El centro de educaci¨®n especial de Cabra, un ejemplo singular de pedagog¨ªa integradora del subnormal
Mart¨ªn Murillo tiene veintitr¨¦s a?os. Su novia, Isabel Arjona Flores, veintisiete. Cuando terminan el trabajo se sientan juntos en el bar, en el borde de la piscina o pasean entre los olivos. Quieren casarse para agosto. Acaso sea posible. Mart¨ªn vive interno en Promi; Isabel, tambi¨¦n; s¨®lo que las mujeres, recientemente, se han trasladado a dormir a un piso de la ciudad de Cabra, porque la expansi¨®n del internado y la demanda de plazas para varones exig¨ªa mayor espacio. El resto del d¨ªa est¨¢n juntos. Como otras parejas. Cuando llega la hora de comer toman sus bandejas del mostrador que separa la cocina del comedor y tras servir se o ser servidos por compa?eros, las llevan hasta la mesa que eligen para seguir hablando de su futuro. Mart¨ªn es oligofr¨¦nico. Ha estado en tratamiento varios a?os en el Psiqui¨¢trico de Madrid. Luego es tuvo en un centro que le costaba a sus familiares 20.000 pesetas mensuales. Hoy trabaja en la secci¨®n de pintura de la carpinter¨ªa, se mantiene a s¨ª mismo y gana un sueldo. Su coeficiente mental ronda el 0,50. ?Qui¨¦n lo dir¨ªa! Si se lo pedimos, nos recita de memoria las disposiciones del Bolet¨ªn Oficial del Estado sin saltarse una coma. En alg¨²n momento, en alg¨²n lugar, llen¨® su vac¨ªo con ese otro vac¨ªo de las leyes impresas. Isabel tambi¨¦n ha estado en un psiqui¨¢trico. En C¨®rdoba. Se escap¨® dos veces. En cada huida le hicieron un hijo. En la segunda ocasi¨®n la encontr¨® la polic¨ªa en una casa de lenocinio de Alc¨¢zar de San Juan o Talavera. Ahora son felices, y si los mapas cromos¨®micos lo permiten, se casar¨¢n. Y es posible que vivan en Promi, en un chalecito como ?matrimonio protegido? y sigan trabajando. Ella en la limpieza y labores dom¨¦sticas (all¨ª gana su sueldo, a pesar de su coeficiente inferior al de Mart¨ªn) y ¨¦l seguir¨ªa en la carpinter¨ªa, que le gusta m¨¢s que la granja. En la granja 22.000 gallinas son cuidadas por un deficiente solo. Tiene bocio cong¨¦nito, que le de termin¨® cretinismo cerebral. El no cesa de dar vueltas a las bater¨ªas de gallinas, donde un rosario de huevos va incesantemente a las manos tr¨¦mulas, y al principio ineficaces, de otros subnormales, que antes los estrellaban en enorme proporci¨®n en el suelo y que ahora, diestramente, los van ubicando en los alveolos de cart¨®n para su venta. All¨ª est¨¢, al final de una de las cintas que acarrea los huevos, Manolo Ruiz Madue?o. Anda por los cincuenta y pocos a?os. Era taxista en Madrid. El alcohol lo llev¨® al delirium tremens. Como un Baudelaire, Manolo es poeta. Poeta social. Cuando Manolo vendi¨® sus taxis en Madrid y se vino a Cabra a comprarse su caballo, su escopeta y una cabra de retorcidos cuernos para, de esta guisa y compa?a, pasearse por el pueblo, descamisado y con corbata, su hermana, monja, quem¨® todos los poemas, ?porque eran rojos?. Manolo naci¨® en la misma casa de Juan Valera y acab¨® viviendo de la caridad y de las calor¨ªas del alcohol. Hoy, mientras maneja los huevos, ha recuperado lucidez para cont¨¢rnoslo ?Nac¨ª a las cinco en punto de la tarde, / en una verdecida primavera / en que un toro venteaba en Talavera, / la cornada m¨¢s triste y m¨¢s cobarde. / Nac¨ª, como quien dice, con alarde de efem¨¦rides tr¨¢gica y se?era, donce naci¨® y vivi¨® don Juan Valera / cabe su mismo lar, que es luz que arde / bajo el cielo de C¨®rdoba la llana, oloroso a jazm¨ªn y a limonero. / Quise ser y no pude ser torero / por doblarme en el pecho una campana. / Y me qued¨¦ en la terna de coplero / con mi capote gris de estambre o lana.?
