Masculino / femenino
Los filmes pretendidamente feministas, es decir, aquellos que dan testimonio o emiten un juicio m¨¢s acerca de la guerra de los sexos, suelen caer en el mismo pecado que el resto de los relatos b¨¦licos. En la saga de la batalla del Pac¨ªfico, por ejemplo, cuando las historias nos ven¨ªan contadas por los realizadores americanos, era cosa digna de ver c¨®mo aquellos pobres nipones eran inmolados no como enemigos sino como rid¨ªculos y torpes. Luego lleg¨® hasta nosotros El arpa birmana, por ejemplo, y las tornas se volvieron. En Europa sucedi¨® lo mismo con los ej¨¦rcitos alemanes hasta que los alemanes comenzaron a realizar sus filmes de nuevo. Despu¨¦s ¨¢rabes contra israel¨ªes, rusos contra anglosajones, germanos contra franceses y pieles rojas contra rostros p¨¢lidos nos mostraron la raz¨®n de su lado, del lado del realizador, sobre todo cuando se trataba de filmes elementales y mediocres.Tal es el caso de Yo soy m¨ªa. Si en algo se evidencia como realizado por mujeres es en la forma de presentar a sus antiguos compa?eros. Los hombres que en el filme aparecen son ego¨ªstas, eg¨®latras, pregoneros de sus torpes conquistas, un tanto homosexuales y, aunque la realizadora no lo dice, por a?adidura, bastante ingenuos. No importa su condici¨®n social. Siempre atentos a saciar sus apetitos m¨¢s inmediatos, unos niegan su dinero a las hijas, precipit¨¢ndolas al suicidio; otros, amor, compa?¨ªa o comprensi¨®n, empuj¨¢ndolas por caminos menos cruentos; todos, salvo un joven pescador que se nos ofrece como flor entre espinos y que, sin saber por qu¨¦, de pronto enferma y al final se muere, qui¨¦n sabe si asustado de su ins¨®lito e inesperado privilegio.
Yo soy m¨ªa
Direcci¨®n: Sof¨ªa Scandurra. Fotograf¨ªa: Nurith Aviv. M¨²sica: Giovanna Marini. Int¨¦rpretes: Stefania Sandrelli, Michele Pl¨¢cido, Mar¨ªa Schneider, Anna Henkel, Grisa H¨¹ber. Dram¨¢tico. Italia -Espa?a -Francia. 1977. Local de estreno: Conde Duque.
La galer¨ªa de mujeres incluye diversos tipos, que componen un brillante florilegio de caracteres, desde una Mar¨ªa Schneider paral¨ªtica, a medias lesbiana y a medias proxeneta, extra?o Macbeth en las almenas de su villa, pasando por subnormales y hechiceras simp¨¢ticas hasta alguna que otra v¨ªctima del machismo cruel de humildes pescadores. La historia, inspirada en una novela de Dacia Mariani, Mujeres en guerra, publicada hace diez a?os, m¨¢s parece destinada a confundir que a esclarecer esa guerra a la que antes se alud¨ªa.
Con tales mimbres es in¨²til insistir sobre la an¨¦cdota, que por otra parte les corresponde totalmente, aunque s¨ª es preciso hacer notar que a partir de la mitad de la historia ¨¦sta se precipita, avanzando a trompicones, sin demasiada hilaci¨®n, dividiendo la historia en dos, o volviendo a reunirla, visualizando recuerdos y acumulando se tratan m¨¢s amplia y tranquilamente.
Al principio se piensa que este filme presta un flaco servicio a cualquier movimiento feminista, pero a la postre se llega a la conclusi¨®n de que su lanzamiento publicitario, como realizado exclusivamente, por mujeres, quiz¨¢s resulte desde el punto de vista comercial tan eficaz como rid¨ªculo.
La toma de conciencia frente al hombre mismo no se concreta en este casi en un sentir com¨²n, concreto y femenino. M¨¢s parece un elogio de la soledad como mal menor ante cierto tipo de frustraciones. Por otra parte, Sof¨ªa Scandurra ha heredado de alguno de sus enemigos cierta falta de imaginaci¨®n evidente, bastante m¨¢s dif¨ªcil de suplir que el mismo oficio, y que la lleva a excesos entre la fotonovela y el panfleto f¨ªlmico.
Cuando se recuerdan filmes como Una canta, la otra no, de Agnes Varda, se llega a la conclusi¨®n de que el peor enemigo de la mujer quiz¨¢s no venga a ser el hombre, como suele apuntarse en estos casos, sino las mismas mujeres cuando las buenas intenciones, como aqu¨ª, quedan ahogadas en pel¨ªculas tan torpes e innecesarias como ¨¦sta.
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