Recital de Almudena Cano
La presentaci¨®n de la joven pianista madrile?a Almudena Cano, en el Centro Cultural de la Villa de Madrid, ofrece tantos aspectos positivos que no debe ser silenciada.La carrera concert¨ªstica de Almudena Cano es breve y se ha desarrollado m¨¢s fuera que dentro de nuestro pa¨ªs. No as¨ª su etapa de formaci¨®n, iniciada en el Conservatorio madrile?o con Carmen D¨ªez Mart¨ªn, continuada en el Oberlin College, de Estados Unidos, con Joseph Schwartz y que sigue en la actualidad en Holanda con el profesor Jan Wijn. Otras etapas formativas al lado de Carlos Gonz¨¢lez de Lara, Pedro Espinosa y Juan Carlos Zubeld¨ªa indican el af¨¢n de esta pianista de alcanzar una t¨¦cnica suficiente y una capacidad de comprensi¨®n y an¨¢lisis paralelos a su enorme talento musical.
El desarrollo de su recital en Madrid se plante¨® con un criterio riguroso, raro incluso entre los grandes consagrados del plano. El hermoso Adagio, K.540, de Mozart abri¨® la sesi¨®n y fue seguido de otra pieza casi ins¨®lita en los conciertos de este tipo, las Variaciones sobre un tema de Schumann, Op. 9, de Johannes Brahms, que fueron interpretadas con la hondura y meditada pasi¨®n que exigen.
Quiz¨¢ el punto m¨¢s alto del recital estuvo en el andantino de la Segunda Sonata, Op. 22, de Schumann, en el cual Almudena Cano dio la medida de su sensibilidad y, sobre todo, de una captaci¨®n ade cuada del esp¨ªritu que anima estas p¨¢ginas.
La segunda parte se inici¨® en otro clima con la Sonatina de Ravel, para pasar inmediatamente a dos Iberias de Alb¨¦niz: El Puerto y El Albaic¨ªn.
El Puerto constituy¨® otro de los momentos altos de la noche. Fue perfecta la exposicion del tema r¨ªtmico inicial y su desarrollo, con gracia y levedad, as¨ª como la copla que se esboza al final de la pieza. ?L¨¢stima que la t¨ªmbrica del piano no favoreciera a la artista aqu¨ª, y menos a¨²n en Ravel!
Almudena Cano termin¨® su recital con una obra tan dif¨ªcil y comprometida, e incluso poco agradecida de cara al p¨²blico, como es la genial Fantas¨ªa B¨¦tica, de Manuel de Falla, una pieza -ah¨ª est¨¢n las numerosas grabaciones para comprobarlo- donde los pianistas pueden f¨¢cilmente pasar de lo sublime a lo rid¨ªculo, del enfoque acertado a la carencia total de ideas para hacer de ella algo aut¨¦ntico, coherente, -lleno de empuje, emoci¨®n y poes¨ªa. Almudena Cano nos ofreci¨® una Fantas¨ªa B¨¦tica en su sitio, llena de grandeza y misterio, sabiendo unificar el vuelo virtuos¨ªstico y la honda raigambre popular.
El numeroso p¨²blico asistente supo premiar la excepcional actuaci¨®n con entusiasmo, obligando a la pianista a exponer, con no menor acierto un preludio de Chopin.
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