Doce millones de facturaci¨®n al mes
Tras recitar el soneto, Manolo vuelve a su trabajo, que ya no quiere abandonar. A mi lado Juan P¨¦rez Mar¨ªn, m¨¦dico, creador de Promi, habla con pasi¨®n.
En la carpinter¨ªa, Manuel Sabariego o Diego Caballero manejan sus m¨¢quinas y, a pesar de sus cocientes (Manuel, c. i., 0,31, y Diego, c. i., 0,30), consiguen rendimientos superiores a los que con m¨¢quinas m¨¢s r¨¢pidas y automatizadas obtienen los ?normales?. Ellos, con otros 34 deficientes, fabrican los mejores y m¨¢s baratos muebles castellanos de Espa?a. Miman el nogal, aun antes de entrar en la sierra y el cepillo, y lo siguen mimando al taladrarlo, lijarlo, encolarlo, resanarlo, barnizarlo. Luego los vende una red de minusv¨¢lidos f¨ªsicos. La facturaci¨®n alcanza do ce millones de pesetas mensuales. La n¨®mina, 1.300.000. Est¨¢n felices y contentos con tanto bueno fuera y tan poco malo dentro. Diego, como de cuarenta a?os, oligofr¨¦nico me dio, no hab¨ªa trabajado en su vida No tiene madre, y su padre, ya anciano, se ve ahora mantenido por el ?hijo loco?. Cuando acaba el trabajo vuelve con el padre.
Los que quedan internos, uno setenta, cuando termina el trabajo pelan la pava, hablan con la gente normal que baja de la vecina ciudad, ven la televisi¨®n, beben en el bar. No ha habido un solo caso de agresividad. Al principio las experiencias eran dif¨ªciles. La l¨ªbido estaba alborotada por la presencia de las mujeres y algunos se mas turbaban en p¨²blico. Todo esto lo han superado ellos solos, sin represi¨®n.
La primera huelga de subnormales del mundo
Seg¨²n los psiquiatras, son mong¨®licos, sordomudos, oligofr¨¦nicos, epil¨¦pticos, autistas, hemipl¨¦jicos y paral¨ªticos cerebrales. Ellos se dicen otros nombres: Juan, Diego, Mart¨ªn, Mar¨ªa, Balandra... Balandra suele ir al pueblo. Un d¨ªa vio a los del paro en la cola del desempleo. Con su trapajosa lengua se les plant¨® y les dijo: ?Eso, aqu¨ª todos sin dar golpe y los tontos trabajando.? Pero esto lo dice el Balandra, que ha salido algo vago y remol¨®n. El ha organizado la primera huelga de subnormales del mundo. Incluso organiz¨® piquetes. El doctor P¨¦rez Mar¨ªn, cuando esto empezaba y todo eran quebraderos de cabeza (hab¨ªa recibido unos diez millones del obispado procedentes de una donaci¨®n y algo m¨¢s de treinta del SEREM, y la cosa va ya por m¨¢s de 150 millones de inversi¨®n), el director les hab¨ªa prometido empezar a pagarles un salario por el trabajo. Pero entonces no pod¨ªa. Entre alba?iles, la comida y el cobijo se iba todo. El trabajo se hab¨ªa planteado como una terapia, pero ¨¦l les hab¨ªa prometido pagarles. Al volver de unas vacaciones el Balandra (balandra, en la comarca, significa azada, y le pusieron este nombre por su desapego al instrumento labriego), organiz¨® los piquetes y a medida que sus compa?eros iban bajando de los autobuses, les transmiti¨® la consigna: ?No trabajamos hasta que no nos paguen.? Se situaron al pie de sus m¨¢quinas y ni dios movi¨® un dedo.
