La condici¨®n humana
La condici¨®n del hombre, su capacidad de amar, odiar errar arrepentirse. dar forma a un nuevo mundo pol¨ªtico-social, desde principios de siglo hasta nuestros d¨ªas, viene a ser. a grandes trazos, el hilo fundamental y permanente que mueve la an¨¦cdota y los personajes de este gran Novecento.Proyectado en un principio como serial de televisi¨®n, se trasform¨® m¨¢s tarde en novelario cinematogr¨¢fica, ese tipo de narraci¨®n que hoy ocupa en nuestra cultura y sociedad el lugar reservado hace a?os a los grandes relatos del Siglo XIX.
Pues Novecento tiene mucho de moderna saga de una regi¨®n de Italia: la Emilia donde dos ni?os nacen en el mismo d¨ªa, uno nieto del amo de las tierras, el otro bastardo perteneciente a la familia de los arrendatarios. La historia, los conflictos marginales. el despertar de la conciencia pol¨ªtica en las clases campesinas, el sacrificio de los hombres, el agotarse de las estaciones y las ¨¦pocas, se halla dado a partir o en torno a esa pareja, a esa amistad que a pesar de los lazos al parecer indisolubles de la infancia, poco a poco se evidencia muerta. Historia enraizada en la tierra y en el paisaje cuya riqueza y complejidad justifican sobradamente la larga duraci¨®n de la pel¨ªcula.
1900
Primera parte. Direcci¨®n: Bernardo Bertolucci. Gui¨®n: Franco Arcalli, Giuseppe Bertolucci, Bernardo Bertolucci. Fotograf¨ªa: Vittorio Storaro, M¨²sica: Ennio Morricone. Int¨¦rpretes: Robert de Niro, Gerard Depardieu, Domenique Sanda, Francesca Baertini, Laura Betti, Sterling Havden, Donald Sutherland, Burt Lancaster. Italia-Francia-Alemania. Dram¨¢tico. Local de estreno: Cine Urquijo.
A partir del pr¨®logo que nos recuerda los odios desatados en los d¨ªas postreros de la ¨²ltima contienda mundial cuando la guerra se convirti¨® en civil, poniendo a flote su poso tr¨¢gico de rencor y violencia, el filme volviendo medio siglo atr¨¢s, avanzando luego, solemne y reposado. se nos muestra como el fresco monumental de un mito, una utop¨ªa, un acuerdo frustrado por toda suerte de condicionamientos entre los que se creyeron perpetuos due?os de la tierra. sus hijos que creyeron salvar sus bienes pactando con los desheredados y ¨¦stos y su destino truncado en tantas ocasiones.
Testimonio de ese sue?o fallido y a la vez canto a la esperanza, Bertolucci sin pretender pasar por moralista. nos muestra los hechos tal como los imagin¨®, sobre un contexto de otros contados tal como sucedieron. Lo lleva a cabo con una rara brillantez de im¨¢genes, hablando a un tiempo al gran p¨²blico y al aficionado, aprovechando -seg¨²n ¨¦l mismo afirma-, las virtudes de Hollywood, junto a las ense?anzas del cine sovi¨¦tico, adoptando la novela del siglo pasado y el viejo melodrama pero cambiando su finalidad, sustituyendo la psicolog¨ªa por la ideolog¨ªa.
Bertolucci, consciente de que los filmes pol¨ªticos solo hablan a los convencidos de antemano, ha querido realizar una historia popular sin rebajar por ello su categor¨ªa. Aprovechando tambi¨¦n estilos diversos, utilizados para la narraci¨®n en siglos anteriores desde el naturalismo a la ¨¦pica del realismo social a la indagaci¨®n psicol¨®gica, ha construido una obra en la que la sensibilidad para el paisaje de la parte primera, alterna con la profundidad de los retratos, algunos magistrales como el del abuelo y la familia toda el empleo vibrante de las masas o el an¨¢lisis ir¨®nico de la infancia.
Consciente del tipo de p¨²blico al que se dirige el realizador se sirve de ese protagonista doble, esa mutua amistad de los dos personajes principales para llevarnos de la mano por su brillante galer¨ªa particular de espejos que reflejan la realidad de medio siglo. Estas im¨¢genes cinematogr¨¢ficas constituyen en s¨ª toda una antolog¨ªa, sin perjudicar por ello la unidad de la pel¨ªcula. Si alg¨²n error viene a menguar el ritmo o la calidad de la narraci¨®n, se debe a cierto tipo de concesiones a personajes desorbitados como el fascista que interpreta Donald Sutherland, de masiado diab¨®lico en su f¨ªsico y acciones. De todas formas el peor enemigo de la pel¨ªcula es su obligada divisi¨®n en dos partes, habida cuenta sobre todo del tiempo que puede mediar entre uno y otro estreno. Unidas ambas, su dial¨¦ctica alcanza un sentido mayor al ofrecernos una visi¨®n ambiciosa y melanc¨®lica de anhelo y fracaso, controvertido espejo de la vida.
Realizada con medios escepcionales para el nivel habitual del cine europeo, una serie de nombres americanos e italianos acreditan el acierto de Bertolucci para la elecci¨®n y direcci¨®n de sus actores. Del lado americano destaca junto a Robert de Niro, Burt Lancaster, aunque en el caso de ambos choque siempre su voz italiana impuesta por evidentes necesidades comerciales. Entre los italianos, las mujeres alcanzan superior categor¨ªa junto a tanto rostro an¨®nimo encarnado por aldeanos de la Emilia. Canto social y l¨ªrico de un tiempo pasado pero no olvidado, meditaci¨®n de un marxista burgu¨¦s llevada a cabo con capital americano, su belleza y verdad son para todos. Por encima de sus m¨²ltiples valores, tal viene a ser en definitiva el m¨¦rito m¨¢ximo de esta primera parte, la raz¨®n principal de su evidente grandeza.
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