Se abre paso la idea de negociar con Marruecos
Quien recala en Melilla despu¨¦s de ocho horas de transbordador o tras un aterrizaje cargado de emoci¨®n, que tiene m¨¢s de forzoso que de voluntario, tiene la sensaci¨®n de hallarse en el reino de los no creyentes. Nadie cree en nada; ni en lo que dice Madrid, ni en lo que dice Rabat. En todo caso la excepci¨®n que confirma la regla la constituyen los pocos que creen a la vez en Madrid y en Rabat.En los m¨²ltiples contactos mantenidos por el enviado especial de EL PAIS a Melilla solamente los hombres de UCD se mostraban satisfechos por el desmentido de la Oficina de Informaci¨®n Diplom¨¢tica (OID), a las informaciones publicadas por este peri¨®dico en relaci¨®n con los estudios que sobre el futuro de Ceuta y Melilla se efect¨²an en el Ministerio de Asuntos Exteriores.
El senador de UCD se?or Ginel encuentra absurdo atribuir al Gobierno espa?ol m¨¢s iniciativa en el tema de Ceuta y Melilla cuando el propio Hassan no lo hace. Por su parte el alcalde de la ciudad, tambi¨¦n miembro de UCD, considera que estas informaciones tienen que ser infundadas ya que el Rey, con motivo de la pol¨¦mica levantada por el Libro Blanco de Reforma Democr¨¢tica, hab¨ªa dado seguridades a las autoridades melillenses de que no habr¨ªa una pol¨ªtica abandonista con Ceuta y Melilla.
Es obvio que para UCD y para una parte considerable de los melillenses la internacionalizaci¨®n de la plaza no es m¨¢s que puro entreguismo ?inaceptable e impensable?, seg¨²n palabras del senador se?or Ginel. Con esta corriente de opini¨®n conectan todos los que sostienen que Melilla fue y es Espa?a como argumento de fuerza mayor para conseguir que nunca deje de serlo.
La segunda
Numancia
Sin embargo m¨¢s all¨¢ de la credulidad de UCD en las declaraciones del Gobierno s¨®lo se encuentra en Melilla la indiferencia de los resignados: ?D¨ªgalo usted as¨ª: estamos dispuestos a convertir esto en una segunda Numancia?, afirmaba un comerciante subrayando su aseveraci¨®n con un golpe en¨¦rgico sobre la mesa de su despacho. Pero estas actitudes gallardas de poco valen en una poblaci¨®n que tiene tan fresca en la memoria la pol¨ªtica descolonizadora del franquismo. Esta gallard¨ªa de la palabra es desmentida por la realidad: nadie invierte en, Melilla, ning¨²n espa?ol compra una casa en Melilla, no hay trabajo para la juventud en Melilla.
El primero que se atrevi¨® a enfrentarse a los tab¨²es erigidos por la diplomacia de los cuarenta a?os, en torno a las plazas africanas, fue el Partido Comunista de Espa?a, el ¨²nico que en las elecciones legislativas de 1977 abog¨® por una negociaci¨®n con Marruecos. No falt¨® quien por aquel entonces pidi¨® la expulsi¨®n de Melilla de los comunistas. Hoy, en cambio, son muchos m¨¢s lo que abogan por esa negociaci¨®n. ?Aqu¨ª no cabe otro patriotismo que no sea ese: defender los intereses de la poblaci¨®n, pero eso no se consigue con la pol¨ªtica del avestruz?, afirma el secretario local del PCE, Luis P¨¦rez.
Una mano delante y otra detr¨¢s
Las consecuencias de la pol¨ªtica del avestruz se las cuentan al periodista en cualquier esquina de Melilla: ?Ya ve, mucho protectorado, mucho lfni espa?ol, mucha Guinea. espa?ola, mucha provincia sahariana y al final el ciudadano que a base de sacrificios hab¨ªa logrado algo en cualquiera de esos territorios tuvo que salir por pies con una mano delante y otra detr¨¢s.?
La descolonizaci¨®n espa?ola en Africa es una sarta de entregas que se cierra como un nubarr¨®n sobre los melillenses. All¨ª la gente se hace cruces al ver c¨®mo se fue entregando una a una todas las bazas que se pose¨ªan frente a Marruecos sin asegurar el status de Ceuta y Melilla, y sin conseguir siquiera el reconocimiento de sus aguas jurisdiccionales. Por eso ahora nadie cree en los desmentidos oficiales ni en nada. Lo que en el fondo desean muchos de los que viven en Melilla es que se les diga hasta cu¨¢ndo.
Tomar la iniciativa
Un hombre joven de negocios explica a EL PAIS que si Hassan no plantea ahora el contencioso de las plazas de soberan¨ªa espa?ola es porque encaja dentro de su coherente pol¨ªtica exterior: espera el momento oportuno para negociar; se limita a llevar a la pol¨ªtica el adagio ¨¢rabe sientate a la puerta de tu casay ver¨¢s pasar el cad¨¢ver de tu enemigo. ?El tiempo no cuenta para ellos?, afirma. ?Por eso?, a?ade, ?Espa?a tiene que tomar la iniciativa y dejar de bailar al son que le toca Marruecos; ni ellos pueden seguir pidiendo siempre Melilla, ni nuestro Gobierno debe esperar a que las soluciones le lluevan del cielo?.
