"Todos somos un poco culpables de la muerte de Aldo Moro"
Te¨®logo
Querido Joaqu¨ªn: es curioso que la ¨²nica cosa en la que hemos discrepado (o sea, en que un partido, por democr¨¢tico que sea, se apellide cristiano) sea la que hoy me impulse a dirigirte esta carta abierta para expresarte mi admiraci¨®n y mi adhesi¨®n total. En todo este asunto de Aldo Moro siempre me he estado acordando de ti, y a los que me preguntaban por el pol¨ªtico italiano yo no ten¨ªa otra respuesta m¨¢s pl¨¢stica que decirles: ?algo as¨ª como Joaqu¨ªn Ruiz-Gim¨¦nez?.
Pues bien, en la noche del terrible suceso la Televisi¨®n, por un lado, y la Radio Nacional, por otro, te hicieron una entrevista, donde apareci¨® tu verdadero e inconfundible rostro: el de profeta. S¨ª, no te enfades por ello. Se han dicho muchas cosas superficiales e hip¨®critas con motivo del tr¨¢gico acontecimiento, pero t¨² has tenido la enorme valent¨ªa y la infinita lealtad de decir esa verdad amarga, que Aldo Moro ha dicho desde su c¨¢rcel y que los biempensantes (incluso y sobre todo los ?amigos?) han intentado borrar con el farisaico pretexto de que estaba coartado, y qui¨¦n sabe si hasta drogado. No; t¨², que lo conoc¨ªas bien cuando no estaba en ese aprieto, nos has dicho que su pensamiento era ese desde siempre.
Situaci¨®n cr¨ªtica
T¨² lo has descrito con exactitud matem¨¢tica: hombre aut¨¦ntico, de gran sensibilidad humana y de una finura pol¨ªtica especial. El fue el autor del proyecto del centroizquierda, que a su tiempo intentaba la ya hoy tan dif¨ªcil reconciliaci¨®n de los italianos. Porque t¨², que conoces tan bien a Italia -a nuestra Italia-, te has atrevido a afirmar rotundamente que el pa¨ªs vecino tiene planteado en este momento un gran problema de reconciliaci¨®n nacional, ciertamente distinto del que ten¨ªa Espa?a a la salida de un r¨¦gimen autocr¨¢tico, donde lo urgente era crear una democracia para reconciliar a todos los partidos pol¨ªticos.
Sin embargo, t¨² crees que Italia, a pesar de sus treinta a?os largos de democracia, se encuentra en una situaci¨®n cr¨ªtica, donde las Brigadas Rojas (son tus palabras) pueden considerarse como guerrillas. En este caso, un gesto de magnanimidad hubiera sido, en este momento, saludable. ?Cu¨¢l? te preguntabas. Quiz¨¢ un indulto o algo . parecido. Y a?ad¨ªas con la modestia, que te es innata: ?S¨ªn embargo, yo quisiera en este momento no ser injusto con quienes ostentan la responsabilidad del Gobierno en Italia, m¨¢xime cuando los partidos pol¨ªticos de la oposici¨®n, salvo el socialista, eran partidarios de no negociar. ?
Pero lo que m¨¢s te ha rebelado es el hecho de que ?las razones de Estado predominaran sobre la raz¨®n de humanidad?. A este respecto un periodista te hac¨ªa esta dif¨ªcil pregunta: ?Si el Gobierno hubiera cedido, ?se habr¨ªan puesto en peligro las instituciones democr¨¢ticas?? Tu respuesta es ejemplar: ?En primer lugar no he dicho que deber¨ªa haber cedido el Gobierno. He dicho que un gesto de reconciliaci¨®n en Italia es indispensable; y quiz¨¢ la voz de Aldo Moro sufriente hubiera sido una suficiente justificaci¨®n. No s¨¦ lo que va a ocurrir ahora, pero me pregunto si es que con la muerte tr¨¢gica de Aldo Moro se va a reforzar en este momento la autoridad del Gobierno y la autoridad del Estado.?
Violencia por violencia
Y aqu¨ª incidimos en el viejo problema de la violencia: ?se cura con procedimientos homeop¨¢ticos (violencia contra violencia) o con el intento de romper la que monse?or H¨¦lder C¨¢mara llama infernal espiral de la violencia? Ya un periodista te hac¨ªa esta pregunta, y a pesar de tu cansancio producido por el dolor, dijiste algo que a todos nos abofetea el rostro en nuestro secreto rinc¨®n farisaico: ?Quisiera decir que repulso, ?c¨®mo no!, la violencia terrorista; pero quisiera tambi¨¦n poner de relieve que en el fen¨®meno del terrorismo concurren circunstancias condicionantes socioecon¨®micas, que nojustifican la violencia, pero que s¨ª la explican hist¨®ricamente. ? Y a?adiste: ?Yo creo que Aldo Moro quiso luchar contra el terrorismo, pero no meramente con la represi¨®n, sino intentando f¨®rmulas de avance y de progreso en la sociedad italiana, que suprimieran, en la medida de lo posible, las causas del terrorismo.?
Pero lo m¨¢s prof¨¦ticamente terrible que dijiste -en la entrevista de Radio Nacional- fueron estas literales palabras: ?Creo que la muerte de Aldo Moro de alguna manera nos afecta a todos. Si se me permite, dir¨ªa que todos somos un poco culpables de la muerte de Aldo Moro. Los unos ser¨¢n por acci¨®n, los otros por omisi¨®n. La muerte de Aldo Moro debe servirnos a todos para luchar l¨²cidamente contra la violencia en cualquiera de sus formas: la violencia subversiva y la violencia del Estado, buscando unas formas de convivencia m¨¢s justas que hagan posible una paz aut¨¦ntica.?
Querido Joaqu¨ªn, has hablado como un dem¨®crata y como un cristiano (no digo como un democratacristiano). Y lo de cristiano lo digo recordando aquella frase que se dijo en un alto lugar de autoridad hace 2.000 a?os: ?Conviene sacrificar a un hombre, para que no se deteriore todo el pueblo.?
La primera piedra
Naturalmente, esta frase s¨®lo la pudo pronunciar Caif¨¢s y todos los que, como ¨¦l, su bordinan el hombre a los intereses sucios de cualquier oligarqu¨ªa.
Y, para terminar, quiero recordar tambi¨¦n otra frase hiriente y amordazadora, esta vez pronunciada por el propio Jes¨²s de Nazaret dirigi¨¦ndose a los fariseos que, con su respectiva piedra en la mano, se dispon¨ªan a apedrear a una ad¨²ltera cogida in fraganti: ?El que de vosotros est¨¦ limpio, que tire la primera piedra.?
Y dice el evangelio que se fueron safiendo, empezando por los m¨¢s viejos...
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