Ni vencedores ni vencidos
En pocas ocasiones la negociaci¨®n de un convenio colectivo hab¨ªa centrado la atenci¨®n popular en torno a su desenlace como en el que afecta a los trabajadores de las gasolineras. La amenaza de una huelga que habr¨ªa supuesto el colapso del tr¨¢fico rodado en unas fechas que registran el mayor movimiento tur¨ªstico del a?o ten¨ªa prendida la atenci¨®n de la opini¨®n p¨²blica.De esta manera, los intereses obreros, de una parte, y los patronales, de otra, se han dirimido, en gran medida, al margen de los ¨²nicos baremos l¨ªcitos en toda negociaci¨®n colectiva: la real situaci¨®n econ¨®mica de las empresas. Al margen de la exacta situaci¨®n financiera de las empresas-comisionistas de CAMPSA, aspecto sobre el que ambas partes discrepan absolutamente, el acuerdo es fruto. en gran medida, de los ecos de un conflicto que no ha llegado a materializarse.
As¨ª. cumplidos los objetivos obreros de presionar a los empresarios para una negociaci¨®n que ¨¦stos han tratado de utilizar, a su vez, para su negociaci¨®n con CAMPSA de las comisiones que reciben del monopolio por la venta de sus productos, la f¨®rmula salom¨®nica parece haber sido la soluci¨®n que evita un balance de vencedores y vencidos.
En esta ocasi¨®n, Hacienda -que ante una situaci¨®n similar. hace exactamente un a?o, cedi¨® a la presi¨®n patronal para evitar la huelga- ha mantenido los plazos establecidos para proceder a la revisi¨®n de las comisiones.
No obstante, el elemento definitivo en la soluci¨®n del conflicto parece haber sido la nota difundida ayer por el Ministerio del Interior, en la que se anunciaba la postura gubernamental ante la huelga. Esta postura, en una situaci¨®n de democracia como la actual, no pod¨ªa ser otra que la de, respetando el derecho a la huelga, garantizar el servicio al usuario mediante el recurso a una pr¨¢ctica habitual en los pa¨ªses civilizados: el Estado, en este caso a trav¨¦s de las fuerzas de orden p¨²blico, suple subsidiariamente a un colectivo obrero que, en uso de un derecho reconocido legalmente, deja al descubierto un servicio p¨²blico como es el de abastecimiento de carburante.
Este proceso, sin embargo, pone una vez m¨¢s de relieve la urgencia de una ley de negociaci¨®n colectiva que evite situaciones l¨ªmite como la que comentamos. La actuaci¨®n del Ministerio de Trabajo, habitual mediador en conflictos que tienen su origen en la negociaci¨®n obrera, perder¨ªa en voluntarismo, que no siempre satisface a las partes, para ganar en eficacia y objetividad si la negociaci¨®n colectiva estuviera regulada por una norma aceptada por las fuerzas sociales.
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