Sobre los funcionarios de prisiones
Leido el editorial La soledad de un director general, aparecido en el diario EL PAIS, de fecha 6 de los corrientes, en el que se vierten juicios y opiniones que estimamos lesionan gravemente la im¨¢gen del funcionario de instituciones penitenciarias, as¨ª como el derecho que la opini¨®n p¨²blica en general tiene a una informaci¨®n veraz, m¨¢xime cuando ¨¦sta se le ofrece desde las columnas de un peri¨®dico que se declara independiente, no podemos evitar el alzar nuestra voz, por creer que nos encontramos directamente implicados y perjudicados en las manifestaciones y presunciones que se vierten en el art¨ªculo mencionado.Salta a la vista el enorme desconocimiento del tema de que hace gala el columnista de EL PAIS al acusarnos de boicotear la reforma penitenciaria. Podemos disculpar, y lo hemos hecho -como profundos conocedores del tema y del medio- de la forma en que ¨¦sta se estaba intentando llevar a cabo, pero somos los primeros convencidos de que la reforma es inaplazable y hasta ahora hemos mostrado a la misma nuestra m¨¢s leal cooperaci¨®n. Cooperaci¨®n y no boicot es exponer nuestras opiniones por la v¨ªa del di¨¢logo y no por medio de declaraciones tremendistas en la prensa, que s¨®lo hacen avivar el fuego que d¨ªa tras d¨ªa se eleva por encima de los tejados de los centros penitenciarios del pa¨ªs.
Aplaudimos el deseo de EL PAIS de apoyar la reforma de nuestro director general, pero para pronunciarse sobre el tema con la seguridad que ese peri¨®dico lo hace, es necesario conocer la realidad desde dentro. Los ¨²ltimos incidentes en las prisiones no se han producido por ?huelgas de celo o por la estricta aplicaci¨®n de la letra de la ley por parte de alg¨²n sector de funcionarios?. Eso mejor que nadie lo sabe el propio se?or Garc¨ªa Vald¨¦s cuando, en ese diario y en el mismo d¨ªa, deja a salvo la responsabilidad de los funcionarios de instituciones penitenciarias en los graves sucesos que vienen ocurriendo.
Con respecto a los incidentes que culminaron en el incendio de este centro, se nos oculta la mal¨¦vola intenci¨®n que mueve al editorialista para acusarnos del mismo. Pero lo que s¨ª est¨¢ claro y podemos demostrar a cualquier corresponsal de prensa que se quiera documentar sobre el tema, son nuestros vanos intentos para sofocar un mot¨ªn que se ve¨ªa inevitable y que, una vez producido, motiv¨® la urgente asistencia m¨¦dica para dos de los funcionarios de servicio. Puede usted creer, se?or director, que los funcionarios de instituciones penitenciarias no somos est¨²pidos ni suicidas poniendo en peligro nuestra integridad, la de los internos, promoviendo motines.
Por todo ello, ni estamos de acuerdo ni podemos estarlo con tal art¨ªculo. Y. en consecuencia, elevamos nuestra m¨¢s en¨¦rgica queja y la exigencia de que hasta los rincones m¨¢s rec¨®nditos del pa¨ªs se haga llegar la verdad de los hechos.
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