Gironella, Franco y yo
Me encuentro a Jos¨¦ Mar¨ªa Gironella en un bosque de cipreses que creen en Dios:-Estoy preparando un cuestionario entre cien espa?oles, sobre la figura de Franco.
-No, gracias. Paso.
A los pocos d¨ªas viene Gironella a casa con un mill¨®n de muertos:
-Mi primera pregunta es ¨¦sta: ?Fue Franco un gran patriota?
-Un gran patriota de s¨ª mismo. Lleg¨® a creer que la Patria era ¨¦l -contest¨® de mala gana.
Aunque no le ofrezco t¨¦ (son las cinco), ni caf¨¦, ni cocacola, ni mirinda, ni nada, Gironella sigue a lo suyo. Yo no ve¨ªa a Gironella desde un d¨ªa que coincidimos en La Zarzuela, en una grata velada, con los Reyes y Natalia Figueroa:
-Hay quien dice que Espa?a, con Franco, ha cambiado de piel. ?Ha cambiado tambi¨¦n de alma?
-El alma se la vendimos por entonces al diablo, que parec¨ªa que iba a ganar la guerra mundial.
-?A qu¨¦ atribuir¨ªa usted la larga permanencia de Franco en el poder? ?A que era un caudillo nato, carism¨¢tico?
-Sin duda. Franco ten¨ªa carisma, y con el carisma va a hacerse ahora un reloj la marquesa/duquesa, en Suiza.
A prop¨®sito de relojes, miro el m¨ªo descaradamente, por si Gironella quiere llevarse ya sus cipreses creyentes (yo dir¨ªa que el cipr¨¦s es un ¨¢rbol. feligr¨¦s), sus muertos contabilizados y su estad¨ªstica sobre Franco, pero cuando este se?or de Barcelona se propone vendernos o comprarnos algo, nos lo vende o nos lo compra, y empiezo a pensar en el catal¨¢n del ¨²ltimo filme de Berlanga (Sazatornil), que viene a Madrid a vender porteros autom¨¢ticos y revuelve toda la clase pol¨ªtica franco-opusde¨ªsta hasta colocar sus porteros.
-Yo, portero autom¨¢tico ya tengo -le digo a Gironella.
-Perd¨®n, no le comprendo.
No me comprende, claro. Sigamos con la encuesta franco-franquista:
-?Cree usted que el general Franco respet¨® los derechos humanos o que los viol¨® de forma sistem¨¢tica, implacable y cruenta?
-Creo que los respet¨® de forma implacable y cruenta.
-Perd¨®n, no comprendo, el castellano de usted es tan barroco, tan, en fin, tan castellano.
-Es muy f¨¢cil. Franco respet¨® de forma implacable y cruenta los derechos humanos de sus amigos, para lo cual, inevitablemente, tuvo que ser un poco implacable y cruento con sus enemigos.
-Franco habl¨® con insistencia de la unidad de los hombres y las tierras de Espa?a. ?Estamos los espa?oles ahora m¨¢s unidos o desunidos que en 1936?
-Me suena, efectivamente, aquel cantable de la unidad de los hombres y las tierras de Espa?a. Pero en mi colegio lo que cant¨¢bamos, sobre todo, era Monta?as nevadas y Prietas las filas.
-Los Reyes de Espa?a reunieron hace poco en La Zarzuela a un grupo de intelectuales. ?A qu¨¦ atribuye usted que Franco no convocara jam¨¢s una reuni¨®n similar?
-Recuerdo lo de La Zarzuela, entre otras cosas, porque all¨ª nos conocimos usted y yo. A lo mejor es que Franco no ten¨ªa ning¨²n especial inter¨¦s en que se conocieran Umbral y Gironella.
-?Vio usted alguna vez de cerca a Franco? ?Qu¨¦ impresi¨®n f¨ªsica le caus¨®?
-Le vi una vez, siendo yo muy peque?o, en un desfile, y me record¨® un sello de Correos de cuarenta c¨¦ntimos, que era lo que val¨ªan entonces. Pero luego los sellos subieron y ahora valen cinco pesetas.
-?Es usted optimista o pesimista respecto a la consolidaci¨®n de la democracia?
-Lo ¨²nico que puedo decirle seguro es que los sellos van a seguir subiendo.
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