Se cargaron la corrida de Adelpha
La corrida de Adelpha ha resultado un fracaso. Todas sus buenas intenciones, para promocionar la fiesta, desde el punto de vista de considerar el toro como patrimonio ecol¨®gico y la fiesta en s¨ª misma como un patrimonio inigualable, tanto hist¨®rico como cultural, se han venido abajo. Tal vez fallaron los planteamientos al confeccionar el cartel. Contrataron una corrida sin casta, un veterano al borde de la retirada, ya sin ilusi¨®n, y un torero que llevaba dos a?os apartado de los ruedos.Lo peor, con todo, fue que en ning¨²n momento los espadas y cuadrillas actuantes tuvieron la m¨¢s m¨ªnima intenci¨®n de competir por los trofeos en liza. No se vio ni un puyazo en regla, ni torear a una mano, ni siquiera un par de banderillas. Los espadas, ni un lance, ni un quite, mucho menos una estocada. Se limitaban a esperar la muleta para endilgar a los ?bueyes?, quieras que no, el consabido derechazo o zurdazo.
Plaza de Carabanchel
Corrida organizada por Adelpha. Toros de Miguel Hiquero: en general, terciados, mansos sin casta ni fuerza. Manuel Vidri¨¦: palmas y saludos. D¨¢maso G¨®mez: palmas y saludos. Aviso, pitos. Curro V¨¢zquez: aviso, vuelta protestada. Silencio. Sim¨®n: palmas y saludos. Silencio.
S¨®lo Curro V¨¢zquez en el segundo se sali¨® un poco de la rutina en una faena variada y a ratos muy torera, con destellos de arte. Comenz¨® muy bien con dos pases por alto y uno de trinchera, para dibujar luego tres derechazos suaves, lentos, de gran empaque; luego la faena baj¨® de calidad, tuvo altibajos, lo mejor, los remates de cada serie: pases por bajo, cambios de mano, ayudados. Mat¨® muy mal a este toro. El quinto, un buey para tirar de la carreta, no ten¨ªa, por tanto, un pase; Curro estuvo pesado y deslucido, mat¨® con brevedad.
D¨¢maso G¨®mez, el veterano luchador de tantas corridas duras, anduvo por la plaza como quien toma el sol en una playa. Con el primero se hart¨® de jugar, le dio muchos derechazos, muchos naturales, alguno largo y templado, pero todos sin emoci¨®n ni arte. Con el cuarto, otro morucho, no estuvo tan tranquilo, pero s¨ª igual de desangelado, tanto que ¨¦l mismo pidi¨® a los m¨²sicos que tocaran para animar aquello. Sim¨®n, tras dos a?os alejado de los ruedos, acus¨® la falta de sitio y no consigui¨® nunca acoplarse con sus toros. Abri¨® plaza Vidri¨¦ con un ?mulo?, lo rejone¨® con inteligencia y eficacia, pero no logr¨® lucimiento.
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