Los bosques espa?oles, sometidos a una repoblaci¨®n irracional
En 1940, apenas finalizada la guerra civil y bajo la absoluta dictadura fascista, se pon¨ªa en marcha en Espa?a un Plan Nacional de Repoblaci¨®n por el que se preve¨ªa la forestaci¨®n de 5.679.000 hect¨¢reas en el plazo de cien a?os. Desde aquel a?o, y hasta 1972, el total repoblado ascendi¨® a 2.658.700 hect¨¢reas, lo que supuso alcanzar el 46% aproximadamente de la meta entonces fijada, en el intervalo de los 32 primeros a?os. La repoblaci¨®n forestal aparece por tanto, como una de las mayores realizaciones del r¨¦gimen, que le proporcion¨®, junto con la pol¨ªtica de regad¨ªos y construcci¨®n de embalses, los m¨¢s jugosos dividendos de promoci¨®n y propaganda pol¨ªtica.Sin embargo, y parad¨®jicamente, la realidad forestal del pa¨ªs fue bien distinta a la que durante lustros se nos hizo creer. Esto se explica debido a que en realidad se manejaron demag¨®gicamente las cifras, pregon¨¢ndose a los cuatro vientos los logros de la simple repoblaci¨®n, pero ocult¨¢ndose tambi¨¦n cuidadosamente las superficies de bosques aut¨®ctonos que durante los mismos a?os se talaban a mata rasa. En definitiva, el balance fue ampliamente adverso para las masas forestales contempladas en su totalidad.
Hoy, en 1978, en la Espa?a ?democr¨¢tica?, es decir, 38 a?os despu¨¦s de la puesta en marcha de aquel plan, se pretende relanzar su actividad a trav¨¦s de una nueva ley de Producci¨®n Forestal redactada por pr¨¢cticamente las mismas personas, o al menos por personas de la misma ideolog¨ªa, y aprobada por las ya desaparecidas Cortes franquistas con n¨²mero 5/77 y publicada en fecha 8-1-77.
Hasta qu¨¦ punto los promotores de esta nueva ley conocen lo parad¨®jico, ambiguo e inestable de la situaci¨®n lo demuestra el hecho de que sin haber sido a¨²n publicado el reglamento se comenz¨® ya a promocionar su inmediata aplicaci¨®n, ofreci¨¦ndose con urgencia a los propietarios de los terrenos que se acojan a sus beneficios, cantidades a fondo perdido de 8.000 pesetas hect¨¢rea para las repoblaciones de pinos y de 10.000 pesetas hect¨¢rea para las de eucaliptos. Todo esto, evidentemente, entra?a tales riesgos que muy bien pudiera darse el traste con los ¨²ltimos bosques espa?oles aut¨®ctonos supervivientes de la ?eficacia? del antiguo Plan Nacional.
El bosque espa?ol disminuy¨® en cantidad y en calidad
Durante siglos pasados, y a partir fundamentalmente de la Alta Edad Media, Espa?a se vio sometida a procesos crecientes de deforestaci¨®n, cuyo resultado m¨¢s evidente se detecta en las ¨¢reas desertizadas o semidesertizadas del Centro, Levante y Sur de la Pen¨ªnsula. El punto culminante de este proceso pudo haberse alcanzado durante el pasado siglo con la desamortizaci¨®n masiva de los bosques en todo el pa¨ªs. Ya en el presente siglo, y durante los ¨²ltimos cuarenta a?os, la situaci¨®n no vari¨® sensiblemente a pesar de la mencionada pol¨ªtica de repoblaci¨®n forestal.As¨ª, mientras que por un lado se replantaban 1.473.575 hect¨¢reas durante el intervalo 1961-1976 la superficie total de los bosques espa?oles descendi¨®, en el mismo per¨ªodo, en 3.138.000 hect¨¢reas, equivalente al 21 % aproximadamente de la existente en el primer a?o de la serie. Analizando esta disminuci¨®n seg¨²n los grandes grupos de especies, se observa que las con¨ªferas, junto con la mezcla de frondosas y con¨ªferas s¨®lo disminuyeron en 0,8 y 0,37 millones de hect¨¢reas respectivamente, mientras que por el contrario, los bosques de frondosas pasaron de 8,1 a 6,1 millones de hect¨¢reas. La disminuci¨®n global es por tanto atribuible a este ¨²ltimo tipo de bosque.
La erosi¨®n, consecuencia de la tala abusiva de ¨¢rboles
Los grandes beneficios que se derivan de la existencia de masas arb¨®reas en un pa¨ªs, y particularmente en un Pa¨ªs ¨¢rido como es el nuestro, pueden establecerse tanto en evitar el empobrecimiento de los suelos, moderando la erosi¨®n como en reducir los riesgos de las inundaciones y corrimientos de tierras, regulando el r¨¦gimen h¨ªdrico. Adem¨¢s, el bosque preserva la flora y fauna salvajes, desempe?ando una funci¨®n social de importancia cada d¨ªa m¨¢s creciente.Las provincias que sufren un mayor grado de destrucci¨®n del suelo en la actualidad son: Almer¨ªa y Granada, con m¨¢s del 50% de su superficie total afectada por un proceso grave de erosi¨®n; con un 30-50% de la superficie provincial en el mismo estado, se encuentran: Ja¨¦n, M¨¢laga, C¨®rdoba, Huelva Las Palmas, Murcia, Alicante, Toledo, Madrid, Guadalajara, Cuenca, Albacete, Zaragoza y Teruel.
