Grecia, primero; Portugal, despu¨¦s
En la pr¨®xima cumbre (abril) de la CEE (Copenhague) se decidir¨¢, probablemente, la fecha de entrada de Grecia en la Comunidad. Grecia pide que sea enero de 1980; posiblemente la Comunidad la fijar¨¢ para el principio de 1981, porque es cuando se renueva su Comisi¨®n Ejecutiva y, de esta forma, no habr¨¢ de cambiarla dos veces. Dentro de este calendario, Grecia firmar¨¢ normalmente su tratado de adhesi¨®n en el verano u oto?o de 1979 y los otros parlamentos tendr¨ªa casi a?o y medio para ratificarlo antes de la entrada formal acordada de 1981.No es probable que Portugal se integre al mismo tiempo, porque Grecia tiene un convenio de asociaciones desde 1962 y solicit¨® la adhesi¨®n en 1975 (dos a?os antes que Portugal), y la Comunidad, que desea retrasar la entrada de los tres solicitantes sure?os (Grecia, Portugal y Espa?a), recurrir¨¢ al procedimiento de negociar una a una las solicitudes y en el orden de presentaci¨®n.
Tampoco es probable que Espa?a entre antes, ni al mismo tiempo, que Portugal, en la Comunidad, salvo que cambiemos totalmente de pol¨ªtica econ¨®mica y de pol¨ªtica exterior, porque cabalgan en contra nuestra no s¨®lo argumentos formales, como ha explicado en su reciente visita Lorenzo Natali, sino de fondo.
En nuestra postura actual, lo m¨¢s probable es que hayamos de aceptar la recomendaci¨®n que Edgar Faure hizo en la Comisi¨®n de Exteriores del Congreso: constituir parte del Parlamento Europeo inmediatamente y esperar (fase interina, de ?preadhesi¨®n?) mientras negociamos nuestro tratado de Adhesi¨®n (a iniciar despu¨¦s de que se redacte el Dictamen), para ingresar formalmente (firma y ratificaci¨®n del tratado) en la Comunidad, alrededor de 1983 ¨® 1985. Posteriormente, habremos de consumir un a?o m¨¢s, al menos, en la fase de ?consulta previa? y, de cinco a diez, en la de ?transici¨®n?, para aplicar ¨ªntegramente el tratado.
En otras palabras, si queremos quemar etapas para entrar en la Comunidad, y es imprescindible hacerlo si deseamos estabilizar el pa¨ªs, la democracia y la Corona, hay que arrinconar el voluntarismo y adaptarse pragm¨¢ticamente a las pol¨ªticas que, con el realismo que pervaden las relaciones econ¨®micas y pol¨ªticas internacionales, debe formular Europa para hacer frente a su propia problem¨¢tica.
Europa est¨¢ sometida hoy a una doble amenaza, econ¨®mica y estrat¨¦gica, al menos tan profunda, aunque no tan cr¨ªtica, como las m¨¢s graves que ha sufrido en su historia reciente.
El desequilibrio creciente y preocupante de la NATO frente al Pacto de Varsovia, s¨®lo se compensar¨¢ a mediados de la pr¨®xima d¨¦cada, cuando se establezca operacionalmente la bomba de neutrones. El desorden econ¨®mico, social y pol¨ªtico acelerado que produce el paro generalizado y creciente, s¨®lo se cancelar¨¢ cuando, a partir de 1985, Europa comience a liberarse de los efectos del chantage energ¨¦tico.
En estas condiciones, es totalmente coherente que Europa trate de minimizar el efecto desestabilizante adicional que supone la adhesi¨®n de miembros todav¨ªa m¨¢s inestables.
Es l¨®gico que intente retrasar la entrada de pa¨ªses emigratorios con paro creciente hasta que pueda absorber el propio, en la primera parte de la pr¨®xima d¨¦cada. Es racional que d¨¦ entrada primero a los que menos emigrantes puedan originar. Y es consecuente, adicionalmente, que dentro de ellos de prioridad a los que ya pertenecen a la NATO.
Finalmente, como estas preferencias reales, coinciden con las formales (de: negociaci¨®n previa y detallada de las condiciones de entrada, reformulaci¨®n causada de la constituci¨®n de su ¨®rgano ejecutivo y de unas normas de decisi¨®n y procedimiento de admisi¨®n individual y por orden de solicitud), es diplom¨¢tico que utilicen los argumentos procesales en lugar de los reales.
Por nuestra parte, ante esta situaci¨®n, si queremos acortar los plazos de entrada en Europa, tenemos que revisar totalmente nuestra pol¨ªtica exterior, nuestra pol¨ªtica econ¨®mica y acomodarlas a las europeas.
Tenemos que frenar el crecimiento acelerado del paro (que puede llegar al mill¨®n quinientos mil parados, seg¨²n prev¨¦n los europeos), que genera la demag¨®gica y suicida pol¨ªtica de rentas actual. Para ello, tenemos que sustituirla por otra que fomente el ahorro y la inversi¨®n y siga una pol¨ªtica sectorial de utilizaci¨®n de los recursos de inversi¨®n en actividades de bajo contenido de capital y alto de empleo, bajo contenido de energ¨ªa, alto contenido de exportaciones y bajo contenido de importaciones, cuyos principios he recomendado insistentemente desde 1974 y que, en su aspecto industrial, ha formulado el Ministro de Industria ante el Congreso.
Tenemos que completar la excelente pol¨ªtica exterior de relaciones p¨²blicas del Rey y del presidente, que se torna est¨¦ril porque no va acompa?ada de una gesti¨®n econ¨®mica, militar y cultural id¨®neas con una de actuaci¨®n efectiva en todas estas ¨¢reas. Tenemos que liberar nuestros recursos diplom¨¢ticos entrampados pesada y consuntivamente en una defensa pasiva ante chantages de pa¨ªses de tercer nivel, pasando a una estrategia activa y ¨¢gil, y dedicarlos al estudio de nuestra integraci¨®n acelerada y efectiva, en la Nato, en las organizaciones econ¨®micas, financieras y culturales internacionales, p¨²blicas y privadas.
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