La productividad del sector el¨¦ctrico: evoluci¨®n y comparaci¨®n internacional
Economista
Las comparaciones internacionales son un instrumento adecuado de trabajo cuando sedebaten temas econ¨®micos. Si, adem¨¢s, la comparaci¨®n hace referencia a la productividad por persona empleada, se refleja al mismo tiempo la eficacia con que se est¨¢ utilizando el trabajo que es, en ¨²ltimo t¨¦rmino, una finalidad b¨¢sica para la pol¨ªtica econ¨®mica. Pero si no se quiere anular las ventajas objetivas que suponen los ¨ªndices de productividad, los t¨¦rminos de la comparaci¨®n -pa¨ªses, sectores- deben ser homog¨¦neos.
La comparaci¨®n de productividades internacionales en el sector el¨¦ctrico reviste dificultades adicionales pues se trata de una actividad en la que las econom¨ªas de escala tienen una fuerte incidencia. La dimensi¨®n del mercado, y, m¨¢s a¨²n, la intensidad y el comportamiento del consumo condicionan el conjunto del sistema el¨¦ctrico de tal manera que, a veces, puedan ser comparados sectores el¨¦ctricos pertenecientes a pa¨ªses distintos a pesar de que el producto final obtenido sea id¨¦ntico.
Las econom¨ªas de escala en el suministro de electricidad se presentan en buena medida en los grandes equipos de generaci¨®n, pero es mayor a¨²n la incidencia, sobre todo en su vertiente econ¨®mica, en la distribuci¨®n. As¨ª se explica la diferencia tan elevada entre los costes de alta tensi¨®n y los correspondientes en baja tensi¨®n; la mayor o menor utilizaci¨®n de la infraestructura originada en el nivel de consumo del usuario dom¨¦stico (incluso del peque?o consumidor industrial) y, por tanto, su reducido nivel de facturaci¨®n, act¨²an con efecto multiplicador sobre los costes finales del suministro el¨¦ctrico.
Datos comparativos
Un ejemplo representativo de la disparidad en la comparaci¨®n entre dos sistemas el¨¦ctricos nacionales est¨¢ en la confrontaci¨®n de los datos correspondientes a Estados Unidos y Espa?a. Seg¨²n datos del Edison Electric Institute en 1976, el consumo medio por usuario dom¨¦stico era en Estados Unidos de 8.204 kilowatios-hora, frente a 1.177 kwh. en Espa?a. Una desproporci¨®n de 7 a 1 entre el consumo de usuarios de electricidad, en esta actividad en que existen econom¨ªas de escala significativas, supone invalidar cualquier posible comparaci¨®n.
De aqu¨ª que, si se pretende analizar objetivamente y comparar la productividad del sector el¨¦ctrico en Espa?a con otros pa¨ªses, es preciso seguir una doble v¨ªa: a) su evoluci¨®n en los a?os recientes y b) su comparaci¨®n con econom¨ªas y mercados de paises industriales donde los niveles de consumo se encuentran dentro de unos l¨ªmites que no anulan el rigor del contraste.
Cuando se calcula la productividad del sector el¨¦ctrico -o de cualquier otra actividad-, lo que se pretende, en ¨²ltimo t¨¦rmino, es medir la eficacia con la que se utilizan los factores de la producci¨®n; de aqu¨ª que la productividad de las materias primas, del capital y del trabajo sean los tres ¨ªndices usualmente utilizados.
El sector el¨¦ctrico en Espa?a ocupa directamente a 56.000 personas, cifra pr¨¢cticamente igual a la existente a principios de 1960. El crecimiento del mercado y la mejora de equipos e instalaciones ha supuesto que en los doce a?os transcurridos entre 1964 y 1976, la producci¨®n por persona ocupada ha pasado de 534.000 kwh/persona-a?o a 1.604.000 kwh/persona-a?o en 1976; es decir, en doce a?os la productividad del trabajo se ha multiplicado por tres sin considerar la apreciable reducci¨®n de las jornadas laborales.
Aument¨® en Espa?a
Si comparamos estos niveles de productividad con los de algunos pa¨ªses industriales con mercados an¨¢logos, aunque con mayor consumo que el espa?ol, resultan para los ocho ¨²ltimos a?os los siguientes datos (v¨¦ase cuadro 1).
Como puede apreciarse la producci¨®n por trabajador ha crecido sustancialmente en Espa?a a lo largo de estos ocho a?os hasta el punto de superar la producci¨®n por trabajador de Italia y acercarse a la de Francia. En 1968, la producci¨®n espa?ola era un 29 % inferior a la italiana y un 59 % menor que la francesa. En 1976, cada trabajador del sector el¨¦ctrico espa?ol produce un 11 % m¨¢s que su colega italiano y ha reducido al 21 % la diferencia con el trabajador franc¨¦s.
Sin duda, la productividad del obrero franc¨¦s es a¨²n bastante superior -21 % como se desprende del cuadro anterior-, pero de nuevo digamos que en Francia el mercado y, sobre todo, el consumo dom¨¦stico es muy superior al de Espa?a y juegan, por tanto, con mayor efecto las econom¨ªas de escala. Las producciones de las mayores compa?¨ªas el¨¦ctricas espa?olas con un mercado desarrollado muestran que su productividad, supera a la de Electricit¨¦ de France, la compa?¨ªa nacionalizada del pa¨ªs vecino, hasta en un 20 %, en a?os con hidraulicidad media (v¨¦ase cuadro 2).
