El divorcio de la realidad

La Junta de Portavoces es una v¨¢lvula de paso, un filtro purificador de pasiones, un peque?o laboratorio donde las tensiones pol¨ªticas se transforman en comunicados. Llegas por la ma?ana al Congreso, cuando todo el pa¨ªs vive a¨²n bajo la presi¨®n de la gran animalada de Pamplona y te encuentras all¨ª en los pasillos con ese clima de buena educaci¨®n que refleja un amor a la patria de hilo musical y aire acondicionado. Pero en el s¨®tano los encargados del termostato estaban en plena acci¨®n. Ayer a las nueve de la ma?ana toda la ira de los grupos parlamentarios acumulada durante el fin de semana, ya hab¨ªa pasado por el control. A la Junta de Portavoces le bast¨® una hora para resumir toda la espontaneidad pat¨¦tica de un Parlamento con los problemas de calle en unos p¨¢rrafos de sentimiento abstracto, escritos en un folio del galguito, donde se condenaba formulariamente la provocaci¨®n salvaje de Pamplona con un vocabulario lleno de eufemismos de exquisito canguelo. Esta gente es demasiado buena.Mart¨ªn Villa subi¨® a la tribuna arqueando su ce?o sadomasoquista para negar cualquier tipo de informaci¨®n y ofrecer como graciosa iniciativa propia lo que es una obligaci¨®n suya ineludible de presentarse en la Comisi¨®n del Interior para explicar la situaci¨®n. Todo ha quedado en esto: el ministro con un algod¨®n de agua oxigenada ha dado un leve masaje en el trauma al Congreso y este organismo zombi se lo ha agradecido mucho. En Junta de Portavoces hace muy bien la acupuntura.

El Congreso vive ahora un trayecto de felicidad constitucional que avanza entre el Pa¨ªs Vasco en llamas y los presagios solares de la rebeli¨®n de Andaluc¨ªa. Pero hay que recetarse unas raciones de dicha balnearia. De momento sus se?or¨ªas no est¨¢n para nadie. La cadencia sonora del articulado de la Constituci¨®n, las enmiendas que se lleva la corriente del consenso, el ritual de las votaciones, toda esa labor f¨®rmalista, comparada con la brutalidad de la vida misma se asemeja muchei a una tram¨¢ficticia de peque?as pasiones t¨¦cnicas que se mueven dentro de una campana neum¨¢tica. Ayer en el Congreso fueron votados unos temas de gran inter¨¦s, la huelga, el divorcio, la propiedad privada. Los diputados hablaban, pero ten¨ªan el pensamiento puesto en otra cosa.

Jarabo Pay¨¢ cit¨® muchas frases en alem¨¢n para combatir la huelga pol¨ªtica, aunque los t¨®picos empresariales los pronunci¨® en castellano. El socialista Saavedra le dijo que no y el pariel electr¨®nico le dio la raz¨®n. L¨®pez Bravo con su bronceado de piscina privada y Mendiz¨¢bal con las cursis volutas de su oratoria que huele a polvos de arroz, echaron unas lanzadas contra el divorcio que viene. Antonio Sotillo puso unas tildes al asunto. Y Fraga, Herrero de Mi?¨®n y Sol¨¦ Tur¨¢ anduvieron por el entarimado soltando bravuras, distinciones, precisiones sobre unas cosas que fueron cenadas en su d¨ªa. El inter¨¦s de Alianza Popular consiste en excitar la lengua de los grupos parlamentarios, pero el sopor lo invade todo. Es esa morbidez que macera desde los sangrientos sucesos de

Pamplona hasta los puntos m¨¢s calientes de la Constituci¨®n. Da la sensaci¨®n de que los diputados pasan todo. Que tambi¨¦n est¨¢n constitucionalizando el otro divorcio con la realidad. A veces parecen org¨¢nicos.