El dilema de las autonom¨ªas

El tema de las autonom¨ªas es el problema hist¨®rico del momento, lo que fue la cuesti¨®n religiosa en las constituyentes de 1931. El debate comenz¨® ayer. El asunto es tan grave que Fraga, en plena espiral marina, pidi¨® ayuda a Dem¨®stenes, a Cicer¨®n, a Vicente Ferrer, a Castelar y a no se qu¨¦ ap¨®stol para formar la gran g¨¢rgara patri¨®tica con todos ellos. Pero, sin duda, estos personajes no llegaron en su auxilio porque Fraga dijo lo mismo de siempre, entre el t¨®pico y la ira, sin que se le iluminara ninguna vena: s¨®lo el tono de los d¨ªas de fiesta y esa forma de ponerse de perfil a la historia, pespunteado por el taqu¨ªgrafo.

Fraga es un peque?o Maura sin suerte, un patricio lanzallamas que siempre va en directa, un pol¨ªtico con mucha tensi¨®n dram¨¢tica que conoce a la perfecci¨®n los resortes del parlamentarismo. En esta C¨¢mara llena de penenes y de l¨ªderes callados, Fraga es la gran figura que se arroja diariamente a la zarza ardiente. Con los argumentos sobados de la alta derecha monta en seguida un clima de gran acci¨®n. aunque sus m¨¢s bellos momentos los consigue en las r¨¦plicas, porque es un pr¨®cer con el callo muy sensible y la c¨®lera le oscurece bellamente la escol¨¢stica que lleva dentro y le ilumina esa cosa de celta ciego. Ayer hubo algo de eso.

El dilema de las autonom¨ªas consiste en que puede romper el voto de la Constituci¨®n por parte de Alianza Popular o de los nacionalistas vascos, seg¨²n quien tire m¨¢s de la cuerda. Estas dos fuerzas contradictorias, con el chantaje pol¨ªtico puesto, inauguraron aver el debate con un enfrentamiento bastante rudo. Fraga atac¨® las nacionalidades con el acompa?amiento del tromb¨®n de varas, todos esos presagios de esencias rotas, ontolog¨ªas echadas a perder y patrias partidas que forman la m¨²sica del pesimismo, algo que oyes y se te pone la carne de gallina. Txiqui Benegas, socialista vasco, en el otro extremo de la dial¨¦ctica, trat¨® de rebatir los argumentos de Alianza Popular con moderaci¨®n en el tono, pero con una agresividad enfrascada. Y as¨ª estaban ellos: uno con que el t¨ªtulo VIII de la Constituci¨®n es el fin de la unidad de la patria: el otro con que precisamente el reconocimiento de diversas nacionalidad es el principio de la verdadera unidad de Espa?a. Uno con la tesis, otro con la ant¨ªtesis, mientras la verdadera s¨ªntesis se confecciona sobre el men¨² de un restaurante en una acci¨®n paralela de ¨²ltima hora. Txiqui Benegas ha aludido a las mejoras que se estaban negociando.

Tambi¨¦n ha aludido el cad¨¢ver de Fraga en relaci¨®n con la ikurri?a. Nunca lo hiciera. Porque el J¨²piter de Villalba se ha desprendido del esca?o echando azufre y en la r¨¦plica le ha dejado seco. El clima se ha puesto a trescientos grados. Y al resplandor de esta hoguera los grupos pol¨ªticos en el hemiciclo han comenzado a hablar de las autonom¨ªas. mientras en el s¨®tano fren¨¦ticamente se trata de llegar a un acuerelo entre UCD. el PSOE y el Partido Nacionalista Vasco. Pero Fraga, ajeno a este pacto realizado a sus espaldas, s¨®lo est¨¢ interesado en extraer del hemiciclo todo su efecto dram¨¢tico hasta exhibirse como un espect¨¢culo p¨²blico en plan bonzo salvador de la derecha que se presenta con su lata de gasolina todos los d¨ªas en la oficina.