ocultan dif¨ªcilmente el vac¨ªo de una pol¨ªtica? ?Y no ser¨ªa mejor, tambi¨¦n, que se dejara claramente a la Monarqu¨ªa a resguardo de cualquier habilidad gubernamental?
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