Planificaci¨®n, coordinaci¨®n y explotaci¨®n
Jefe del departamento t¨¦cnico-econ¨®mico de UNESALa estatificaci¨®n o privatizaci¨®n de sectores econ¨®micos completos es siempre, aunque en ocasiones se afirme lo contrario, una cuesti¨®n fundamentalmente ideol¨®gica.
Esta posici¨®n es especialmente pol¨¦mica cuando se trata de sectores b¨¢sicos como el energ¨¦tico en general y el el¨¦ctrico en particular, y las partes interesadas suelen aportar casi exclusivamente los argumentos en favor de su posici¨®n particular procurando silenciar los que no convienen a su postura, lo cual, de cara a la sociedad en su conjunto, puede resultar beneficio so a la larga si el contraste de opiniones sirve para conocer ambas versiones, siempre que en las mismas se mantenga un m¨ªnimo de objetividad y un suficiente conocimiento del problema en su conjunto.
En este sentido, y como consecuencia de los tres art¨ªculos aparecidos en el diario EL PA?S y firmados por Mart¨ªn Gallego, conviene hacer algunas aclaraciones con el fin de completar la informaci¨®n recibida por el lector interesado en el tema, no tanto en lo que se refiere a posiciones subjetivas respecto al problema, como en lo que concierne a afirmaciones basadas en datos o comparaciones con la situaci¨®n en otros pa¨ªses.
Sistemas mixtos
En primer lugar, resulta demasiado simplista el separar los sistemas el¨¦ctricos en privados o estatificados, cuando lo normal es la existencia de un sector mixto, con coexistencia de empresas p¨²blicas y privadas y predominio de unas u otras. As¨ª, entre los pa¨ªses de econom¨ªa de mercado puede decirse que, en r¨¦gimen fundamentalmente privado, funciona el sector el¨¦ctrico en pa¨ªses como Estados Unidos, Jap¨®n, B¨¦lgica, Suiza o Espa?a; en r¨¦gimen mixto con participaci¨®n importante de empresas p¨²blicas y privadas, pa¨ªses como Alemania Federal o Suecia, y en r¨¦gimen fundamentalmente de empresa estatal ¨²nica, Francia, Inglaterra o Italia. En ninguno de los pa¨ªses el sistema es totalmente privado o totalmente estatificado, pero, adem¨¢s, las diferencias institucionales o de gesti¨®n y explotaci¨®n que pueden encontrarse, por ejemplo, entre el modelo alem¨¢n, italiano, franc¨¦s o de Estados Unidos, son tan profundas como las que puedan exisitir actualmente entre el modelo de Espa?a y cualquiera de ellos.
Desde el punto de vista de la integraci¨®n en la Comunidad Econ¨®mica Europea puede afirmarse, pues, que el actual sistema espa?ol es perfectamente integrable en la misma (de hecho ya participa en las asociaciones internacionales existentes y est¨¢ conectado a la red europea de transporte desde hace muchos a?os) y, objetivamente, tambi¨¦n hay que reconocer que lo mismo lo ser¨ªa con un sistema estatificado o mixto, pues, como se ha dicho, de todos ellos hay ejemplos en la Comunidad Europea.
En Espa?a la participaci¨®n actual de empresas del INI en la producci¨®n de electricidad se sit¨²a en torno al 16% si se mide desde el punto de vista de la potencia instalada de propiedad dominante p¨²blica. Esta participaci¨®n se ha mantenido en los ¨²ltimos a?os y tiende a incrementarse de modo que hacia el a?o 1981 estar¨¢ en torno al 20%
En Estados Unidos, por ejemplo, la participaci¨®n del sector p¨²blico en el equipo generador alcanz¨® un m¨¢ximo del 24% en el a?o 1966, disminuyendo dicho porcentaje al 20% en 1976, siendo el resto de la potencia instalada propiedad de las empresas privadas en las formas jur¨ªdicas de sociedad mercantil (78%) o cooperativa (2%), seg¨²n datos tomados de ?Electric Utility Industry Statistics?. Edison Electric Institute 1977.
