R¨¦quiem por ETA
LA DECISI?N del Gobierno de aprobar por decreto-ley, de manera transitoria, el proyecto remitido a las Cortes sobre medidas contra bandas armadas y terrorismo es irreprochable desde el punto de vista legal, pol¨ªtico y democr¨¢tico. Por un lado, al establecer la transitoriedad del decreto-ley, que s¨®lo estar¨¢ en vigor hasta que las Cortes se hayan pronunciado sobre el proyecto que les fuera remitido a primeros de este mismo mes, deja claro que se trata de llenar un tiempo vacante en la reglamentaci¨®n de una materia tan delicada como vital para la definitiva consolidaci¨®n de la democracia como es la lucha contra el terrorismo. Por el otro, la petici¨®n un¨¢nime del Congreso de anteayer, instando al Gobierno a la adopci¨®n de medidas urgentes, tras los ¨²ltimos asesinatos de ETA militar en Euskadi, ha recibido de este modo respuesta convenientemente legitimada.Las tesis tradicionales que consideraban los actos terroristas como delitos diferentes, tanto por su intencionalidad como por sus efectos, se ven en la actualidad corroboradas, pero justo en el sentido contrario: si antiguamente estas tesis jugaban en favor del terrorismo pol¨ªtico, hoy esta misma diferencia reivindicada juega en contra: el terrorismo pol¨ªtico est¨¢ siendo ampliamente perseguido en todo el mundo occidental. Si antiguamente el car¨¢cter pol¨ªtico de un delito pod¨ªa justificar la imposibilidad de acceder a la extradici¨®n de los autores de un pa¨ªs a otro, hoy, por el contrario, la Convenci¨®n Europea contra el Terrorismo, vigente en dieciocho de los veinte pa¨ªses del Consejo de Europa -pues Espa?a lo firm¨® el pasado 27 de abril-, especifica con toda claridad que el car¨¢cter pol¨ªtico de un acto terrorista no puede ser alegado en contra de la extradici¨®n.
El terrorismo, esa forma degradada del lenguaje, como ha sido denominado, es siempre el arma de los d¨¦biles, no se olvide. En el caso del reiterado y desesperado terrorismo de ETA militar en el Pa¨ªs Vasco esta debilidad ha pasado de ser f¨ªsica a moral. No se trata de una lucha contra una opresi¨®n superior, desde el punto de vista de la fuerza, sino desde la moral colectiva. La debilidad de ETA militar es ahora moral frente al establecimiento de la democracia en Espa?a. El innoble e irracional asesinato de Jos¨¦ Mar¨ªa Portell ha terminado de aislar pol¨ªticamente a los desesperados restos de una ETA cada vez m¨¢s dividida y arrinconada. Si el pasado mes de octubre no hab¨ªa consenso entre los partidos parlamentarios para establecer una nueva legislaci¨®n antiterrorista, anteayer, en el Congreso de Diputados, nadie dej¨® de condenar a ETA ni de pedir al Gobierno medidas urgentes contra dicha organizaci¨®n. Toda la izquierda vasca, excepto PSOE y PCE -esto es, sus partidos m¨¢s representativos- estaban hasta hace poco en contra del proyecto antiterrorista. Hoy, hasta ETA pol¨ªtico-militar ha condenado los dos ¨²ltimos atentados, se?alando con claridad que esta fracci¨®n de la organizaci¨®n renuncia a la pol¨ªtica de la violencia. ETA militar se ha quedado sola.
El nuevo decreto-ley da poderosas armas al Gobierno y a los ministerios del Interior y Justicia para luchar contra el terrorismo en Euskadi. Es de esperar que estas armas sean aprovechadas con eficacia y justicia. La acci¨®n policial debe ser llevada con todos los medios necesarios, pero tambi¨¦n con toda correcci¨®n, pues una represi¨®n indiscriminada podr¨ªa dar armas nuevas a los propios terroristas. La respuesta debe ser contundente, pero selectiva, pues no se pueden aplicar de manera extensiva e indiscriminada medidas que de por s¨ª son excepcionales. No se olvide tampoco que la represi¨®n sola no basta, que el terrorismo jam¨¢s puede ser aniquilado por la simple fuerza, por la sencilla raz¨®n de que el terrorismo es el arma de los desesperados, y la desesperaci¨®n no razona ni calcula. La soluci¨®n final no puede ser m¨¢s que pol¨ªtica.
La estrategia para luchar contra el terrorismo, que no dudamos en calificar de residual, de los restos de ETA militar, parece estar clara. Una acci¨®n en profundidad, con todos los medios a su alcance, pero selectiva siempre, de la polic¨ªa y el cuerpo judicial. Un aislamiento, pol¨ªtico total de los terroristas por todas las fuerzas pol¨ªticas de Euskadi, sin excepci¨®n ni ambig¨¹edades. Y, por ¨²ltimo, que entre los Gobiernos de Madrid y Par¨ªs se act¨²e de manera coordinada y seg¨²n las normas fijadas en la citada Convenci¨®n Europea contra el Terrorismo, que Francia y Espa?a ya han firmado. No cabe duda tambi¨¦n de que los ¨²ltimos atentados de ETA militar constituyen, asimismo, una evidente provocaci¨®n en el mismo momento en que llegaba a Madrid el presidente Giscard d'Estaing, para volver a enfriar las relaciones entre Madrid y Par¨ªs. Es de esperar que nadie sucumba a la tentaci¨®n de caer en esa grosera y burda provocaci¨®n. Tanto el cumplimiento de las normas internacionales vigentes y suscritas por Francia y Espa?a como la defensa de los propios intereses nacionales de los dos pa¨ªses pasan por un entendimiento en profundidad en este tema. Los restos radicalizados y asesinos de la ya moralmente difunta ETA deben ser erradicados del Pa¨ªs Vasco, de ambos lados de la frontera.
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