Acercamiento de un poderoso sector del episcopado a tendencias pol¨ªticas de derechas
Un sector poderoso, aunque minoritario, del episcopado espa?ol quisiera ver en este pa¨ªs una reproducci¨®n de las actitudes de una democracia cristiana europea, pero conservadora, que defendiera derechos tradicionales de la Iglesia cat¨®lica. Pol¨ªticos de esa tendencia parecen interesados en capitalizar esa opci¨®n y para ello efect¨²an un acercamiento personal hacia ese sector episcopal.Medios eclesiales que muestran su preocupaci¨®n por estas maniobras inconscientes de sus compa?eros de clero temen que esa aproximaci¨®n termine confundiendo de nuevo a la Iglesia cat¨®lica con determinadas actitudes e intereses de la derecha pol¨ªtica. Estos medios eclesiales, de centro y de centro-izquierda, insisten en el car¨¢cter minoritario del sector al que se refieren, aunque admiten que su poder, sobre todo despu¨¦s de la ¨²ltima asamblea de la Conferencia Episcopal, es grande.
La ¨²ltima asamblea del episcopado se celebr¨® a finales de febrero. En ella result¨® reelegido presidente de la Conferencia el cardenal Taranc¨®n, ap¨®stol de una Iglesia cat¨®lica independiente de partidos. Un ejecutivo fuerte, en el que mandan personalidades moderadas de la Iglesia, controla el episcopado desde que se celebr¨® esa asamblea. El ejecutivo era antes honorario. Ahora la presidencia es colegiada. Para quienes siguen de cerca las actividades de monse?or Taranc¨®n en estos ¨²ltimos cinco meses, parece que todo ha cambiado bastante: el.cardenal se halla mediatizado y padece, por qu¨¦ no decirlo, de cierta soledad.
Una maniobra inconsciente
No se trata, insisten las fuentes que hemos podido consultar, de una maniobra consciente. Los obispos que quisieran ver una conducta m¨¢s fuerte de la Iglesia con respecto a determinados temas -ense?anza, divorcio, aborto- s¨®lo tratan de acabar con una neutralidad que consideran que ha hecho perder posiciones al catolicismo oficial ante la comunidad cat¨®lica.
Sin embargo, parece improbable que tal sector episcopal use su poder para adscribirse a los movimientos cat¨®licos de padres de familias que en las ¨²ltimas semanas han pretendido tomar la plaza p¨²blica para pedir ?una familia fuerte en una sociedad libre?, o lo que ellos llaman una ense?anza libre.
No debe olvidarse, no obstante, que los responsables de tales movimientos fueron nombrados por la comisi¨®n permanente del episcopado, y que alg¨²n d¨ªa tratar¨¢n de obtener -si no lo han hecho ya- el apoyo de las jerarqu¨ªas confesionales para las demostraciones p¨²blicas de su opci¨®n social y pol¨ªtica.
La influencia del sector episcopal al que venimos refiri¨¦ndonos se concentra m¨¢s en la actualidad en los contactos personales. Con ministros, por ejemplo. El titular de Educaci¨®n, I?igo Cavero, democristiano, ha sido visitado por jerarqu¨ªas notables del episcopado, preocupadas por el sesgo constitucional que se le d¨¦ al tema de la libertad de ense?anza.
No hay cabeza visible
La insistencia con que se cita a El¨ªas Yanes, arzobispo de Zaragoza, como exponente principal de ese sector, no concuerda con la opini¨®n de compa?eros suyos de episcopado, quienes consideran que monse?or Yanes recibe ese protagonismo simplemente porque su relevancia ha sido grande en la historia reciente de la Conferencia Episcopal y porque en la actualidad preside la comisi¨®n episcopal de ense?anza. Pero -se afirma- si bien ese sector existe. no funciona como entidad organizada ni tiene, por tanto, una cabeza visible.
Tampoco parece cierto que la influencia italiana en ese sector del episcopado sea la determinante de esta conducta de los obispos moderados. La amistad personal que jerarqu¨ªas de la Iglesia italiana tienen con algunos de esos obispos democristianos no ha sido utilizada hasta ahora ni en un sentido ni en otro.