-Y me sirvi¨® de mucho -dice el doctor P¨¦rez Mar¨ªn- Esta es una de las reacciones m¨¢s integradoras que se han producido. ?Qui¨¦n lo dir¨ªa! Una huelga de deficientes mentales.
Y el doctor P¨¦rez Mar¨ªn se ha ido a la delegaci¨®n de Hacienda y ha dicho que se acab¨® el paternalismo; que no quiere trato de beneficencia, y que quiere pagar impuestos. En Hacienda andan locos porque no saben c¨®mo cobrarle. Y se ha ido al Instituto Nacional de Previsi¨®n y ha dicho que quiere que a ?sus trabajadores? se les d¨¦ de alta y se les dote de una cartilla de la Seguridad Social. En todas las ventanillas se echan las manos a la cabeza. No saben. No pueden. El, erre que erre. Se han creado 170 puestos de trabajo. Los primeros puestos se ocupan con subnormales. Los que ¨¦stos no pueden atender, con minusv¨¢lidos f¨ªsicos. Si no los pueden cubrir unos u otros, se toma a los ancianos o a los m¨¢s viejos en paro y s¨®lo para cubrir puestos de monitores, oficiales o conductores de camiones de reparto o menesteres parecidos.
Carmela Mond¨¦jar, de Villalgordo del J¨²car, manchega injertada en ma?a, es la asistenta social m¨¢s feliz de Espa?a. Tiene una misi¨®n y en ella se realiza. Joven, alegre, de ella est¨¢n enamorados todos los inquilinos. Se le sientan en el despacho y comienzan a hacerse los remolones. Cuando hay fiesta la sacan a bailar flamenco.
Ha llevado a cabo una encuesta entre todos los padres de los subnormales. De su computaci¨®n se saca en claro que el ciento por ciento de los padres considera necesaria ayuda preferente a la subnormalidad, que para el 80% la subnormalidad es su mayor problema (s¨®lo un 20% de padres de mayor nivel cultural consideran ?no problema? el tener hijos subnormales); en igual proporci¨®n se califica de ?desgracia? y es un¨¢nime la preocupaci¨®n por la atenci¨®n ?para el futuro cuando hayamos desaparecido los padres, estimando que la postura de ellos es de ?cari?o y comprensi¨®n?, ?mimos en exceso? y ?resignaci¨®n?.
La subnormalidad no existe
Esto vino a decir en el ¨²ltimo Simposio de las Ciencias del Hombre el doctor P¨¦rez Mar¨ªn. Despu¨¦s de que intervenciones muy tecnificadas hab¨ªan establecido una casu¨ªstica clasificatoria, ¨¦l dijo: ?Ve-
El centro de educaci¨®n especial de Cabra
nid a verlo.? Expuso su experiencia y la gente acab¨® por echarse las manos a la cabeza. Un centro abierto, mixto, donde la convivencia no se cela ni se reprime, donde el autista que llega mudo comienza a hablar y el hura?o a relacionarse, donde el in¨²til encuentra un trabajo y el trabajo un salario, donde el mis¨®gino una hembra y el desesperado un futuro.Para Promi (Asociaci¨®n de Protectores de Minusv¨¢lidos) la estructura b¨¢sica sobre la que actualmente, en la generalidad, descansa la asistencia del deficiente con las diferentes etapas de su vida no es v¨¢lida, porque la promoci¨®n est¨¢ tecnificada con exceso, en aras de motivaciones que son siempre ajenas a su promoci¨®n. Para Promi, el deficiente adulto debe de pertenecer al mundo del trabajo, con los mismos planteamientos que el operario normal, compartiendo con ¨¦l obligaciones y derechos. Las limitaciones que le acompa?en ser¨¢n las que impongan una encomienda de trabajo que ¨¦l pueda desarrollar. Pero sin paternalismo de ning¨²n tipo. En s¨ªntesis, Promi plantea una promoci¨®n educativa normalizante, una formaci¨®n profesional ¨²til y un empleo remunerado. Promi lleva siete a?os de vida y crece al ritmo que hace crecer la vida interior y exterior de sus componentes.
