Los tratados de la discordia disgustan en Panam¨¢
Este debate, que a¨²n no ha trascendido en su verdadera medida a la opini¨®n internacional, se ha agudizado en las ¨²ltimas semanas, con el retorno a Panam¨¢ de docenas de exiliados pol¨ªticos y la promesa del general Omar Torrijos de iniciar una apertura pol¨ªtica. En la primera declaraci¨®n p¨²blica hecha por los exiliados (desde los panameistas del ex presidente Arnulfo Arias hasta los ultraizquierdistas de la Liga Socialista), hay coincidencia en el rechazo a los tratados, ?lesivos a la soberan¨ªa y a la dignidad nacionales? y en la exigencia de un nuevo plebiscito por considerar que los tratados ?son enteramente distintos a los que originalmente fueron negociados?.Aunque ?nunca se ha reconocido oficialmente, diplom¨¢ticos acreditados en Panam¨¢ aseguran que el propio presidente de la Rep¨²blica, Demetrio Lakas, mantiene diferencias con el jefe del Gobierno, Omar Torrijos, sobre este terna. Seg¨²n dichas fuentes, Lakas considera, en efecto, que los tratados que han sido ratificados por el Senado son enteramente distintos en el esp¨ªritu y en la letra a los que fueron sometidos a plebiscito a finales del pasado a?o y que, por a tanto, precisan de una nueva consulta popular. Torrijos estima, por el contrario, que el nuevo refer¨¦ndum no es necesario, pues las reformas introducidas por el Senado de los EEUU no son sustanciales.
En la postura de Torrijos, incomprensiblemente respaldada por la mayor¨ªa de los Gobiernos latinoamericanos, existen l¨®gicas razones. Si en octubre de 1977, a pesar de la masiva propaganda oficial a favor del s¨ª y las graves limitaciones sufridas por los partidarios del voto negativo, los que dijeron ?no? a los tratados sumaron cerca del 35 % de los votantes, un nuevo plebiscito sobre los tratados, seriamente mutilados por el Senado norteamericano, tendr¨ªa muy pocas posibilidades de salir adelante con ¨¦xito; y menos con la presencia activa de la oposici¨®n en el pa¨ªs, en virtud de la tolerancia de Torrijos.
La argumentaci¨®n de los juristas paname?os, integrados en el Movimiento de Abogados Independientes contempla tres puntos b¨¢sicos, que coinciden con las tres sustanciales reformas introducidas por los senadores estadounidenses en los primitivos tratados.
El acuerdo verbal Torrijos-Carter
El 14 de octubre de 1977, Carter y Torrijos se reunieron en Washington con objeto de dialogar sobre la grave oposici¨®n suscitada en Estados Unidos contra los tratados sobre el canal. El presidente norteamericano, presionado por los republicanos y por el ala derecha de su propio partido, necesitaba obtener de Torrijos alguna concesi¨®n verbal que calmara a los agitados legisladores. La tesis de ¨¦stos era que se hac¨ªa precisa una aclaraci¨®n del tratado de neutralidad para que ¨¦ste permitiera a Estados Unidos mantener permanentemente abierto y libre el tr¨¢nsito por tan importante v¨ªa mar¨ªtima.
Torrijos, por su parte, no pod¨ªa acceder por las buenas a una petici¨®n de este tono, que en el fondo equival¨ªa a la perenne aprobaci¨®n de la intervenci¨®n norteamericana en el canal. El conflicto se resolvi¨® de manera sibil¨ªna: Carter y Torrijos, en una declaraci¨®n conjunta, aseguraron que las facultades concedidas a Estados Unidos para mantener expedito el canal no significaban intervenci¨®n en los asuntos internos paname?os.
Aunque, formalmente, la introducci¨®n en el tratado de neutralidad del acuerdo verbal Carter-Torrijos, significaba una reforma de los tratados, los expertos paname?os que cuestionan los ac tuales tratados conceden a ese punto mucha menos importancia que a la enmienda que prev¨¦ la posibilidad de que Panam¨¢ despu¨¦s del a?o 2000, otorgue a Estados Unidos derechos a mantener bases militares en territorio paname?o.
El art¨ªculo quinto del tratado de neutralidad se?ala expresamente que despu¨¦s de la entrega del canal a Panam¨¢, en el a?o 2000, solamente este pa¨ªs ?podr¨¢ mantene fuerzas militares, sitios de defensa e instalaciones militares dentro de su territorio. La reforma introducida, desconociendo la letra y el esp¨ªritu de este art¨ªculo, se?ala expresamente la posibilidad de que Estados Unidos obtenga autorizaci¨®n paname?a para la instalaci¨®n de bases.
La reserva "De Concini"
Para la mayor¨ªa, esta enmienda, introducida a ¨²ltima hora por el senador De Concini, es la que de forma m¨¢s descarada consagra la posibilidad intervencionista de Estados Unidos en Panam¨¢. La enmienda concede a Norteam¨¦rica el derecho a tomar cuantas medidas estime oportunas, incluida la de usar fuerzas militares, para mantener abierto el canal cuando este hecho se vea amenazado por cualquier tipo de alteraci¨®n. En la enmienda se se?ala que este derecho no deber¨¢ ser entendido como una intervenci¨®n estadounidense en los asuntos internos de Panam¨¢.
Carlos Iv¨¢n Z¨²?iga, dirigente socialista paname?o y portavoz del Movimiento de Abogados Independientes, explicaba muy gr¨¢ficamente el significado de la ?reserva De Concini?: ?Es como si yo le digo a usted que puedo pegarle una bofetada, pero que, si llego a hacerlo, no deba entender que le he pegado.?
Estas son las tres bases m¨¢s firmes en las que s e apoyan quienes consideran que los tratados originales que, sin duda, significaban un paso importante en el proceso descolonizador del canal, han sido sustancialmente modificados durante las discusiones del Senado y que tal circunstancia impone la convocatoria de un nuevo plebiscito.
Torrijos, presionado por Estados Unidos, no podr¨¢ aceptar nunca un nuevo refer¨¦ndum, pues no tiene ninguna garant¨ªa de ganarlo. Pero, de forma paralela, deber¨¢ hacer muy notables esfuerzos para neutralizar la cada d¨ªa mayor fuerza de los grupos que latrocinan la nueva consulta. Y en todo el proceso, el papel que juegue Estados Unidos ha de ser vital. La presi¨®n de los partidos puede acabar con la salida de Torrijos del poder, pero ser¨¢ muy dif¨ªcil que Estados Unidos consienta la desaparici¨®n de un aliado que, demagogias aparte, se ha mostrado tan condescendiente y sumiso frente a las exigencias del poderoso vecino del Norte.
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