La Constituci¨®n y las municipales
ESPA?A No es todav¨ªa un pa¨ªs democr¨¢tico. Los incuestionables avances que el pa¨ªs ha conocido desde el 20 de noviembre de 1975 y, sobre todo, desde el 15 de junio de 1977, en el camino de acercarse a los modelos de la democracia occidental, reconocidos dentro y fuera de nuestras fronteras, no deben hacernos olvidar la ausencia de un elemento fundamental de todo sistema aut¨¦nticamente representativo: la democracia municipal y regional. A pesar de todo lo conseguido, de todos los esfuerzos y energ¨ªas derrochados por la clase dirigente, y de la serenidad y apoyo que el pueblo, a costa de m¨²ltiples sacrificios, est¨¢ mostrando, no hay en Espa?a un r¨¦gimen democr¨¢tico aut¨¦ntico, ni lo habr¨¢ mientras no se hayan celebrado las ineludibles, urgentes y necesarias elecciones municipales.M¨¢s de dos a?os despu¨¦s de la desaparici¨®n del r¨¦gimen anterior, y cerca de ocho meses m¨¢s tarde de la celebraci¨®n de las primeras elecciones generales libres en casi medio siglo, el pueblo espa?ol carece de una representaci¨®n local y provincial democr¨¢tica.Y no ser¨¢ porque hayan faltado las promesas -incumplidas-, las solemnes proclamaciones, las voces de alerta que se han multiplicado -algunas de ellas desde estas mismas p¨¢ginas- y hasta las campa?as de alg¨²n partido. De hecho, el tema de las elecciones municipales parece estar maldito por no se sabe qu¨¦ extra?o temor, miedo o conveniencia y por parte de qui¨¦n. El portavoz oficial del Gobierno que design¨® Adolfo Su¨¢rez a ra¨ªz de las elecciones incluy¨®, en su primera y ¨²ltima declaraci¨®n program¨¢tica, el anuncio de que habr¨ªa elecciones municipales antes de que terminase el a?o 1977. El Gobierno no ha dado explicaciones todav¨ªa de por qu¨¦ no las convoc¨®.
?Qui¨¦n teme a las elecciones municipales? La urgencia de la situaci¨®n econ¨®mica en crisis precipit¨® esa especie de Gobierno de concentraci¨®n simb¨®lica que tom¨® el nombre de pactos de la Moncloa. Nada imped¨ªa la celebraci¨®n de elecciones municipales, cuya necesidad no era incompatible con la de la adopci¨®n de los programas econ¨®mico y pol¨ªtico que surgieron de dichos acuerdos. Sin embargo, la preparaci¨®n y consecuci¨®n de los pactos aparecen hoy como una especie de coartada que retras¨® la democratizaci¨®n municipal y provincial del pa¨ªs.
Despu¨¦s de los pactos ha llegado el debate constitucional. Si la gravedad de la crisis econ¨®mica avalaba la necesidad de aqu¨¦llos, no cabe duda de que la Constituci¨®n goza de prioridad absoluta en el proceso pol¨ªtico espa?ol. Sin embargo, otra vez parece que se va a hacer primar en el tiempo la aprobaci¨®n de la Constituci¨®n y el refer¨¦ndum posterior sobre la celebraci¨®n de elecciones municipales. Sin embargo, a nuestro juicio, lo uno no excluye lo otro; la Constituci¨®n no es incompatible con la democratizaci¨®n de nuestras instituciones provinciales y locales, aunque as¨ª se intente hacer ver.
Por ¨²ltimo, ya ha surgido una noticia -que tambi¨¦n parece un globo sonda- en el sentido de que el Gobierno puede estar dispuesto a convocar elecciones generales inmediatamente despu¨¦s del refer¨¦ndum constitucional. Su¨¢rez utilizar¨ªa as¨ª una coyuntura favorable a su partido, tratando de apuntarse el ¨¦xito del refer¨¦ndum y retrasando todav¨ªa m¨¢s las municipales.
El resultado final bien podr¨ªa ser, por este camino, el de volver a celebrar unas nuevas elecciones legislativas con los mismos ayuntamientos, las mismas diputaciones y los mismos resortes de poder en la vida local espa?ola, en manos no solamente del Gobierno, sino de su parte m¨¢s reaccionaria, de los alcaldes, concejales, diputados provinciales y toda suerte de falsos representantes artificialmente mantenidos en sus puestos durante esta etapa crucial de construcci¨®n de la democracia, herederos directos del autoritarismo pasado.
Una propuesta de Felipe Gonz¨¢lez anteayer, en el Club Siglo XXI, viene a a?adirse a la pol¨¦mica. El l¨ªder socialista ha sugerido que se celebren a un tiempo el refer¨¦ndum sobre la Constituci¨®n y las municipales. Es una propuesta que puede parecer sorprendente y hasta arbitrista, pero que, sin duda, ofrece tambi¨¦n un atisbo de soluci¨®n posible. El argumento de algunos sectores de que no se deben mezclar habas con guisantes, Constituci¨®n y elecciones municipales, resulta bastante arbitrario. De hecho est¨¢n mezcladas ya, y no se entiende por qu¨¦ los ciudadanos no pueden discernir al mismo tiempo sobre los problemas generales de la convivencia nacional y los concretos de la comunidad en que viven. En resumidas cuentas, lo primero y m¨¢s urgente es la radical renovaci¨®n democr¨¢tica de nuestra vida municipal. El Gobierno ha incumplido su promesa, y la Constituci¨®n no debe ser utilizada como un obst¨¢culo m¨¢s para este retraso imperdonable que pone en peligro cada d¨ªa que pasa el edificio de la democracia espa?ola.
Por ¨²ltimo, cabe decir que las responsabilidades se hallan bastante compartijas. La culpa de este retraso no es achacable solamente al Gobierno, sino que los partidos tambi¨¦n mantuvieron la boca cerrada durante los meses en que hubieran podido hablar, en los que el planteamiento de esta reivindicaci¨®n hubiese sido, tal vez, m¨¢s sencillo. Nos hubiera gustado entonces ver al PSOE, que con tantos nervios ha iniciado la campa?a desde primeros de enero, reclamar con la misma energ¨ªa la instauraci¨®n de la democracia municipal.
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