Prensa y democracia
LA EXISTENCIA de una prensa libre, independiente y pluralista es uno de los term¨®metros que mejor pueden medir la autenticidad de un r¨¦gimen democr¨¢tico. En Espa?a, pa¨ªs que est¨¢ iniciando su camino hacia la democracia con los conocidos retrasos y meandros sui generis, no existe todav¨ªa un libre mercado democr¨¢tico de la informaci¨®n normalizado y homologable con el existente en los pa¨ªses occidentales. Varios factores contribuyen a ello: en primer lugar, la herencia de cuarenta a?os de prensa, primero censurada y posteriormente mediatizada, lo que ha dado lugar a una deformaci¨®n del mercado; en segundo lugar, la pervivencia de estructuras y funcionamientos: pertenecientes a la ¨¦poca dictatorial, que van desde una legislaci¨®n todav¨ªa vigente -se ha suprimido el art¨ªculo dos de la ley de prensa, pero la nueva ley llamada antilibelo ha impuesto otras censuras- y que es preciso reformar totalmente, hasta una administraci¨®n de justicia habituada a los antiguos procesos y que hoy est¨¢ violentada por la necesidad de aplicar una legislaci¨®n desfasada, caduca y eminentemente pol¨ªtica. La existencia de la televisi¨®n como monopolio gubernamental -que no estatal-, y que se comporta financieramente como una empresa privada, con el resultado de la comptencia desleal al resto de los medios de comunicaci¨®n, la ausencia de una pol¨ªtica estatal de ayuda a la prensa, seg¨²n baremos justos, democr¨¢ticos y objetivos, sobre todo, y ese residuo con el cual nadie sabe lo que hacer, denominado eufem¨ªsticamente ?prensa del Estado?, vienen a completar la confusi¨®n del panorama.Confusi¨®n que se ti?e, debido a estas secuelas heredadas, de circunstancias dolorosas que muestran a las claras que la libertad de expresi¨®n, hoy, en Espa?a, aunque se haya avanzado considerablemente en su implantaci¨®n, es todav¨ªa una aspiraci¨®n tan s¨®lo. Ah¨ª est¨¢ la ley antilibelo y los resultados -l¨®gicos desde este inextricable e h¨ªbrido panorama jur¨ªdico y legislativo- verdaderamente incre¨ªbles para un pa¨ªs que se quiere democr¨¢tico de algunos procesos contra profesionales de la informaci¨®n. Poco m¨¢s de dos a?os despu¨¦s del comienzo de la desaparici¨®n del antiguo r¨¦gimen vemos que contin¨²an los procesamientos y condenas a los periodistas, los secuestros de libros y publicaciones. En los meses que vienen desde las pasadas elecciones generales, se pueden contar ocho secuestros, diecisiete procesamientos nueve sumarios m¨¢s abiertos, y aunque evidentemente no estamos en los tiempos de la dictadura y la censura previa, todav¨ªa queda camino por recorrer para conseguir la plena libertad de expresi¨®n que suele existir en todo pa¨ªs democr¨¢tico occidental.
As¨ª, hace pocos d¨ªas, hemos visto a un periodista, director de una publicaci¨®n, entrar a declarar al juzgado en una camilla: se trataba de Eugenio Su¨¢rez, director de S¨¢bado Gr¨¢fico, procesado en uni¨®n de un escritor de la talla de Jos¨¦ Bergam¨ªn por un art¨ªculo de este ¨²ltimo. Otra periodista, Mayte Mancebo, acaba de ser condenada en una sentencia que recuerda los mejores tiempos nazis, o los actuales de un Amin Dada; treinta y dos a?os de inhabilitaci¨®n profesional por haber publicado en las revistas que dirig¨ªa fotograf¨ªas consideradas como pornogr¨¢ficas. Cuando en Espa?a, hoy, hay un escandaloso ?boom? de publicaciones er¨®ticas -unas cincuenta- que se acumulan en quioscos y librer¨ªas al alcance de todos, cuyas fotograf¨ªas e ilustraciones har¨ªan enrojecer al marqu¨¦s de Sade, esta inquisitorial sentencia -que puede ser y tal vez se ajusta de acuerdo a la legislaci¨®n vigente, no lo ponemos en duda- parece una historia de pesadilla. Todo ello, claro est¨¢, sin defender la pornografia, que nos parece una corrupci¨®n evidente del mercado. Pero su tratamiento es m¨¢s pol¨ªtico, pedag¨®gico y hasta m¨¦dico que represivo. Y su tratamiento judicial debe ser profundamente reformado. El ?boom? actual de publicaciones er¨®ticas no es m¨¢s que la l¨®gica consecuencia de cuarenta a?os de represi¨®n absurda e indiscriminada.
Esta irreprimible expansi¨®n del mercado de informaci¨®n y comunicaci¨®n ?er¨®ticos? contrasta con la exig¨¹idad actual de la prensa de partido, que, con sus 400.000 ejemplares semanales, repartidos entre doscientas publicaciones, no ha encontrado todav¨ªa la f¨®rmula de penetraci¨®n en el mercado normal informativo. Y a todo ello, con la competencia de RTVE y el peso o lastre de una ?prensa del Estado? artificialmente mantenida sin en contrarle la debida soluci¨®n -sobre todo para quienes en ella trabajan-, se a?ade la grave crisis econ¨®mica que aqueja a la prensa, de la cual los ¨²ltimos dolorosos cap¨ªtulos son la desaparici¨®n de Libre y de Diario de Castilla. Evidentemente, el mundo de la prensa en Espa?a requiere una profunda reforma en todos sus aspectos, desde el econ¨®mico y empresarial al pol¨ªtico. Pero todo ello debe primero terminar con las secuelas de la dictadura para conseguir una aut¨¦ntica libertad de ex presi¨®n y de informaci¨®n. S¨®lo cuando exista, cuando en Espa?a haya una prensa pluralista y democr¨¢tica, repre sentativa de todas las tendencias existentes en el pa¨ªs, donde todas las voces puedan hacerse o¨ªr en plena libertad, con un mercado de informaci¨®n normalizado -no artificial y exacerbado como el de hoy- en el que la ¨²nica intervenci¨®n del Estado sea la que posibilite y proteja ese debido pluralismo, el pa¨ªs contar¨¢ con uno de los mejores term¨®metros para medir la profundidad y autenticidad de su democracia.
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