Consternaci¨®n y huelga general en Italia tras el secuestro de Aldo Moro
Italia reaccion¨® ayer con consternaci¨®n e ira a la ¨²ltima acci¨®n violenta de las Brigadas Rojas, que en un alarde de audacia terrorista secuestraron, a r¨¢fagas de ametralladora, y en el centro de Roma, al presidente de la Democracia Cristiana italiana, Aldo Moro, y dieron muerte a sus cinco guardias de escolta. Los partidos de izquierda, unidos en su conmoci¨®n al nuevo Gobierno Andreotti, convocaron manifestaciones gigantescas de protesta por todas las ciudades italianas, mientras las centrales sindicales proclamaron una huelga general hasta la medianoche.
La polic¨ªa italiana, con refuerzos extraordinarios, iniciaba una b¨²squeda sin precedentes del comando compuesto, por lo menos por una docena de personas, que perpetr¨® el atentado. A media tarde, una llamada an¨®nima a la agencia Ansa reivindic¨® el secuestro y los asesinatos para las Brigadas Rojas, una organizaci¨®n armada de extrema izquierda, al tiempo que exig¨ªa como condici¨®n para el rescate la libertad de sus compa?eros procesados.Los terroristas, disfrazados de aviadores, siguieron la misma t¨¦cnica con la que el grupo alem¨¢n Baader Meinhof secuestr¨® al fiscal Schleyer. En un cruce de cuatro calles, en un barrio residencial a las afueras de Roma, el Fiat 3200 en que Moro se dirig¨ªa al Parlamento, precedido y seguido por otros dos coches de la escolta, fue interceptado por el Fiat 128, blanco, con matr¨ªcula diplom¨¢tica, de los terroristas.
Seg¨²n los primeros datos de la encuesta judicial, dirigida por el juez Luciano Infelici, los terroristas se habr¨ªan servido de cuatro coches: un 132 y tres 128, adem¨¢s de una moto Honda.
Entre las armas empleadas por el comando figura una pistola Nagan, checoslovaca, del mismo tipo con que las Brigadas Rojas asesinaron al juez turin¨¦s Fulvio Croce y al vicedirector del diario La Stampa, Carlo Casalegno. Tambi¨¦n ha sido encontrada otra pistola de fabricaci¨®n sovi¨¦tica.
Como de costumbre, las Brigadas Rojas reconocieron la paternidad del atentado telefoneando a la agencia Ansa. Poco despu¨¦s del secuestro, en Tur¨ªn y Mil¨¢n anunciaban que el secuestro de Moro, por el que quieren la liberaci¨®n de sus compa?eros procesados estos d¨ªas en Tur¨ªn, es un ?ataque al coraz¨®n del Estado? y s¨®lo un inicio.
Esta llamada fue la ¨²nica que mereci¨® ayer alguna credibilidad. En otras tres llamadas -a Paese Sera, de N¨¢poles; a La Hora, de Palermo, y a la propia Ansa, de Bolonia-, voces an¨®nimas aseguraban que el presidente de la DC italiana hab¨ªa sido ?ajusticiado? e incluso que estaba gravemente herido.
Las consecuencias pol¨ªticas del atentado fueron inmediatas. El Gobierno en v¨ªas de formaci¨®n de Giulio Andreotti, de acuerdo con todos los l¨ªderes de los partidos, aceler¨® el calendario para obtener el voto de confianza del Parlamento, y ayer mismo, tras una r¨¢pida lectura de su programa y sumarias declaraciones de los l¨ªderes pol¨ªticos, Andreotti pudo perfeccionar la formaci¨®n del Ejecutivo.
Todas las autoridades del Estado, la clase pol¨ªtica y la obrera unidas, han considerado el secuestro de Moro como un atentado a la democracia italiana, exhortando a mantener los nervios firmes y una calma absoluta. Hay quien pide leyes excepcionales o el estado de emergencia, pero ha predominado la opini¨®n de que para acabar con el terrorismo es suficiente aplicar con rigor las actuales leyes del Estado democr¨¢tico. El hombre de la calle, no obstante, se muestra particularmente sensible a lo que considera un estado de anarqu¨ªa permanente.
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Personalidad de Moro
Las "Brigadas Rojas" reivindican el atentado
Moro es un¨¢nimemente considerado como el pol¨ªtico que m¨¢s ha trabajado por una convergencia de prop¨®sitos, logrando en el seno de su partido convencer a los m¨¢s intransigentes a una apertura hacia los comunistas.El l¨ªder comunista, Enrico Berlinguer, ha rechazado toda interpretaci¨®n de parte y, tanto privadamente como en el parlamento, ha considerado el secuestro como un ataque a la democracia y a la convivencia civil. ?Nos encontramos ante un pu?ado de asesinos, de terroristas, una min¨²scula banda que no puede amenazar a todo un pueblo?, dijo el l¨ªder sindicalista, Luciano Lama, en la manifestaci¨®n, de Roma, quien a?adi¨® que ?no se trata de una guerra civil de una parte contra otra parte?.
El alto comando de carabineros, con todos los hombres disponibles y todas las fuerzas de la polic¨ªa apoyadas incluso por unidades de soldados, comenzaron inmediatamente una redada en toda Roma y sus alrededores a la caza de los terroristas. Se registran casas y autom¨®viles, se recorre palmo a palmo el campo y las costas del Lazio con perros polic¨ªas, se controlan los barrios bajos de la capital con la ayuda de helic¨®pteros. En un momento de gran tensi¨®n pol¨ªtica y de emoci¨®n colectiva es dif¨ªcil controlar las noticias. En el Ministerio del Interior, las autoridades mantienen una reuni¨®n cumbre casi permanente. A la polic¨ªa habr¨ªa llegado un comunicado firmado por ?los vengadores?: ?Vengaremos la muerte de los carabineros exterminando a las familias de los brigadistas.?
Las v¨ªctimas fueron los carabineros Domenico Ricci, de 43 a?os, padre de dos hijos de diez y doce a?os; Oreste Leonardi, de 51 a?os, tambi¨¦n padre de dos hijos, ambos iban en el coche de Moro. En el Alfetta de escolta murieron Giulio Rivera y Raffaele lazzoli. El carabinero muerto en el asfalto logr¨® disparar tres tiros. En el hospital mor¨ªa Francesco Zizzi, de treinta a?os, despu¨¦s de una delicada operaci¨®n quir¨²rgica.
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