Paco N¨²nez, herido grave en Ventas

Hubo cornada, como era de temer, aunque el domingo los garciarromeros no exhibieron la mala catadura que fue t¨®nica de los productos de este hierro durante la temporada ¨²ltima. Dif¨ªciles s¨ª resultaron, pero lidiadores m¨¢s expertos les habr¨ªan sacado mejor partido. Por ejemplo, los dos primeros se pod¨ªan torear; por ejemplo, cuarto y quinto empeoraron por la mala lidia.El de la cornada fue el cuarto. Pavo de trap¨ªo dentro de una novillada toda ella muy seria, bien armado y astifino, cabece¨® en el caballo para luego irse suelto, derrotaba en banderillas, tom¨® bien la primera tanda de natura les de Paco N¨²?ez y despu¨¦s se fue arriba, mientras el torero se ven¨ªa abajo y perd¨ªa el sitio y los trastos. El novillo-m¨¢s-bien-toro desarrollaba sentido, y a los pocos regates, achuchones y banderazos, ya no ten¨ªa un pase. Ni una estocada tampoco, porque al segundo viaje con la espada no humill¨®, esper¨® al diestro, le prendi¨® por la ingle, le tuvo clavado en el asta unos segundos dram¨¢ticos, y, tras soltarle, a¨²n le peg¨® una nueva voltereta. Paco N¨²?ez se incorpor¨® sin mirarse, y fueron los peones quienes le advirtieron de que llevaba la cornada. Flojos los dos primeros, ten¨ªan faena, como dec¨ªamos. El que abri¨® plaza pasaba como una seda a favor de querencia, pero N¨²?ez no acert¨® a aprovechar la circunstancia. Al segundo, ¨²nico verdaderamente boyante de toda la tarde, Jos¨¦ Castilla le tore¨® sin arte ni ligaz¨®n, ni correcto sentido del os terrenos y las distancias. Es decir, que realmente el noble novillo se fue al desolladero sin torear. Si luego Castilla dio una vuelta al ruedo eso es cosa del optimismo del propio Castilla y del criterio del p¨²blico de sol, al que le dio por aplaudir.

A sus dos novillos los banderille¨® este torero, con vulgaridad, y para hacerlo en el quinto necesit¨® de una previa y afanosa brega por parte de los peones. Nada sac¨® en limpio con los palos, pues el tercio result¨® poco brillante -cuarteo defectuoso, feo par de dentro a fuera, otro al quiebro, con las cortas, sin reunir- y, a cambio, la res, que era mansa y reculaba, m¨¢s atenta a las tablas que a embestir, acus¨® el exceso de capotazos. De manera que la ¨²nica opci¨®n era el macheteo, lo cual hizo Castilla despu¨¦s de un vano intento de colocar pases en distintos terrenos, desde el siete al uno, ambos inclusive.

El debutante qued¨® casi in¨¦dito. Con un novillo que gazapeaba, se quedaba en el centro de la suerte, berreaba, escarbaba (?hay quien d¨¦ m¨¢s?), y otro incierto, violento, que al menor descuido tiraba el ga?af¨®n, el Sacromonte estuvo voluntarioso, apunt¨® una escamante tendencia a los cites de costadillo y muletazos de par¨®n, Y salv¨® la piel. En fin, esperemos que vuelva a este ruedo, con otro tipo de ganado.

A guisa de coda: Jos¨¦ Castilla dio al quinto tres ver¨®nicas en las que ech¨® la pata, lante (no atr¨¢s, como suelen), se embraguet¨®, templ¨® con el capote las fuertes arrancadas de salida. No es que reencarnara a Curro Puya, pero ver simplemente tres ver¨®nicas, ahora que vas a una feria, y a otra, y a otra, y las figuras no dan ni una, es todo un acontecimiento.