Stalin es quien muere
Madrugo, me envuelvo en el rollo de papel higi¨¦nico y voy al congreso del pec¨¦. Llego tarde, claro. C¨®mo madrugan estos rojos. Y los pol¨ªticos en general. La Historia se hace temprano. Cuando nos levantamos las gentes de bien nos encontramos la Historia ya hecha. Pero llego a tiempo de o¨ªr a Carrillo.
Carrillo, en mangas de camisa y con la corbata floja (la gente de su generaci¨®n no ha aprendido a ponerse c¨®moda, ni en la izquierda ni en la derecha), habla a varios miles de afiliados, periodistas, amigos, curiosos, fot¨®grafos, invitados, extranjeros, se?oritas y Marsillach.
Detr¨¢s de Carrillo y su oratoria de hora y media, en¨¦rgica, clara, sabia, oportuna, astuta -a veces, ay, demasiado astuta-, un friso comunista, un paisaje de noveno congreso con figuras: una se?orita, Alberti, otra se?orita, un se?or que debe ser extranjero, el cura Llanos con gafas negras: Bardem, con esa pinta de m¨²sico olvidado que se le ha puesto; Dolores Ib¨¢rruri, como la esfinge maragata que al mismo tiempo fuese una Concha Espina de izquierdas: Marcelino Camacho, lana sobre lana, todo el personal. ?Y qu¨¦ es lo que dice Carrillo?
Enumera a los comunistas ca¨ªdos contra Franco, por Franco, ante Franco, y con el ¨²ltimo. Juli¨¢n Grimau, le viene el llanto, y entonces se suena los mocos para disimular. Le aplauden mucho. Me pregunta Gloria Otero, para Mundo Obrero:
- ?C¨®mo ves esto?
- As¨ª, de pronto, se me ha quedado eso tan oportuno de que el Gobierno de los socialistas, si llegase, no ser¨ªa necesariamente un Gobierno socialista, si no cuenta con los comunistas. En cuanto a Lenin, que parece ser el monolito de este congreso, pienso que no es ¨¦l quien muere. Stalin es quien muere.
Carrillo lo ha dicho bien claro: a veces se llama leninismo a los ¨²ltimos restos de estalinismo. No s¨¦, cuando escribo, lo que va a salir de este congreso. Carrillo ha puesto su cargo a disposici¨®n de los militantes. Pero la reelecci¨®n parece segura. Ni Lenin ni no Lenin. Tenga raz¨®n quien la tenga -Berlinguer, Claud¨ªn, Carrillo, Sempr¨²n, la base o Cristina Almeida-, Stalin es quien muere en este debate, y si algo es el eurocomunismo, me parece a m¨ª, es sobre todo eso: lo que viene tras la muerte de Stalin.
As¨ª que el Meli¨¢-Castilla era un entrecruce de gerentes multinacionales, turistas japoneses, azafatas hermosas como zancudas del cielo y comunistas de todas las banderas espa?olas y extranjeras. ?Qu¨¦ es lo que est¨¢ pasando aqu¨ª, a qui¨¦n estamos festejando, a qui¨¦n estamos enterrando, qu¨¦ alegres funerales son ¨¦stos, con el arco iris de la moqueta y los para¨ªsos de la refrigeraci¨®n? Stalin es quien muere. Pienso que hay un cad¨¢ver en todo esto, y un clima de liberaci¨®n de algo. No se trata de Lenin, no se trata de Carrillo, aunque la gente no sepa de qu¨¦ se trata.
Se trata de Stalin, el ¨²ltimo director c¨®smico con gorra de plato. Y ha sido en Madrid, en Espa?a, en un hotel multinacional para congresos de gerentes y amores de pel¨ªcula, donde los propios comunistas -s¨®lo ellos podr¨ªan ser- han dado muerte al cad¨¢ver del zar. Muerte casual de un dictador en las escalinatas del Meli¨¢-Castilla. Los pinchos de la cafeter¨ªa saben a muerto, la carne del restaurante sabe a cad¨¢ver reciente, los c¨®cteles del sal¨®n Calatrava saben a sangre fresca. Aunque no se diga, aunque no se sepa, Stalin es quien muere, y esto ya justifica un congreso.
Mientras hago esta cr¨®nica me llaman de La Codorniz:
-Si te dejasen hablar en el Congreso del PCE, ?qu¨¦ dir¨ªas?
-Que si se presenta Lenin en el Meli¨¢, que le dejen pasar, hombre.
Rusia se hab¨ªa desestalinizado en silencio, dejando caer sobre el dictador una nevada de olvido. S¨®lo los comunistas espa?oles han desestalin¨ªzado expresamente a Stalin. Salgo a la calle y, parece que no, pero es un respiro. La muerte de un dictador siempre ensancha el mundo.
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