La ¨®smosis que se ha producido entre sectores pol¨ªticos democristianos y los obispos que podr¨ªan ser llamados de esta tendencia no es peligrosa para la pol¨ªtica, dec¨ªa un destacado eclesi¨¢stico. Se trata -se?alaba- de un riesgo para la Iglesia, cuya conducta debe responder a un deseo militante de reconciliar a los espa?oles. Si a la Iglesia cat¨®lica se le da de nuevo, aunque sea parcialmente, una imagen de derechas -o de izquierdas, en otro caso hipot¨¦tico- volver¨ªa a protagonizar las divisiones que en el pasado resultaron catastr¨®ficas para los espa?oles.
Fuentes consultadas por EL PA?S se?alan que no han sido los eclesi¨¢sticos a los que se alude los que han iniciado este proceso de ¨®smosis, sino que han sido ambientes pol¨ªticos que hoy est¨¢n adscritos al partido del poder -Uni¨®n de Centro Democr¨¢tico- los que han insistido m¨¢s para ganarse las simpat¨ªas de los miembros del episcopado que quer¨ªan una menci¨®n expresa de la Iglesia cat¨®lica en el proyecto constitucional. Esta menci¨®n, que al fin se alcanz¨® -y contra cuya oportunidad se pronuncian personalidades del episcopado-, fue producto de la presi¨®n ejercida en ese sentido por diputados cualificados de UCD.
El inter¨¦s de UCD
A UCD, en la que ahora se est¨¢ produciendo una ofensiva democristiana, le interesa que ese sector de la Iglesia se halle a su lado ante cualquier contingencia electoral, y podr¨ªa tratar de capitalizar convicciones sociales y religiosas de la Iglesia, que teme una reforma sustancial de la sociedad espa?ola. Este sector podr¨ªa creer en la conveniencia de aunar fuerzas con tales ambientes pol¨ªticos.
Algunos eclesi¨¢sticos temen que los partidos de izquierda reaccionen con hostilidad ante determinadas defensas que sectores de la Iglesia hagan de sus convicciones m¨¢s ancestrales. Otros piensan que los partidos de izquierda -Partido Socialista Obrero Espa?ol y Partido Comunista- dan muestras de que quieren llegar a un di¨¢logo eficaz para lir las asperezas que puedan existir.
Una Iglesia libre
Las posiciones pol¨ªticas de los partidos izquierdistas sobre el papel que debe ugar la Iglesia en este momento coinciden con las de los reformistas y rupturistas -estos ¨²ltimos no aceptan esta definici¨®n-, con los que hemos hablado en el sector eclesial. Quieren una Iglesia libre, no contaminada por los partidos, o, en todo caso, coincidente con puntos fundamentales de diversos partidos pol¨ªticos y no de uno solo. Un senador socialista hablaba de una Iglesia plural, que, entre otros, admitiera el principio de la escuela para todos. Un eclesi¨¢stico reformista habla de una Iglesia separada del poder, que renunciara a algunos de sus poderes tradicionales. No s¨®lo hay que desconfesionalizar el Estado. Hay que privar a la Iglesia -dec¨ªa este eclesi¨¢stico- del control que ha ejercido sobre la instituci¨®n matrimonial y sobre la escuela. No basta con decir que no hay ning¨²n obispo en el Parlamento para ilustrar la independencia de la Iglesia cat¨®lica. Tampoco es conveniente que sectores eclesiales identifiquen el car¨¢cter nuevo que se le quiere dar a la instituci¨®n matrimonial con la aparici¨®n de un desorden social que, a ra¨ªz de la concesi¨®n del divorcio, obligue al surgimiento del amor libre.
Antes que aceptar la identificaci¨®n con tendencias pol¨ªticas, se nos dice en ambientes cat¨®licos, episcopales o no, la Iglesia deb¨ªa iniciar un di¨¢logo interno. A partir de este di¨¢logo tendr¨ªa que surgir la flexibilidad que hiciera imposible condenas a los cristianos que se declaren socialistas, o la defensa sutil de cualquier ideolog¨ªa pol¨ªtica.
Desde esos sectores cat¨®licos temerosos de una adscripci¨®n inconsciente de la Iglesia a unas determinadas siglas de partidos, se pide una Iglesia muy prof¨¦tica, pol¨ªticamente neutral pero beligerante en favor de los derechos humanos. Una Iglesia que mantenga una conciencia cr¨ªtica con respecto a la sociedad y a la propia Iglesia y su evoluci¨®n. En definitiva, en contra de quienes quieren conducir a la Iglesia -desde dentro o desde fuera- al lado de una ideolog¨ªa, se apoya la idea de una Iglesia defensora de una nueva convivencia, preocupada por crear espacios de libertad, enfrentada a los intereses particulares para defender los derechos colectivos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.