El ajedrez de V. I. Pudovkin
Distinguen fundamentalmente a Pudovkin de Einsestein, junto a un sentido m¨¢s ¨ªntimo del drama, sus recursos a la vez m¨¢s teatrales de los que se sirve, en este caso, en La madre una de sus obras fundamentales. Te¨®rico del montaje y la interpretaci¨®n, creador de un esquema art¨ªstico, seg¨²n el cual la realidad es capaz de ser elaborada a trav¨¦s de rigurosas coordenadas, aplic¨® a sus propios filmes una t¨¦cnica especial, de ajedrez, por as¨ª decirlo, seg¨²n la cual cada pieza, antes creada y concluida en su mente, ven¨ªa luego a jugar su partida en el tablero de la vida y el arte. No en balde uno de sus primeros filmes se titula precisamente El jugador de ajedrez, y en ¨¦l explica, en colaboraci¨®n con el maestro Capablanca, sus teor¨ªas particulares. De todas formas, las pel¨ªculas que tras ella vendr¨¢n resultar¨¢n tambi¨¦n mucho m¨¢s elaboradas que las del otro gran maestro del cine sovi¨¦tico y, por ello, tal vez menos espont¨¢neas. Si uno elevaba al pueblo a la categor¨ªa de protagonista, Pudovkin, m¨¢s intimista, trabajando con actores de teatro, estudio las reacciones de sus personajes individualmente desde el punto de vista psicol¨®gico. Tal sucede en secuencias como las dedicadas al juicio, la huelga, la carga de la tropa, elementos dram¨¢ticos que ¨¦l sabe compensar con momentos l¨ªricos en el deshielo o la llegada de la primavera.Pudovkin, que buscaba impresionar al espectador a trav¨¦s de la interpretaci¨®n de los actores, sol¨ªa hacer m¨¢s tensa tal sensaci¨®n con planos cortos a¨²n m¨¢s reveladores, que nos hacen remontarnos a Intolerancia, de Griffiht. A veces tambi¨¦n su inspiraci¨®n le lleva por caminos paralelos a la acci¨®n principal, ajenos, en cierto modo, a ella, pe ro que, en conjunto, establecen, gracias a su dominio cinematogr¨¢fico, una sola unidad rica y viva.
La madre
Direcci¨®n: V. L Pudovkin. Gui¨®n: Nathan Zarkhi, seg¨²n la novela de M¨¢ximo Gorki. Fotograf¨ªa: Golovnia.Int¨¦rpretes: V. Baranovskaia, N. Batalov, A. Tchistiakov.
Historia de una mujer del pueblo casada con un alcoh¨®lico, sumisa hasta su muerte, una serie de acontecimientos la transformar¨¢n, en especial la muerte de su hijo, obrero socialista, al que las autoridades sorprenden con un alijo de armas escondido en la casa. Cuando el hijo y sus compa?eros son descubiertos, procesados y condenados, la madre inunda la sala del tribunal de proclamas dirigidas a los trabajadores hasta ser descubierta y muerta.
Pudovkin modific¨® la acci¨®n de la obra original, la llev¨® m¨¢s all¨¢ de los muros del proceso, a?adi¨® secuencias sobre la vida de los presos y el enfrentamiento con las fuerzas de represi¨®n, situando la muerte de la protagonista en la carga final de la caballer¨ªa. Nada de ello resulta superfluo, sino muy vivo y cinematogr¨¢fico, perfectamente asimilado por la historia original a la que enriqueci¨® en el tiempo y en el espacio.
Realizada como un alegato contra el r¨¦gimen zarista simbolizado por numerosas alusiones grotescas o monumentales, La madre da forma al tema predilecto del autor: la toma de conciencia de los desheredados. A trav¨¦s de un perfecto equilibrio, entre la met¨¢fora l¨ªrica y la prosa heroica, y a pesar del gesto trasnochado de sus, actores, este relato revolucionario nos hace reconocer a¨²n hoy, a trav¨¦s de su friso de rostros inmutables, el destino individual que Eisenstein nos ofrece en conjunto, tan vivo en su elemental psicolog¨ªa como en la c¨¦lebre novela de Gorki.
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