La coherencia de la unidad
(Del comit¨¦ ejecutivo del Partido Socialista Popular)
Dentro de muy pocos d¨ªas, una organizaci¨®n pol¨ªtica, el Partido Socialista Popular, dejar¨¢ de existir. Un partido de cuyo inicio, en plena dictadura, se cumplen ahora veinticinco a?os y que, en virtud del proceso racionalizador que debe caracterizar toda acci¨®n pol¨ªtica, decide voluntariamente disolverse para fusionarse con otro. Desde su origen, en torno a la c¨¢tedra salmantina de Derecho Pol¨ªtico, hasta la actualidad, a lo largo de este dilatado y dificil per¨ªodo, lo que hoy es el PSP conoci¨® diversas etapas. Inicialmente fue grupo acad¨¦mico, aglutinante de una heterog¨¦nea oposici¨®n al r¨¦gimen, con car¨¢cter predominantemente cr¨ªtico-testimonial. Casi se podr¨ªa decir que era un grupo de resistentes, oasis de libertad, dentro del p¨¢ramo oficialista y represivo de la ¨¦poca. Luego, al producirse lentamente la decantaci¨®n ideol¨®gica, formaliz¨® su existencia como partido clandestino y, por ¨²ltimo, se consolid¨® organizativa y program¨¢ticamente como partido con vocaci¨®n parlamentaria.
Durante todos estos a?os, el PSP proporcion¨® a una larga serie de personas una plataforma m¨¢s para poder encauzar sus inquietudes democr¨¢ticas. Una plataforma flexible. Abierta. Ausente de dogmatismos. Suficientemente tolerante en el rigor ideol¨®gico y en el grado de compromiso partidista y, sin embargo -para eludir peligrosas confusiones- radicalmente opuestas a lo que el sistema representaba. Bajo estos y otros muchos supuestos, y contando con el indudable atractivo y tenacidad de su principal inspirador, el profesor Tierno, a cuya historia personal va unida la historia del partido, ¨¦ste fue, de modo paulatino, organiz¨¢ndose. En las primeras elecciones del posfranquismo obtendr¨ªa cerca de un mill¨®n de votos.
Ahora, el PSP se fusiona con otro partido similar, el PSOE. Desaparece como organizaci¨®n socialista diferenciada, y tal hecho, desde que, hace unos meses, comenz¨® la etapa final del proceso unitario, viene suscitando reacciones muy diversas. Desde luego que, ante una decisi¨®n tan trascendente, era de esperar la diversidad de actitudes. Pero, admitida la discrepancia, lo que importa es demostrar la coherencia de la postura adoptada. No se trata, como alguien ha dicho, de que el PSP no pudiera haber continuado, aun en una posici¨®n permanentemente minoritaria, existiendo en el espectro pol¨ªtico parlamentario. No es eso. Lo que ocurre es, ni m¨¢s ni menos, que el PSP ha llegado, despu¨¦s de un largo debate, y logrados una parte de los objetivos que se hab¨ªa propuesto cuando se constituy¨®, a formalizar una aspiraci¨®n explicitada tambi¨¦n en el propio documento constitutivo.
Con fecha de enero de 1968, el partido, en dicho documento, manifestaba ?que la unidad socialista es fundamental para evitar el fraccionamiento de la clase trabajadora. Y luchar¨¢, en este sentido, para que esta unidad pol¨ªtica y sindical sea un hecho en el futuro democr¨¢tico espa?ol?. Han pasado muchos a?os y muchas personas por el partido. Pero manifestaciones similares aparecieron reiteradamente en toda una larga serie de escritos y declaraciones publicadas desde la fecha. La uni¨®n es, pues, en primer lugar, el logro de un objetivo que figura dentro del programa partidista. Significa, al mismo tiempo, dar satisfacci¨®n al deseo de la mayor¨ªa de afiliados y seguidores. Existen multitud de datos para probarlo. Pero, sobre todo, es, antes que otra cosa, un ejercicio de coherencia.
La mejor prueba de la aut¨¦ntica convicci¨®n socialista y democr¨¢tica de cuantos hemos colaborado en la creaci¨®n del PSP es, precisamente, contribuir ahora a la consolidaci¨®n del gran partido socialista. Superadas a?ejas incomprensiones e inmotivadas querellas, comprobadas las escasas diferencias existentes, lo m¨¢s razonable era unirse. Lo m¨¢s razonable y lo m¨¢s responsable, cualidades ambas que el PSP integraba en su divisa. Es, adem¨¢s, el mejor modo de acelerar el proceso que haga hacederos los fines a que los socialistas aspiramos. Y por ellos, para lograr ir construyendo una sociedad m¨¢s justa y m¨¢s libre, es menester sacrificar ilusiones mantenidas con mayor o menor fundamento.
Porque esperanzas, en verdad, se forjaron bastantes bajo la dictadura en toda la izquierda espa?ola. Los partidos, todos ellos, contribuyeron a que as¨ª fuese, y en su seno -placenta de quimeras- se alimentaron hasta lograr convertir a algunos militantes en adictos. Sin embargo (y acaso alguno de los que estas l¨ªneas lean sepan de la dedicaci¨®n e ilusiones que en el PSP puso quien las escribe), para que aqu¨¦llas puedan tener lugar, no cabe sino sumarlas con otras muchas y encauzar ese conjunto convenientemente. Por todo ello, dentro de unos d¨ªas, el PSP se disuelve. Los que en aquellos a?os salmantinos, que ninguno desea que vuelvan, comenzaron a organizarlo saben que con su labor se prest¨® un importante servicio a la causa de la democracia y el socialismo. Un poco de sentimentalismo est¨¢ justificado. Pero no nostalgia. Ni, menos a¨²n, ninguna reacci¨®n airada.
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