Puede observarse como el descenso de la producci¨®n hidr¨¢ulica de Iberduero en 1976 signific¨® una fuerte ca¨ªda en su energ¨ªa el¨¦ctrica propia generada por empleado.
La productividad del capital
Pocas actividades econ¨®micas son tan intensivas en capital como la generaci¨®n y distribuci¨®n de electricidad. De aqu¨ª, que siempre ha sido una constante preocupaci¨®n la eficaz utilizaci¨®n de los cuantiosos recursos invertidos por las compa?¨ªas el¨¦ctricas. Si los equipos instalados no son adecuados o son excesivamente costosos, si el sistema el¨¦ctrico en su conjunto tiene un bajo nivel de utilizaci¨®n, si no existe un equilibrio entre las distintas inversiones -por sobredimensi¨®n de algunas secciones o algunas compa?¨ªas- se produce una sobrecapitalizaci¨®n del sistema en su conjunto a la que es preciso hacer frente v¨ªa precios o v¨ªa sistemas preferentes de financiaci¨®n.
La ?sobrecapitalizaci¨®n? no es un t¨®pico desconocido en el sector el¨¦ctrico. En ning¨²n pa¨ªs como en Estados Unidos, se ha escrito tanto sobre la ?sobrecapitalizaci¨®n? en la industria el¨¦ctrica. La limitaci¨®n legal de la tasa de beneficios de las compa?¨ªas el¨¦ctricas ha conducido a una intensificaci¨®n del capital en explotaci¨®n. En tanto exista un margen entre las productividades marginales del capital y de los combustibles con relaci¨®n a los respectivos precios, las compa?¨ªas el¨¦ctricas han seguido invirtiendo. Puesto que este margen ha existido las compa?¨ªas el¨¦ctricas americanas han sobrecapitalizado el sistema el¨¦ctrico y este fen¨®meno se conoce en los trabajos especializados sobre econom¨ªa el¨¦ctrica como el ?efecto Averch-Johnson?. La alta productividad por persona empleada en USA, se puede atribuir en parte a este hecho.
No existe ning¨²n estudio an¨¢logo para Espa?a, pero puede apuntarse que la pol¨ªtica de precios baratos de combustible en los a?os 60 y principios del 70 no deber¨ªa haber conducido a una sobrecapitalizaci¨®n del sistema el¨¦ctrico, sino al contrario, a una mayor utilizaci¨®n relativa de los otros factores de la producci¨®n, materias primas y trabajo en comparaci¨®n con el capital.
Capital y producci¨®n
En tanto no contemos con estudios suficientemente elaborados, parece que lo m¨¢s adecuado para tratar de medir la eficacia del capital invertido en Espa?a en el SE consiste en medir a lo largo del tiempo la relaci¨®n entre el capital en explotaci¨®n y la producci¨®n de electricidad en cada momento. Si la cifra de capital en explotaci¨®n en cada a?o se actualiza a valores constantes deflact¨¢ndola por el ¨ªndice de precios de inversi¨®n y si esta cifra se compara con la producci¨®n de electricidad, se obtiene un ¨ªndice capital /producci¨®n indicador de la inversi¨®n necesaria para generar una determinada cuant¨ªa de electricidad. Deflactadas las cifras de capital invertido en la explotaci¨®n del sistema el¨¦ctrico por el ¨ªndice de precios de la inversi¨®n y comparando estas cifras con la producci¨®n de electricidad se llega a los siguientes valores en el per¨ªodo (v¨¦ase cuadro 3).
Los datos anteriores, expresan, en tanto no se contradigan con otros argumentos, la creciente eficacia de la utilizaci¨®n del capital por parte del sector el¨¦ctrico. A pesar de que entre 1964 y 1976, se materializan contablemente dos revalorizaciones de balances, cada cien pesetas invertidas en 1964 produc¨ªan veinti¨²n kilowatios-hora; doce a?os m¨¢s tarde, en 1976, la misma cuant¨ªa de capital en explotaci¨®n, generaba veintis¨¦is kwh, es decir, un 24 % de aumento de producci¨®n por unidad monetaria invertida.
Por tanto, si medimos la eficacia del capital real invertido por su traducci¨®n en electricidad generada, resulta que, en los doce ¨²ltimos a?os, la inversi¨®n realizada se ha traducido en una producci¨®n creciente por unidad monetaria invertida.
Consumos internos
Por ¨²ltimo, digamos que el tercer ¨ªndice de productividad que hemos mencionado es el de materias primas, cuya medici¨®n puede hacerse bien a trav¨¦s de los combustibles consumidos por unidad el¨¦ctrica generada o bien a trav¨¦s de los consumos propios de las centrales. Si utilizamos este ¨²ltimo, resulta que en 1964 los consumos propios supon¨ªan el 8 % de la producci¨®n total y en 1976, solamente el 5,9 %; es decir, la mejora t¨¦rmica interna hab¨ªa descendido en t¨¦rminos relativos m¨¢s del 25 % en el per¨ªodo. La consecuencia de esta mejora es preciso encontrarla en la renovaci¨®n completa, incluso con amortizaci¨®n anticipada de equipos de generaci¨®n de peor rendimiento. El n¨²mero de equipos de generaci¨®n t¨¦rmica se redujo a la tercera parte en este per¨ªodo y el de grupos hidr¨¢ulicos a la mitad, lo que se ha traducido en una mejora importante en el rendimiento actual del equipo de generaci¨®n.
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