Comenz¨® todo por una encuesta sobre el chabolismo que dej¨® al descubierto la existencia de una serie de deficientes enclaustrados, amarrados, presos en situaciones infrahumanas. en unas viviendas que no estaban pensadas para ellos. A partir de aqu¨ª, y todo por la v¨ªa de la propia experiencia, se lleg¨® a colegir, puede que heterodoxamente, que m¨¢s que la deficiencia cong¨¦nita, que en muchos centros se palia y eri alguna medida se supera, el problema radicaba en la deficiencia social basada en el fatalismo y en la presunci¨®n de la irrecuperabilidad del psiquismo, que marcaban un futuro sin esperanza. En esta l¨ªnea, y de acuerdo con S. Toukiewicz y R. Salpreux, cuestionaron la deficiencia mental:
?El deficiente raental no lo es obligatoriamente por culpa de una mala combinaci¨®n de genes, o por culpa de una deficiencia celular o bloqu¨ªmica del cerebro. El deficiente lo es porque ha resuelto poco satisfactoriamente tal o cual estadio de su evoluci¨®n afectiva o porque ha bloqueado sus posibilidades por una mala utilizaci¨®n y una mala canalizaci¨®n de su flujo libidinal.?
Para Juan P¨¦rez Mar¨ªn y colaboradores, la realidad com¨²n a todos los subnormales por ellos conoc¨ªdos, deriva de planteamientos administrativos injustos, inadecuados e insuficientes, de una actitud social fatalista y discriminatoria y de una educaci¨®n familiar paternalista y sin esperanza, algunas veces, o de aut¨¦ntico abandono en otras, ha generado una subnormalidad de pron¨®stico m¨¢s sombr¨ªo que la misma deficiencia gen¨¦tica. Es tanto como,decir que los hombres son libres y no hacer nada para lograr concretamente objetivar esta realidad; es decir, estarse quietos ante el problema y. por tanto, ejercer una farsa.
Para Promi es la convivencia el camino para la integraci¨®n del deficiente. Una convivencia que huye (como del agua escaldante) del paternalismo, en la l¨ªnea de Freire: ?La pedagog¨ªa, que partiendo de los intereses ego¨ªstas opresores (egoismo camuflado de falsa generosidad) hace de los oprimidos objeto de su humanitarismo, lo mantiene y encarna la propia opresi¨®n, es el instrumento de la deshumanizaci¨®n.?
Una empresa rentable
A nosotros, ante la realidad de Promi y los jornales de quince y 20.000 pesetas, pero tambi¨¦n los de 2.000 ¨® 3.000 al mes, nos asalt¨® la duda de la posible explotaci¨®n del deficiente. Y la planteamos.
