La guarder¨ªa, una opci¨®n no tan libre
El desarrollo industrial del siglo XIX crea la inminente necesidad de una mano de obra femenina y propicia en un estado embrionario: el nacimiento de la guarder¨ªa. Las madres dejaban a sus hijos en una sala especial de las f¨¢bricas y los recog¨ªan a la salida. Esta incorporaci¨®n de la madre al trabajo ha sido en todos los pa¨ªses la raz¨®n esencial del nacimiento de la escuela infantil.Las ventajas que al ni?o entre cero a seis a?os le proporciona este contacto con otros adultos y el mundo de sus compa?eros de edad ha sido posteriormente puesto en tela de juicio por muchos psic¨®logos. ?Es sintom¨¢tico -se?alaba una educadora de guarder¨ªas miembro de la coordinadora estatal- que todos los estudios que se hacen para analizar esta cuesti¨®n tienen unos u otros resultados seg¨²n la situaci¨®n econ¨®mica que el pa¨ªs atraviese. Cuando hay paro se considera que es la madre el ser m¨¢s adecuado para cuidar al ni?o en esta etapa de su vida. Por el contrario, cuando las necesidades han sido de mano de obra, entonces, de repente, se descubre la importancia social de la guarder¨ªa.?
Estabilidad emocional
Lo cierto es que, a pesar de los pesares, la guarder¨ªa cumple una funci¨®n indiscutible. No pretende sustituir a la madre, sino dar una dimensi¨®n mayor al ni?o. La estabilidad emocional que a ¨¦ste le proporciona es mucho mayor porque le ofrece muchas m¨¢s posibilidades de relaci¨®n. Incluso en casos de ruptura familiar, de conflicto en el seno de la pareja, la guarder¨ªa representa un asidero estable en el mundo del ni?o. ?Pensamos que es necesario desculpabilizar a la madre por el hecho de llevar a su hijo a la guarder¨ªa. Incluso las que parecen m¨¢s convencidas de por qu¨¦ lo hacen tienen una profunda sensaci¨®n de culpa inducida seguramente por el ambiente social, vecinas, abuelas, etc¨¦tera, que se extra?an de que lleve a su peque?o a la guarder¨ªa. Los ni?os que m¨¢s lloran lo que en el fondo reflejan es la dificultad de la madre para asumir esa separaci¨®n m¨¢s que la suya propia.?
Seis horas de guarder¨ªa diarias ser¨ªa m¨¢s o menos el tiempo ideal de estancia para un ni?o y probablemente para el educador que le atiende. Sin embargo, las necesidades de trabajo de los padres son en realidad el factor esencial a la hora de establecer el horario infantil, que se alarga as¨ª hasta las ocho o, incluso, las diez horas de permanencia. Pero, en cualquier caso, nadie puede discutir que en estos primeros a?os de la vida de un ser humano, que son los m¨¢s importantes en su formaci¨®n personal, la escuela infantil, poni¨¦ndole en contacto con una serie de adultos previamente preparados para atenderle, es el complemento ideal del ambiente familiar y de esa imagen de la madre personificada en cualquiera de las personas que viven con ¨¦l.
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