De cualquier forma es dif¨ªcil saber qu¨¦ margen de negociaci¨®n dejar¨ªan los melillenses al Gobierno. Probablemente no lo sabe el propio Gobierno ya que por el momento no les ha consultado. Por los contactos mantenidos en Melilla el enviado especial de EL PAIS se atrever¨ªa a afirmar que la soberan¨ªa compartida con Marruecos supondr¨ªa la emigraci¨®n masiva de los espa?oles. Son muchos los que piensan que en pie de igualdad la convivencia con los musul manes ser¨ªa impracticable. ?S¨®lo hay que ver c¨®mo ha cumplido Hassan sus compromisos con los espa?oles cuyos bienes fueron expropiados en Marruecos, para comprender que todo lo que se firme con ¨¦l es papel mojado?, afirma el presidente de la C¨¢mara de la Propiedad Urbana.
Partidarios de acercarse al musulm¨¢n
Esta desconfianza hacia Hassan es compartida, considera el comunista Luis P¨¦rez, por muchos de los musulmanes que viven en Melilla que prefieren la soberan¨ªa espa?ola a los rigores del r¨¦gimen del monarca marroqu¨ª.
Tanto el PCE como el PSOE, y en general todos los partidos de izquierda, consideran necesaria una pol¨ªtica de acercamiento a la poblaci¨®n marroqu¨ª. Para Sancho-Mi?ano (PSOE) hay que conseguir que los musulmanes y los rife?os vecinos sientan la necesidad de que Melilla sea espa?ola. Para Luis P¨¦rez, del PCE, esa pol¨ªticade acercamiento tiene que proyectarse en el terreno laboral, con la igualdad de derechos y obligaciones, y tambi¨¦n en una decidida acci¨®n cultural entre la poblaci¨®n musulmana.
En este sentido las autoridades melillenses se limitan a permitir el acceso a la ense?anza de los ni?os musulmanes pero no hay una campa?a que vaya m¨¢s all¨¢ de la pol¨ªtica permisiva. En una chabola de La Ca?ada de la Muerte, el m¨¢s pr¨®ximo a la frontera marroqu¨ª y el m¨¢s miserable de Melilla, un grupo de j¨®venes imparte clases a ni?os musulmanes. ?La asistencia es muy irregular?, afirma un estudiante de magisterio.? ?No es f¨¢cil -a?ade- convencer a los padres de que permitan a sus hijos venir, especialmente en el caso de las ni?as, a las que prefieren poner a servir en alguna casa.?
El franc¨¦s desplaza al castellano
En contrapartida con esta desatenci¨®n cultural hacia los musulmanes melillenses y a los rife?os, est¨¢ la penetraci¨®n francesa. Los habitantes de Nador en muchos kil¨®metros a la redonda de Melilla hablan, adem¨¢s de su dialecto chelia, el castellano, pero entre la juventud nuestro idioma ha sido desplazado por el franc¨¦s, gracias a la acci¨®n cultural que realizan los objetores de concien cia y excedentes de cupo del Ej¨¦rcito galo.
Si bien este acercamiento a la poblaci¨®n musulmana no es compartida por todas las fuerzas sociales y pol¨ªticas, hay unanimidad en buscar f¨®rmulas de autonom¨ªa pol¨ªtica frente al Gobierno de Madrid. Qu¨¦ repercusi¨®n puede tener esa autonom¨ªa ante los ojos de Hassan es algo que se le escapa a los propios partidos. En Melilla es indudable que hay satisfacci¨®n por el tratamiento constitucional que se le da; al menos les consuela de ha ber sido apeados del marco de autogobierno andaluz.
Muertos y vivos
Para entender el estado de ¨¢nimo que vive el melillense es inevitable volver a relacionar estas ideas de futuro, pocas y vagas, con sus temores, todos, como se dec¨ªa en la primera cr¨®nica de esta serie.
Momentos antes de tomar el avi¨®n un comerciante llevaba al enviado especial de EL PAIS a su despacho y le mostraba las fotograf¨ªas que colgaban de la pared: ?Mire, mis abuelos, que fundaron esta casa; mis padres, que la engrandecieron; yo, que he continuado al frente del negocio. Despu¨¦s de tanto esfuerzo vamos a tener que dejarlo todo? Los espa?oles no pueden olvidar los miles de compatriotas muertos en Melilla.?
Sin embargo es dif¨ªcil que los muertos ganen las batallas que pierden los vivos. Los vivos dejan el sentimiento a un lado y colocan sus dineros a buen recaudo en toda la costa del Sol. Los vivos no invierten un duro en Melilla como no sea en pequenas mejoras. Los vivos, que ponen el patriotismo por encima del bien y del mal, prefieren la mano de obra barata del marroqu¨ª, sin pensar en el paro que ocasionan a los trabajadores espa?oles.
A la ca¨ªda de la tarde, el todo Melilla se pasea por la avenida del General¨ªsimo y la plaza de Espa?a. A cualquier observador le salta a la vista la ausencia de j¨®venes. No hay sitio para los j¨®venes en Melilla. Para los chicos, una vez finalizado el bachillerato, hay cuatro caminos: estudiar en la Pen¨ªnsula, ingresar en las fuerzas armadas, emigrar en busca de trabajo o vegetar en Melilla, a la sombra de los padres. Para las chicas, solo tres: estudiar, emigrar o esperar un novio. Para los estudiantes, una vez finalizada la carrera, tampoco hay sitio en Melilla.
El alcalde de la ciudad confiesa estar muy preocupado por esta ausencia de juventud comprendidos entre los dieciocho y los veinticinco a?os. ?Conf¨ªo -afirma- en que la UNED (Universidad a Distancia) contribuya a fijarnos este tipo de poblaci¨®n tan necesaria en una ciudad por su aportaci¨®n cr¨ªtica.? El futuro de una ciudad sin j¨®venes s¨®lo puede ser muy negro.
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