En cualquier caso, y puesto que se insiste en la comparaci¨®n con EE UU, conviene tener muy presente que en dicho pa¨ªs se ha llegado a la posici¨®n econ¨®mica que actualmente ocupa en el mundo a trav¨¦s de un sistema de iniciativa privada y no estatificada. Si se cita a EE UU como ejemplo, no se puede pedir estatificaci¨®n, sino pensar c¨®mo se monta un sistema econ¨®mico-social general a trav¨¦s del cual las empresas en general deben actuar con la eficacia de las americanas en lugar de favorecer su sustituci¨®n por empresas estatales.
Parece claro que, ante una situaci¨®n dada, el coste del cambio es solamente aconsejable si el beneficio resultante puede considerarse suficientemente compensador. De ah¨ª la complejidad del tema, puesto que tanto el an¨¢lisis del coste como el del beneficio a?adido llevan impl¨ªcitos una gran cantidad de elementos subjetivos.
En t¨¦rminos m¨¢s objetivos, lo que s¨ª puede afirmarse es que siempre ser¨¢ m¨¢s elevado el coste del cambio que la mejora del sistema existente, salvo que los fallos objetivamente detectados sean de tal cuant¨ªa que hagan aconsejable ese elevado coste.
Por ello, nadie puede estar en contra de la mejora de los sistemas existentes, tanto si son privados como p¨²blicos, pero la conveniencia del cambio debe partir de un an¨¢lisis profundo de lo que se posee y, tambi¨¦n por esto, cuando se pide el paso a un sistema el¨¦ctrico estatificado, se tiende a exagerar los posibles defectos de la situaci¨®n presente de forma que resulte m¨¢s aconsejable la sustituci¨®n del sistema que el perfeccionamiento del mismo.
En principio, y referido al caso espa?ol concretamente, es un hecho conocido que, en conjunto, la actuaci¨®n del sector el¨¦ctrico admite una comparaci¨®n ventajosa con cualquier otro de los grandes sectores industriales del pa¨ªs y no puede seriamente afirmarse que, incluso en ¨¦pocas tan desfavorables como la actual, a partir de la crisis energ¨¦tica de 1973, el servicio no haya sido mantenido en condiciones de cantidad, calidad y precio comparables a las de cualquier otro pa¨ªs desarrollado.
Las principales cr¨ªticas realizadas a la situaci¨®n actual del sector el¨¦ctrico por Mart¨ªn Gallego en sus art¨ªculos se refieren, a nuestro juicio, a los aspectos siguientes.
Planificaci¨®n, coordinaci¨®n y explotaci¨®n
En cuanto a la planificaci¨®n, coordinaci¨®n y explotaci¨®n del sistema el¨¦ctrico espa?ol es un hecho cierto que a partir de la creaci¨®n de UNESA en 1944 puede hablarse de un sistema el¨¦ctrico espa?ol coordinado que, adem¨¢s, con la creaci¨®n y desarrollo de la red de transporte y la actuaci¨®n del repartidor central de cargas, permite la actuaci¨®n del sector como un sistema integrado, respetando las iniciativas y competencias privadas en los campos que no son contrarios al inter¨¦s general, sino que, al contrario, ¨¦ste se beneficia de la existencia de las mismas.
De hecho, sin la existencia de un centro coordinador y una red general de transporte interconectada, no puede hablarse de sistema el¨¦ctrico integrado, tanto si se opera en r¨¦gimen de empresa estatal como privada.
La existencia a trav¨¦s de UNESA de planes el¨¦ctricos de instalaciones es un hecho muy anterior en el tiempo a los propios planes energ¨¦ticos globales, y resulta l¨®gico que las propuestas de aquellos planes correspondan a las empresas, siendo responsabilidad de la Administraci¨®n la fijaci¨®n previa de los objetivos generales a que dichos planes deben responder, la aprobaci¨®n, en su caso, de las propuestas de planes presentados y la posterior vigilancia y control de su cumplimiento o revisi¨®n. Esta situaci¨®n es normal y, por ejemplo, no ser¨ªa comprensible que en Francia la Administraci¨®n preparara un plan el¨¦ctrico sin contar con los estudios y propuestas previas de Electricit¨¦ de France, que es la empresa estatificada ¨²nica que en Francia produce y distribuye la energ¨ªa el¨¦ctrica. La actuaci¨®n de UNESA en este campo permite la coordinaci¨®n de los planes individuales de las empresas y su acoplamiento a la optimaci¨®n de los objetivos fijados por la Administraci¨®n, que es quien los debe aprobar si se ajustan a los mismos.