?Este es nuestro aut¨¦ntico problema -dicen Juan P¨¦rez Mar¨ªn y su hermano. sacerdote, al que en plena misa le piden tabaco y tiene que dejar el c¨¢liz para dar el cigarro o fuego a alg¨²n interno que, por lo dem¨¢s, suele meterle prisa porque ?hay que ver el f¨²tbol"-. Este es nuestro problema de conciencia. ?Qu¨¦ hacernos? Somos una empresa rentable. Vamos a ser autosuficientes y lo ser¨ªamos ya si no hubi¨¦ramos tenido que aportar parte de los beneficios al inmovilizado, es decir, si el Estado nos hubiera dado todo esto hecho. ?Qu¨¦ hacemos? ?Ampliamos y damos cabida a m¨¢s deficientes o llegamos a los niveles de los salarlos base en ?el exterior?? Porque hay otro problema: jur¨ªdicamente estos hombres no son ?persona?. Carecen de decisi¨®n y dependen de unos padres y de unas tutor¨ªas que, en muchos casos, s¨ª pretenden explotarlos. Muchos de los salarios satisfacen el alcohol de los padres. ?D¨®nde esta el equilibrio de la justicia? Quienes carecen de padres tienen cartilla abierta. Para otros casos creemos que prioritaria es la transformaci¨®n de las barreras administrativas. Por eso queremos que se acepten nuestros impuestos y la calidad de trabajador del subnormal, obviamente con una Seguridad Social sin costo y si hay que pagar salarios mayores lo haremos, y si nos vemos forzados a plantear un expediente de crisis o hasta de regulaci¨®n de empleo, bendito y deseado problema poderle plantear al paternalista Ministerio de Trabajo esta papeleta: aqu¨ª dejamos parados a estos hombres que hemos sacado de los manicomios para devolverles al trabajo. ?D¨®nde empieza la explotaci¨®n? Te agradezco la pregunta porque yo tambi¨¦n me la hago. Necesitamos que todos nos ayud¨¦is y contribuy¨¢is a aclarar las ideas. "No sab¨ªamos nada. No sabemos nada. S¨®lo nos hemos echado a andar.?
Y, mientras, los que alguien llama in¨²tiles, trabajan. Los minusv¨¢lidos tienen su coche y ellos solos hacen la ruta como cualquier otro viajante (¨¦stos s¨ª cobran su sueldo base, su comisi¨®n y est¨¢n en la Seguridad Social). Se sienten felices. Los psiquiatras no acaban de entenderlo y.nosotros tampoco; pero aqu¨ª est¨¢n como normales aqu¨¦llos que un d¨ªa recibieron degradantes sesiones de electro schok o de tratamientos qu¨ªmicos.
?Al entrar empezamos por quitarles toda medicaci¨®n y dejarles en observaci¨®n. S¨®lo a alguna mujer se le facilita la ?p¨ªldora?, y eso para que no haya consecuencias que servir¨ªan de pretexto para echarnos al pueblo encima. Son felices. Tienen la libertad a su disposici¨®n y saben usarla.?
All¨ª est¨¢n Joaqu¨ªn Loos, autista, empezando a hablar despu¨¦s de que cinco hermanos dispersos en la emigraci¨®n de todo el pa¨ªs ha ido como un bulto transportado de trimestre en trimestre, de casa en casa, para en todas quedarse atado mientras la familia trabajaba por las emigraciones, y aqu¨ª est¨¢ con su miop¨ªa, casi ceguera, y su c.i. de 0,10, este otro ense?ando a hacer fregonas minuciosa, amorosamente, t¨¢ctilmente casi, a los ?profundos?. All¨ª est¨¢n los aprendices de carpinter¨ªa, que comienzan automatiz¨¢ndose, primero viendo, luego retirando una tabla de una m¨¢quina, si les cuadra, ya cobrando, y luego acabando en ayudantes u oliciales. Y all¨ª, en el guirigay de las cintas transportadoras de la granja est¨¢, salvado, Manolo Ruiz Madueno, ya sin escopeta, ni caballo, ni cabra, que al irme me estrecha la mano y me dice que siga y me recita un soneto que escribi¨® por los a?os cincuenta o sesenta, para los periodistas del franquismo
?Oh absurdos juglares del libelo / Sois hermanos bastardos del poeta / porque est¨¢is como el gallo de veleta / con las patas soldadas en el suelo / Vuestras plumas no sirven para el vuelo: / un vulgar servilismo las sujeta / No so?¨¦is en las cumbres de una meta / que ten¨¦is el plumaje del mochuelo / En el barco del mundo s¨®is las ratas. / que le a¨²llan cunucas a la muerte / al vaiv¨¦n de unas ¨¦picas baratas / que jug¨¢is al color que da m¨¢s suerte / Os peg¨¢is a la popa del m¨¢s fuerte, / y a vivir como est¨®magos con patas?.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.