Diagn¨®stico, seguimiento y evoluci¨®n
El diagn¨®stico y el seguimiento de la evoluci¨®n de la lectura en el disl¨¦xico (ya sea espont¨¢nea o bajo la acci¨®n de una rehabilitaci¨®n de la lectura y de la escritura) se puede hacer de muy distintos modos: la evoluci¨®n en la escuela, es el criterio primero, ¨²ltimo y m¨¢s sencillo, pero dificil de cuantificar. Se pueden estudiar, por ejemplo, las dificultades para pronunciar palabras no familiares, la dificultad para fijar la vista en el lugar correcto durante la lectura, la ?indebida vocalizaci¨®n de los sonidos? durante la lectura silenciosa (o mejor durante el per¨ªodo de prevocalizaci¨®n, m¨¢s largo en el disl¨¦xico que en el normal y que se controla con electrodos lar¨ªngeos de contacto exterior -electromiograf¨ªa de contacto),etc¨¦tera.Tambi¨¦n se han elaborado (Monroe, Haggerty, Gray) tests m¨¢s o menos complejos: medir el tiempo empleado y los errores cometidos al leer un texto de dificultad creciente, discriminar la palabra correcta entre otras inadecuadas, etc¨¦tera, estableci¨¦ndose, incluso, un ?¨ªndice cultural? que conjunta la edad cronol¨®gica, la edad mental, la de lectura y la aritm¨¦tica. Pero son tests con frecuencia incompletos.
Existe una prueba que denominar¨ªamos la ?prueba espec¨ªfica?, la ?prueba nodal?, porque se refiere al fen¨®meno de la lectura en s¨ª mismo -ello a trav¨¦s de los mov¨ªmientos oculares- y porque resulta f¨¢cilmente cuantificable en sus distintos items. Se trata de la electrooculograf¨ªa, de la que existen varias t¨¦cnicas.
La primera de ellas, utilizando un electroencefal¨®grafo (EEG) para registrar y medir los movimientos oculares, ya es antigua, pero todav¨ªa muy utilizada y eficaz. Gabersek dedic¨® a ella varios trabajos.
Como es sabido, no leemos normalmente de modo continuo, sino discontinuo, ?a saltos?, esto es, posando la mirada en dos o tres puntos de cada l¨ªnea: el campo visual perif¨¦rico permite reconocer aquellas palabras que no son fijadas en el ¨¢rea de visi¨®n m¨¢xima. El individuo normal ajusta a continuaci¨®n de modo exacto el comienzo de la l¨ªnea siguiente y realiza en ella la misma operaci¨®n. Cuando el lector corriente encuentra una palabra dif¨ªcil se detiene. Todo ello se traduce de modo diferente en la electrooculograf¨ªa efectuada con un aparato de EEG: la lectura normal se caracteriza por dos o tres deflexiones de la l¨ªnea que corresponde a los globos oculares: las 2 ¨® 3 ?estaciones? normales que la vista realiza corrientemente. Una deflexi¨®n distinta y m¨¢s importante corresponde a la Fijaci¨®n del comienzo de la l¨ªnea siguiente. El hallazgo de una palabra dificil origina la aparici¨®n de dos o tres deflexiones en el trazado, se realiza m¨¢s de un movimiento ocular para leer aqu¨¦lla. Por otra parte, se puede medir el tiempo que dura la lectura de cada l¨ªnea (el papel del electroencefal¨®grafo corre a una velocidad fija, dada por segundo).
En un lector avezado, el tiempo/l¨ªnea es breve, los movimientos oculares escasos y seguros, el paso a la l¨ªnea siguiente tambi¨¦n ajustado y con un movimiento ¨²nico.
En el alfabetizado parcial -o en el disl¨¦xico-, por el contrario, el tiempo/l¨ªnea es largo, los movimientos oculares m¨²ltiples, acentuados al hallar en la lectura una palabra corripleja y al pasar a la l¨ªnea siguiente se efect¨²an vanos movimientos -se registran varias deflexiones- para lograr ?ajustar? la palabra inicial. C¨®mo puede comprobarse, existe la posibilidad de cuantificar todos estos hechos de un modo f¨¢cil.
Cuando prosiga la alfabetizaci¨®n, o mejore la dislexia, el trazado recogido se parecer¨¢ m¨¢s y m¨¢s al de un sujeto normal. Ello es tambi¨¦n perfectamente cuantificable.
Analfabetismo relativo
Un hecho interesante que hay que citar, aunque sea de paso, es el fen¨®meno del ?analfabetismo relativo?: un lector literario r¨¢pido y eficaz, puede comportarse como un analfabeto desde el punto de vista electrooculogr¨¢fico -y de la lectura- al serle sometido un texto con t¨¦rminos inhabituales para ¨¦l, por ejemplo, un libro de arquitectura o de ingenier¨ªa. Lo mismo ocurre cuando por primera vez un lector topa con un texto en un idioma extra?o, y los progresos que realice en la lectura de ¨¦ste ser¨¢n tambi¨¦n mensurables. Resulta curioso comprobar que los m¨¦todos de ense?anza fon¨¦tica dan lugar a una disociaci¨®n entre el lenguaje extranjero hablado -hablado y con acento correcto- y el lenguaje le¨ªdo, en el que el sujeto se comporta como semianalfabeto durante un buen per¨ªodo de tiempo.
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