En cuanto a la coordinaci¨®n de la explotaci¨®n, hay que tener en cuenta, en primer lugar, que las energ¨ªas primarias nacionales a partir de las cuales se produce la electricidad (agua y carb¨®n) son escasas, mal repartidas y con elevado grado de aleatoriedad en cuanto a disponibilidad (agua). Efectivamente, en la zona norte y noroeste se concentra la mayor parte del carb¨®n nacional y de la energ¨ªa hidr¨¢ulica. Ello hace que las centrales que aprovechan estas energ¨ªas deban situarse principal mente en esas zonas y que, hasta que la energ¨ªa nuclear permita cubrir parte importante del bache, la dependencia del fuel-oil de importaci¨®n sea fuerte.
La Administraci¨®n fija los objetivos, con independencia de las empresas, de aprovechamiento preferente de los recursos nacionales y reducci¨®n al m¨¢ximo de las importaciones de productos petrol¨ªferos. El cumplimiento de estos planes se efect¨²a a trav¨¦s del repartidor de cargas de UNESA, mediante los planes diarios y horarios de explotaci¨®n, establecidos de acuerdo con las directrices emanadas de la Administraci¨®n, a quien, asimismo, se da cuenta semanalmente de su cumplimiento detallado (evoluci¨®n de la demanda, disponibilidad de los equipos, situaci¨®n de los embalses, etc¨¦tera).
El RECA, que funciona en UNESA las veinticuatro horas diarias de los 365 d¨ªas del a?o, sigue constantemente la explotaci¨®n, estableciendo los ajustes de planes que garanticen la seguridad del suministro y el cumplimiento de los objetivos. Baste destacar a este respecto que el RECA conoce y traslada diariamente a la Direcci¨®n General de la Energ¨ªa del Ministerio de Industria y Energ¨ªa m¨¢s de 4.000 datos sobre la situaci¨®n del sistema, referidos a potencias horarias de transporte en l¨ªneas de la red, reserva de embalses, producci¨®n y potencias horarias de cada central t¨¦rmica, consumo diario de combustibles s¨®lidos y l¨ªquidos, intercambios de energ¨ªa entre sociedades y zonas el¨¦ctricas, parques de combustibles, etc¨¦tera. Siguiendo instrucciones del RECA, por ejemplo, durante 1977 se produjeron 350 paradas y arranques de centrales de fuel-oil, con la consiguiente incidencia econ¨®mica desfavorable para las empresas propietarias, con el fin de aprovechar al m¨¢ximo las favorables condiciones hidr¨¢ulicas existentes en dicho a?o.
Transporte a nivel europeo
Por lo que respecta a la red de transporte, con independencia de que todo es mejorable y de que la red peninsular espa?ola es mejor cada a?o que pasa, la capacidad actual de dicha red para atender a su funci¨®n de enlace entre centros productores y de ¨¦stos con los consumidores est¨¢, cuando menos, a la altura de la de los pa¨ªses europeos m¨¢s desarrollados (exceptuando algunos que no poseen a¨²n este sistema interconectado ¨²nico, como por ejemplo Alemania), con los que adem¨¢s est¨¢ interconectada desde hace muchos a?os.
