El atentado de Lem¨®niz
LEMONIZ, GOMA-DOS: dos muertos y catorce heridos. Cinco d¨ªas antes del atentado decenas de millares de manifestantes proclamaban su protesta en las cercan¨ªas de la central nuclear vizca¨ªna. Pero en medio de esa protesta surg¨ªa un grito demag¨®g¨ªco e irresponsable: ?ETA, Lem¨®niz, goma-dos.? Dos parlamentarios dirigieron la palabra a los manifestantes, el senador B¨¢ndr¨¦s y el diputado Letamend¨ªa, ambos de la conflictiva y medio escindida coalici¨®n Euskadiko Ezkerra, que intenta conciliar, sin conseguirlo, el nacionalismo a ultranza y marxismo radical. Ambos obligados a adoptar posiciones ambiguas y contradictorias, cuyo denominador com¨²n es la simplificaci¨®n radical y maximalista, avalaron con las divinas palabras sacralmente consagradas por su dignidad de parlamentarios esas consignas irresponsables. Los resultados de la demagogia esta vez han sido la sangre.La protesta contra la central nuclear de Lem¨®niz ha surgido de una ?comisi¨®n de defensa de una costa vasca no nuclear?, cuya plataforma reivindicativa, de motivaciones ecologistas, puede ser utilizada, sin embargo, por intereses pol¨ªticos ajenos al bien p¨²blico. Los movimientos ecologistas, que leg¨ªtimamente luchan por la defensa de la naturaleza y el medio ambiente, pueden ser manipulados por movimientos y grup¨²sculos de signo extremista y hasta violento. Ello ha supuesto que en esta ocasi¨®n se llegue a la contradicci¨®n m¨¢xima y a una tr¨¢gica paradoja: el asesinato como medio de conservaci¨®n del equilibrio natural y el medio ambiente.
? ETA, Lem¨®niz, goma-dos? fue un grito que apareci¨® por vez primera el pasado d¨ªa 3 en Vitoria, en la manifestaci¨®n del aniversario de los tres muertos de 1976. Luego se oy¨® en Bilbao, en la promovida por el grupo de 57 alcaldes vascos para urgir la celebraci¨®n de elecciones municipales. Resulta inadmisible que estas manifestaciones, leg¨ªtimas por sus obJetivos, sean distorsionadas hasta tal punto. Y m¨¢s todav¨ªa cuando casi nadie en Euskadi habla de la central nuclear que hay en Burgos, y que est¨¢ montada exclusivamente al servicio de la industria del Pa¨ªs Vasco.
El Consejo General Vasco no se ha pronunciado sobre la central de Lem¨®niz, aunque ha prometido hacerlo pr¨®ximamente. Ram¨®n Rubial, su presidente, desminti¨® unas declaraciones a ¨¦l atribuidas por la Hoja del Lunes de Bilbao en el sentido de que la central es beneficiosa y segura. Los dos ¨²nicos parlamentarios que han apoyado la campa?a contra Lem¨®niz han sido, precisamente, los se?ores Bandr¨¦s y Letamend¨ªa: este ¨²ltimo lleg¨® a afirmar el pasado domingo que David Alvarez, un terrorista herido el 19 de diciembre en un insensato asalto a dicha central, y que posteriormente falleci¨® en el hospital, ?hab¨ªa sido el primer m¨¢rtir de Lem¨®niz?. ?Qu¨¦ ser¨¢n entonces para el honorable diputado de Euskadiko Ezquerra los nombres de Alberto Negro Viguera y Andr¨¦s Guerra Pereda, asesinados anteayer por ETA militar? Esperamos sus declaraciones al respecto.
Euskadi no es autosuficiente en energ¨ªa. Los adversarios de la central de Lem¨®niz tienen derecho a mantener su postura, aunque hasta ahora no han avanzado suficientes argumentos cient¨ªficos que la avalen. La batalla ecol¨®gica no es privativa de nuestro pa¨ªs, ni en lo que se refiere a las centrales nucleares, ni en todo lo dem¨¢s. Lo peculiar son los m¨¦todos que el terrorismo independentista vasco, amparado en la demagogia de algunos grupos, se ha puesto a emplear. Es hora, pues, de que el Consejo General Vasco, que ya existe, tome posici¨®n sobre el problema, que los grandes partidos de Euskadi condenen estos sucesivos atentados de ETA militar, cometidos al albur de los intereses de la propaganda y para exacerbar los ¨¢nimos, en un supremo intento desestabilizador, y que sus parlamentarios asuman su debida responsabilidad. El paternalismo y la tolerancia para con ETA es un atentado contra la democracia, en Espa?a y Euskadi. Hoy, el primer enemigo que tiene el pueblo vasco es ETA militar. Esperemos que las instituciones preauton¨®micas sean m¨¢s eficaces y l¨²cidas al respecto que la Administraci¨®n central.
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