Vigilar el Rastro

El motivo de mi carta es en relaci¨®n a la publicaci¨®n en su diario de hoy, 7 de marzo,de un art¨ªculo sobre los sucesos acaecidos el domingo d¨ªa 5 en el Rastro madrile?o, y sobre los que circulan un sin fin de rumores y versiones en los distintos medios de difusi¨®n, de los cuales quiz¨¢ su art¨ªculo sea el que m¨¢s se ajuste a la realidad, por encontrarme all¨ª en uno de los puestos de venta, de car¨¢cter simplemente andalucista; observ¨¦ c¨®mo desde primeras horas de la ma?ana empezaron a llegar unos personajes ya conocidos de todos los que frecuentamos aquella zona; desde el primer momento su actitud fue netamente la de provocar, as¨ª, hasta llegar a las agresiones, que siempre traen consigo heridos, detenciones, desmantelamiento de los puestos, etc¨¦tera. Pero quiz¨¢ lo m¨¢s indignante y a la vez preocupante fue la pasividad de las fuerzas de orden que. ¨²ltimamente est¨¢n, seg¨²n dicen, dando una imagen mucho m¨¢s realista y de m¨¢s uni¨®n al pueblo. ?Pero se puede llamar as¨ª a unas personas que permiten que unos ?guerrilleros? exhiban sus cascos, sus cadenas, sus escudos, sin ning¨²n tipo de inhibici¨®n y delante de sus propias narices? ?Hasta cu¨¢ndo va a durar esto? Me supongo,que hasta que haya un muerto (o varios), no s¨®lo ya de nosotros, los que vamos all¨ª por un ideal, sino de alguien que tranquilamente acuda a pasear, a recorrer lo que anteriormente era un verdadero Rastro. Un lugar dicharachero y popular, osea, del pueblo.