Dicha capacidad se pone de manifiesto por su contribuci¨®n a la seguridad y optimizaci¨®n del servicio en casos extremos. As¨ª, por ejemplo, en el a?o 1976, en el que las aportaciones hidroel¨¦ctricas tan s¨®lo alcanzaron el 43% de su valor nominal, se produjo l¨®gicamente una gran oferta de energ¨ªa procedente de las centrales t¨¦rmicas, que funcionaron pr¨¢cticamente al m¨¢ximo de su potencia y que pudo ser trasladada a los centros de consumo sin que se produjeran interrupciones en el servicio. Por el contrario, en 1977, en que las aportaciones hidr¨¢ulicas superaron en un 18% su valor en a?o medio y, por tanto, gran parte de la energ¨ªa producida con centrales hidroel¨¦ctricas hubo de ser transportada del Noroeste al resto de la Pen¨ªnsula, la explotaci¨®n del sistema pudo realizarse aprovechando al m¨¢ximo este excedente hidr¨¢ulico y reduciendo al m¨ªnimo el consumo de fuel-oil, gracias a la red de transporte existente, de forma que solamente dej¨® de aprovecharse un 0,25% del volumen de la producci¨®n posible de energ¨ªas preferentes, y hay que tener en cuenta que de este 0,25% la mayor parte se debi¨® a indisponibilidades por aver¨ªas de elementos de la red, tanto de car¨¢cter fortuito por condiciones atmosf¨¦ricas, como intencionados (caso del sabotaje sufrido en las l¨ªneas de alta tensi¨®n del anillo de Madrid).
La red espa?ola posee en el sistema peninsular una extensi¨®n de doscientos kil¨®metros en l¨ªneas de 220 y 380 kilovoltios por cada mil millones de kilovatios hora producidos, en tanto que esta relaci¨®n es en Francia, por ejemplo, de s¨®lo 150 kil¨®metros. La red espa?ola a 380 kilovoltios es del mismo orden de magnitud -cerca de 6.000 kil¨®metros- que la red de igual tension en Francia, en tanto que este pa¨ªs produce m¨¢s del doble de energ¨ªa el¨¦ctrica que Espa?a.
En cuanto a las p¨¦rdidas en la red de transporte hay que se?alar que ¨¦stas, seg¨²n las leyes de la f¨ªsica, son funci¨®n de la cantidad de energ¨ªa transportada y de la distancia a que se transporta. Por ello, las comparaciones entre sistemas de distintos pa¨ªses deben hacerse con mucho cuidado para lograr un m¨ªnimo de homogeneidad.
Los movimientos de energ¨ªa por la red son en gran parte consecuencia de los planes de explotaci¨®n establecidos para el mejor aprovechamiento de las energ¨ªas primarias disponibles. En el caso de Espa?a y por las razones dichas de localizaci¨®n y la gran oscilaci¨®n de la hidraulicidad de un a?o a otro, los movimientos de energ¨ªa suelen ser normalmente muy importantes si se quiere optimizar el sistema el¨¦ctrico en su conjunto. No obstante, con los datos obtenidos a trav¨¦s de m¨¢s de 1.500 complejos estudios de reparto de cargas para los a?os 1974-75 y 76, se ha podido comprobar que las p¨¦rdidas reales por transporte en la red mallada de 380 y 220 kilovoltios, son inferiores, en todos los casos, al 2%, similares a las de cualquier otro sistema el¨¦ctrico extranjero. Si adem¨¢s de estas p¨¦rdidas se tienen en cuenta las correspondientes a la distribuci¨®n hasta el usuario final en baja y media tensi¨®n, la cifra total de p¨¦rdidas se sit¨²a actualmente en un 9,9%.
Este porcentaje de p¨¦rdidas es similar, y en algunos casos inferior, al que se registra en pa¨ªses europeos como: Italia, 10%; Dinamarca, 10,4%; Suecia, 9,2%; Noruega, 12,8%; Austria, 9,1 %, etc¨¦tera, o en pa¨ªses de Europa oriental, como Bulgaria, 9,7 %; Yugoslavia, 10, 1 %; Checoslovaquia, 9,8%; Ruman¨ªa, 9,3%; Alemania RD, 9,4%, y tambi¨¦n en Estados Unidos, con el 9,2%.
Desde el punto de vista de seguridad del suministro la actuaci¨®n coordinadora del RECA y la existencia de la capacidad de la red interconectada permitieron, por ejemplo, que la perturbaci¨®n registrada el 6 de julio de 1977, que fue la mayor de la historia el¨¦ctrica espa?ola y comparable por su magnitud a los dos apagones de Nueva York, fuera solucionada en nuestro pa¨ªs en un tiempo diez veces inferior al que requirieron los citados apagones neoyorquinos.
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