Parece, pues, evidente, que el objetivo primordial de cualquier tipo de pol¨ªtica forestal que se plantee en nuestro pa¨ªs, debe ser el del mantenimiento del suelo, pasando otros -caso por ejemplo, de la producci¨®n maderera para el abastecimiento de la industria- a un segundo plano, dentro de una escala de prioridades.
Solamente en las veinticuatro provincias espa?olas m¨¢s afectadas por los procesos de erosi¨®n se perdieron durante la ¨²ltima d¨¦cada 2.171.201 hect¨¢reas de superficie arbolada. Impresiona la deforestaci¨®n llevada a cabo en Andaluc¨ªa, con un descenso absoluto de 560.641 hect¨¢reas, as¨ª como en Murcia, Alicante y Valencia, con 323.650 hect¨¢reas. Canarias perdi¨® igualmente casi la mitad de sus bosques (47,2%) en el mismo per¨ªodo.
Otra de las conclusiones que se extraen del an¨¢lisis de la evoluci¨®n forestal de Espa?a, es que los cambios cuantitativos y cualitativos experimentados en los ¨²ltimos tiempos se deben fundamentalmente a la influencia ejercida por la repoblaci¨®n forestal. De las 2.658.700 hect¨¢reas repobladas, como ya comentamos, hasta 1972, 2.078.968, es decir, el 90,1 % del total se replantaron de pinos; 202.539 hect¨¢reas, el 8,7 %, con eucaliptos, y solamente 24.710 hect¨¢reas, es decir, un simb¨®lico 1 % del total fueron replantadas con especies frondosas aut¨®ctonas. Por el contrario, estas ¨²ltimas masas retrocedieron en toda la Pen¨ªnsula e islas de una forma m¨¢s o menos generalizada. Este fue el caso del encinar, bosque representativo por su ampl¨ªa distribuci¨®n en toda la Espa?a mediterr¨¢nea, que decreci¨® como m¨ªnimo en unas nuevas 20.000 hect¨¢reas durante el per¨ªodo
1961-1976, los robles y hayas, propios de las zonas h¨²medas del Oeste y Norte, descendieron en 335.891 y 74.869 hect¨¢reas, respectivamente; las mezclas de estas frondosas, en 1.480.761, y las mezclas de con¨ªferas y frondosas, en 919.973 hect¨¢reas.
Los bosques propios de los ecosistemas canarios fueron igualmente diezmados, pasando, por ejemplo, el pino canario, de una superficie de 115.000 hect¨¢reas, en 1956, a s¨®lo 63.721 hect¨¢reas en 1976. Igual proceso experiment¨® la laurisilva, formaci¨®n arb¨®rea peculiar de estas islas, que juega un papel importante en su estructura ecol¨®gica, y que en la actualidad se encuentra reducida en fracciones muy importantes.
Pero si el Plan Nacional de Repoblaciones de 1940, as¨ª como los organismos del Estado que lo desarrollaron y pusieron en pr¨¢ctica - Patrimonio Forestal y Distritos Forestales primero, y actualmente el Icona - no lograron conservar la superficie de nuestros bosques, mantener su estructura ni defender nuestro suelo de la erosi¨®n, ?cu¨¢les fueron realmente los objetivos e intereses que lo promovieron? Parece evidente que la casi exclusiva preferencia en la repoblaci¨®n por las especies de crecimiento r¨¢pido - pinos y eucaliptos - que proporcionan en poco tiempo la materia prima necesaria para las industrias de la madera, y particularmente para la de la fabricaci¨®n de pasta de papel, fueron los objetivos prioritarios y exclusivos.
De forma parecida a lo sucedido en el pasado inmediato, la pol¨ªtica forestal que se pretende seguir en el futuro, a trav¨¦s de la ley de Producci¨®n Forestal, dirige todos sus medios y esfuerzos a la producci¨®n a corto plazo de madera, marginando claramente otros objetivos de orden social que deber¨ªan ser prioritarios, tales como los ya expuestos de lucha contra la erosi¨®n y conservaci¨®n de los valores naturales y ecol¨®gicos, patrimonio de todos los espa?oles.
En este orden de cosas, nada m¨¢s oportuno que recordar ahora las evidentes conexiones que la gran industria nacional y multinacional del papel mantiene con las instituciones del Estado en el sector. Personajes como por ejemplo Gregorio L¨®pez Bravo, ex ministro con Franco de Industria y Asuntos Exteriores y actualmente senador por Alianza Popular y presidente del consejo de administraci¨®n del grupo SNIACE, son los que realmente siguen dictando hasta los m¨¢s elementales detalles de la pol¨ªtica forestal de Espa?a.
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