Nacionalidades, naciones y rugby
Creo que, en ocasiones, la reflexi¨®n sobre ciertos acontecimientos de la vida cotidiana pueden clarificar nuestras ideas en materia pol¨ªtica con m¨¢s eficacia que los grandes tratados te¨®ricos o las interminables pol¨¦micas.El pasado s¨¢bado 18 de marzo RTVE ofreci¨® la retransmisi¨®n del encuentro final de rugby correspondiente al Torneo de las Cinco Naciones. En esta tradicional competici¨®n deportiva participan los equipos correspondientes a Escocia, Gales, Inglaterra, Francia e Irlanda.
Resulta sorprendente que, cuando la posible inclusi¨®n del t¨¦rmino ?nacionalidades? en la futura Constituci¨®n es motivo de susceptibilidad -cuando no de esc¨¢ndalo- para algunos, debido a que, con raz¨®n, detr¨¢s de ese vocablo se sugieren concepciones incompatibles con la idea de una ¨²nica ?naci¨®n espa?ola? coincidente con el Estado, miles de espectadores han presenciado un a?o m¨¢s, con la mayor naturalidad, un acontecimiento deportivo en el qu,e ciertas entidades que no constituyen un Estado propio son tratadas con el rango de naciones. Concretamente, este a?o el encuentro final de este torneo fue bien ilustrativo de lo que digo, al enfrentar en igualdad de tratamiento a las ?naciones? de Gales y Francia, sin ser para ello obst¨¢culo el hecho de que en el mapa pol¨ªtico europeo, s¨®lo una de ellas aparezca como Estado.
Pero quiz¨¢, es a¨²n m¨¢s llamativo el ejemplo que sobre esto mismo nos proporciona este a?o el f¨²tbol, al estar presente en los pr¨®ximos Mundiales la selecci¨®n ?nacional? de Escocia.
No es mi intenci¨®n hacer aqu¨ª un an¨¢lisis sobre si el t¨¦rmino ?nacionalidades? refleja correctamente y sin ambig¨¹edades las aspiraciones de quienes lo propugnan ni entro en la cuesti¨®n de si es o no rechazale por los acad¨¦micos de la lengua. Tampoco quiero hacer defensa de una determinada propuesta pol¨ªtica sobre la estructura territorial del Estado. S¨®lo deseo que se considere, a prop¨®sito de estos ejemplos aparentemente tan triviales, que el hecho de reconocer y proclamar la existencia de varias naciones dentro de un Estado, cuando de lo que se trata es de pueblos que, por su acusada diferenciaci¨®n ¨¦tnica e hist¨®rica cualquier otra denominaci¨®n les resulta insatisfactoria, pobre o incluso insultante, no es algo disparatado o inaudito, sino como vemos, naturalmente aceptado por otras latitudes. Y que, por la misma raz¨®n, aunque procuro respetar las opiniones adversas a la mia, pienso que las actitudes de rasgarse las vestiduras ante este punto provienen de una cierta inercia mental, a consecuencia de la cual, creyendo encontrar una vez m¨¢s lo real en lo oficial, ¨²nicamente se concibe la existencia de una nadi¨®n desde la perspectiva de su identUicaci¨®n con un Estado existente en la actualidad.
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