La Constituci¨®n y el Partido Nacionalista Vasco
En un sistema democr¨¢tico, la disensi¨®n es un hecho cotidiano que no s¨®lo no pone en peligro el sistema, sino que forma parte de la misma esencia de la democracia. S¨®lo en los reg¨ªmenes antidemocr¨¢ticos -comunistas o fascistas- se considera la disidencia como una aberraci¨®n que, al poner en cuesti¨®n la ideolog¨ªa estatuida, debe ser eliminada o alojada en hospitales psiqui¨¢tricos o campos de concentraci¨®n.A nadie puede sorprenderle, pues, que personas, grupos o partidos ejerciten su derecho a disentir y se muestren contrarios al proyecto de Constituci¨®n.
Hasta aqu¨ª, entiendo, el razonamiento o discurso es obvio. Y es igualmente obvio que el Partido Nacionalista Vasco puede leg¨ªtimamente oponerse al proyecto constitucional y propugnar la abstenci¨®n o el voto negativo en el pr¨®ximo refer¨¦ndum. Y es igualmente obvio que tal actitud del Partido Nacionalista Vasco y los argumentos m¨¢s o menos expl¨ªcitos en que se justifica pueden ser objeto de una cr¨ªtica abierta y frontal, si bien no estoy seguro de que los nacionalistas vascos admitan las cr¨ªticas a juzgar por sus reacciones frente a las opiniones de Tarradellas que, en lugar de ser rebatidas, han sido fulminadas como ?injerencia en los asuntos internos?.
Si no he entendido mal, pretenden los nacionalistas vascos una inequ¨ªvoca declaraci¨®n en el texto constitucional que permita el restablecimiento de sus instituciones forales. Supongo que esta reivindicaci¨®n -transcendental, puesto que es determinante de la actitud a adoptar por el Partido Nacionalista Vasco frente a la Constituci¨®n- albergar¨¢ otras exigencias concretas y tangibles que no sea la reivindicaci¨®n por los conciertos econ¨®mico- fiscales.
En todo caso, resulta escasamente inteligible que un partido de tanta implantaci¨®n en el Pa¨ªs Vasco, con pretensiones representativas hegem¨®nicas, cifre sus aspiraciones auton¨®micas en el restablecimiento de la vigencia de instituciones de car¨¢cter estrictamente medieval; que un partido que agrupa a una burgues¨ªa familiarizada con la sociedad industrial pretenda la implantaci¨®n de figuras jur¨ªdicas que han desaparecido no por el despotismo centralista o franquista, sino por un implacable progreso hist¨®rico que ha barrido en los pa¨ªses desarrollados los residuos de concepciones feudales.
Es muy respetable, es incluso rigurosamente admirable, que los vascos hayan conservado una lengua, unas tradiciones, en suma, una cultura que, insisto, no s¨®lo merece respeto, sino tambi¨¦n un decidido apoyo por parte del resto de los espa?oles o, por utilizar una desafortunada expresi¨®n al uso, pueblos del Estado espa?ol. Pero todo ello no tiene por qu¨¦ pasar por el restablecimiento de fueros, juramentos, pactos o conciertos. M¨¢s a¨²n: si nos aferramos a tales figuras habr¨ªa que, por una parte, generalizarlas al resto de Espa?a, que tambi¨¦n se ha regido por tales patrones durante siglos. Por otra parte, ello imposibilitar¨ªa un Gobierno para todos los pueblos vascos -tanto m¨¢s si se incluye a Navarra-, que ser¨ªa pr¨¢cticamente incompatible con el entramado foral. Que yo sepa, s¨®lo durante la guerra civilha existido un ente pol¨ªtico- administrativo con atribuciones en todo el Pa¨ªs Vasco (sin incluir a Navarra), lo que no impide a los nacionalistas vascos reivindicar la existencia de ese ente o Gobierno como la primera de las reivindicaciones de una historia secular.
El Partido Nacionalista Vasco, pues, deber¨ªa clarificar sus posiciones. Deber¨ªa explicarnos c¨®mo pueden hacerse compatibles un moderno y progresivo modelo auton¨®mico con la vigencia de unos fueros que m¨¢s parecen reclamarse por factores emotivos que por un deseo de autogobierno.
Autonom¨ªa -y tanto m¨¢s autodeterminaci¨®n- y fueros son concepciones antag¨®nicas. Negarse a aceptar la futura Constituci¨®n por no restablecer los fueros; pretender mantener vigente a estas alturas una filosof¨ªa basada en los pactos entre los poderes locales y la Corona es una perfecta incongruencia, que no tendr¨ªa excesiva trascendencia si no fuese porque, bajo ese pretexto, una parte importante del pueblo vasco puede llegar a impugnar la Constituci¨®n por motivos nada racionales.
Frente a sus oponentes, el Partido Nacionalista Vasco acude con frecuencia al f¨¢cil expediente de escudarse en que sus cr¨ªticos no comprenden el problema vasco. Y no les falta del todo raz¨®n por cuanto resulta de dif¨ªcil digesti¨®n conciliar la existencia de un Gobierno en el exilio y otro en el interior apoyado por los mismos grupos; conciliar las aspiraciones auton¨®micas para todo el Pa¨ªs Vasco con los fijeros de car¨¢cter local o provincial; o el ideal de justicia tributar¨ªa con los conciertos fiscales.
Las preguntas quedan en el aire. Pero debo a?adir una ¨²ltima e insoslayable cuesti¨®n. Se nos hab¨ªa dicho que la pacificaci¨®n del Pa¨ªs Vasco pasaba por la amnist¨ªa total y el reconocimiento de un Gobierno vasco.
Alcanzados tales objetivos -sin perjuicio de que ese Gobierno, por razones f¨¢cilmente comprensibles, tenga hasta la fecha atribuciones muy limitadas-, el terrorismo sigue actuando ante la insensata complicidad o complacencia de un buen sector de la poblaci¨®n. Pues bien, nada menos que el presidente del Partido Nacionalista Vasco nos ha advertido, e incluso amenazaoo, con que sin fueros no habr¨¢ paz. Y, sin otras explicaciones, se nos promete que si se restablecen los fueros volver¨¢n de modo inmediato la paz y la felicidad al Pa¨ªs Vasco.
Cuando menos habr¨¢ que poner en duda tales hip¨®tesis. Sin un esfuerzo de reflexi¨®n y autocr¨ªtica que permitan salir de toda esta gran confusi¨®n, dif¨ªcilmente podr¨¢ resolverse el problema vasco. Reduciendo todo a meros slogans, mitos y reivindicaciones de equ¨ªvoco contenido; simplificando de forma maniquea los problemas y su trasfondo hist¨®rico, va a ser dif¨ªcil avanzar por una senda que, se quiera o no, nos es com¨²n a todos los espa?oles, sin distinci¨®n de regiones, nacionalidades, etnias o idiomas.
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