Ante un dif¨ªcil postito¨ªsmo
Este nuevo congreso de la Liga de Comunistas de Yugoslavia (LCY) resulta significativo por varias razones. Se trata, en primer lugar, de una de las ¨²ltimas reuniones plenarias del partido a las que presumiblemente concurre el anciano mariscal, quien pese a su aparente buena salud ha cumplido ya los 86 a?os. Marca, pues, el comienzo de la era postitoista, es decir, la de un Gobierno m¨¢s o menos colegiado cuya cabeza no podr¨¢ disponer ni del carisma y de las atribuciones de hecho del fundador de la Yugoslavia moderna.En segundo t¨¦rmino, parece claro que ninguno de los eventuales sucesores, sea el ide¨®logo Edward Kardelj, que ha acompa?ado a Tito durante cuarenta a?os -y a quien se deben, sin duda, no s¨®lo muchos de los principales esquemas doctrinarios del socialismo autogestionario sino tambi¨¦n bastantes de las correcciones impuestas al sistema durante los ¨²ltimos a?os-, sea el voluminoso Stane Dolanc, pragm¨¢tico, autoritario y buen conocedor de los hilos secretos que se mueven en el comit¨¦ ejecutivo y en las fuerzas armadas, ha conseguido a¨²n instalarse en solitario, a la sombra de Tito. en la c¨²spide del poder siquiera formal. Esta situaci¨®n puede derivar en una mayor apertura del r¨¦gimen, tanto interior como exterior; pero tambi¨¦n puede term¨ªnar en una dictadura m¨¢s f¨¦rrea que la de Tito, digitada por cualquier grupo que intente la averitura del poder absoluto con la disculpa de contrarrestar posibles conmociones en el ¨¢mb¨²o de la LCY o de las nacionalidades, provocadas por presiones de la Uni¨®n Sovi¨¦tica o de Occidente. En ese caso, el papel de los militares puede ser decisivo. Por eso, quiz¨¢, el actual congreso ha elegido, para ocupar la presidencia de la conferencia -junto con Kardelj y Dolanc-, al general Nikola Ljubicic, ministro de Defensa desde 1967. Los antiguos milicianos, hoy jefes de un ej¨¦rcito bien organizado, tienen mucho que decir. Djilas, compa?ero de Tito hasta 1952 y hoy en una disidencia sin eco, se inclina a pensar en la perspectiva de la dictadura con apoyo de los fusiles, semejante a la de Brejnev.
En el terreno de los s¨ªmbolos, o en el de los paralelismos hist¨®ricos, este congreso ofrece tambi¨¦n el atractivo de coincidir con el trig¨¦simo aniversario del rompimiento de Yugoslavia con la Uni¨®n Sovi¨¦tica en 1948, seguida de su expulsi¨®n de la Internacional comunista. La ruptura se produjo tras una serie de conversaciones de Tito y Djilas con Stalin. Seg¨²n explic¨® el propio Djilas a este diario, Stalin no cre¨ªa, simplemente, en la capacidad de Tito para retener el poder. Sea como fuere, lo cierto es que Stalin muri¨® pocos a?os despu¨¦s, precisamente por la ¨¦poca en que las desinteligencias entre Djilas y la LCY se hac¨ªan irreversibles, pero los sucesivos advenimientos de Malenkov, Kruschev y Brejnev en la URSS, no modificaron la excomuni¨®n de Mosc¨² contra Belgrado, ni las reticencias, temores Y libertades de Belgrado frente a Mosc¨², como hace unas horas el propio Tito, en pleno congreso de la LYC, se encarc¨® de recordar. Este pasado historico, y las acusadas diferencias de combatividad frente al ?capitalismo? occidental, son las que explican, entre otras cosas, la aproximaci¨®n de la LCY, firme sostenedora del principio de la dictadura del proletariado -para no hablar del centralismo democr¨¢tico- a los partidos eurocomunistas de Italia, Espa?a y Francia. Explican tambi¨¦n la creciente colaboraci¨®n econ¨®mica de Yugoslavia con Estados Unidos, y a la hora de la transici¨®n pol¨ªtica para Belgrado, las recientes visitas de Kardelj y, Tito a Washington. Evidentemente, Tito ha buscado ah¨ª las garant¨ªas necesarias para el postito¨ªsmo.
Entre los aspectos que hacer, de esta cumbre comunista de Yugoslavia un acontecimiento singular en la historia del pa¨ªs, aparecen tambi¨¦n los relativos a su pol¨ªtica exterior. Belgrado, adalid de la ?tercera v¨ªa? y del Tercer Mundo, se encuentra ahora ante, un comienzo de desintegraci¨®n de su campo de maniobra internacional. Tras la defecci¨®n de la India y los enfrentamientos entre los amigos de Belgrado en Africa, Tito y sus continuadores se ven privados del principal elemento con el que no s¨®lo han conseguido mantener sus distancias de la URSS sino tambi¨¦n su plataforma interna de ?consenso?. De ah¨ª que Be1grado haya empezado a observar con inter¨¦s a naciones como Espa?a, el ?neutralismo? de Madrid le servir¨ªa a Yugoslavia para recobrar parte del terreno perdido.
Con el mismo prop¨®sito insiste en cultivar la amistad de China y Rumania, dos reg¨ªmenes hasta hace poco muy alejados de su mira.
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