Ultima respuesta al tema de la sexualidad, con algunas consideraciones m¨¦dico-sociales
Catedr¨¢tico de Psiquiatr¨ªa y miembro de honor de la Asociaci¨®n Mundial de Psiquiatr¨ªa
En EL PA?S del 23 de junio los se?ores Recabarren y Gimbernat vuelven a ocuparse de la cuesti¨®n de la homosexualidad en sendos art¨ªculos en los que se hacen alusiones constantes a mi persona y a mis ?supuestas ideas?, con juicios y t¨¦rminos subjetivos, nada ?ortodoxos?.
El se?or Recabarren -a quien no conozco- se presenta escribiendo: ?Miles y miles de homosexuales podemos, con nuestra experiencia personal, desmentir al psiquiatra Llavero. Nuestra homosexualidad, que no es biogen¨¦tica, no ha sido provocada en absoluto por la frecuente y variad¨ªsima prostituci¨®n comercializada de? sexo.?
La primera pregunta cient¨ªfica ser¨ªa: si no es biogen¨¦tica ni comercializada, de qu¨¦ tipo es su homosexualidad?, ambiental, inducida, aprendida y por qu¨¦ procedimiento? Segunda cuesti¨®n: el se?or Recabarren dice, si no entiendo mal, que con su experiencia personal puede desmentir lo que yo digo. Si esto es as¨ª, aquellos que no tengan, que no tengamos tal experiencia no podemos opinar con autoridad, y debemos dejar la pluma sobre esta cuesti¨®n, lo mismo el penalista Gimbernat y Freud, pues si no son homosexuales, como supongo, tampoco estar¨ªan autorizados para abordar tal problema. Con este razonamiento, el m¨¦dico, por ejemplo, no puede conocer ni curar la ¨²lcera de est¨®mago si no la padece, ni el cr¨ªtico de arte puede emitir sus juicios si no es un artista consumado, tampoco se podr¨ªa opinar sobre el problema de la prostituci¨®n si no se es un ?prostituto?, y as¨ª sucesivamente.
Para no rebasar la extensi¨®n que me dedican los firmantes -una densa p¨¢gina de EL PA?S- lo que exponga de aqu¨ª en adelante ser¨¢ v¨¢lido para esta pareja de objetores, y que en t¨¦rminos metaf¨®ricos cineg¨¦ticos, de monter¨ªa, ser¨ªa considerada algo as¨ª como ?una buena collera?: un jurista agresivo y pretencioso y un homosexual confeso y orgulloso -conjunci¨®n nada f¨¢cil- propin¨¢ndome terribles tarascadas dial¨¦cticas y dentelladas socio-pol¨ªticas. Todo ello basado -claro est¨¢- en meros t¨®picos y suposiciones adornadas y entretejidas con alardes cientificistas y alguna cita con pretensiones de erudicci¨®n.
Experiencia cl¨ªnica
Naturalmente que por la cl¨ªnica no pasan todas las personas con tendencias homof¨ªlicas, pero entre aquellas que suelen acudir a la consulta y cl¨ªnicas psiqui¨¢tricas con preocupaciones sexuales -de forma y de fondo, con un plus o un minus- encontramos una gran variedad. Recordemos el viejo y t¨®pico aforismo griego: ?No hay enfermedades, sino enfermos?. con la enorme complejidad que esta realidad supone, por ejemplo, al sacar conclusiones estad¨ªsticas.En relaci¨®n con la cl¨ªnica y conductas homosexuales se pueden entresacar unos cinco tipos con infinidad de variantes individuales, como ya indicamos, al menos esta es mi experiencia. La persona que llega angustiada una y otra vez pidiendo ayuda para ?verse libre de estos impulsos que son m¨¢s fuertes que mi voluntad ... ?, y amenazan con suicidarse, lo que no suele ocurrir.
El enfermo que consulta por otra dolencia cualquiera y al hacer la historia cl¨ªnica aparecen inclinaciones homosexuales, circunstanciales, provocadas o inducidas, con la variedad de que ?estos jugueteos sexuales y espor¨¢dicos? a unos sujetos no les preocupa, no tienen ?significado?. Por el contrario a otros les provoca un intenso ?sentimiento de culpa ... ? m¨¢s o menos inconsciente o manifiesto, sentimiento que les atormenta. Pero sin mavores consecuencias.
Al mismo tiempo se pueden observar individuos que manifiestan alegremente su ?feminidad?, simp¨¢ticos. dicharacheros, ocurrentes. amenos y chistosos, se pintan v disfrazan y les agrada que les llamen con nombre de mujer. Junto a estos ?patrones? m¨¢s biogen¨¦ticos -por las razones que despu¨¦s completar¨¦- encontramos tambi¨¦n los m¨¢s condicionados y comercializados, y cuya estad¨ªstica y pros¨¦litos aumenta paralelamente con el ascenso de la curva del consumismo: es una de sus manifestaciones en nuestra ¨¦poca una m¨¢s.
Finalmente observemos episodios de homosexualidad en las cl¨ªnicas psiqui¨¢tricas o pseudohomosexualidad, coincidiendo con brotes psic¨®ticos agudos, para desaparecer cuando remite o se cura el proceso mental patol¨®gico, a veces delirante y paranoico, como los estudiados por Freud, entre otros, estos casos no son muy frecuentes y deben considerarse simplemente como un s¨ªntoma en el s¨ªndrome mental con pron¨®sticos reservados.
Origen de la homosexualidad
El problema del origen o etiopatogenia de la homosexualidad, su din¨¢mica interna, no pod¨ªa escapar a los dos grandes faros inquisidores de conocimiento: el faro que ilumina el campo de los ambientalistas y aquel otro perteneciente a los determinismos biogen¨¦ticos.Dejemos a un lado, de momento, la historia de las costumbres tribales y de la herencia greco-romana, ?con sus efebos de divertimiento?. para empezar diciendo que no sabemos con certeza el origen de la verdadera homosexualidad para distinguirla de la comercializada o inducida o epis¨®dica. Tambi¨¦n debemos advertir que cometer¨ªamos un error escud¨¢ndonos en dogmatismos escotomizados, por ejemplo en un freudismo maximalista.
Para los ambientalistas, entre los cuales destaca Freud, casi todo acontecer o conducta humana tiene su origen en motivaciones o noxas ps¨ªquicas, externas, reprimidas o sublimadas: motivaciones familiares, sociales, culturales, transculturales, etc¨¦tera. Todos los autores coinciden en que este investigador fue uno de los primeros que reconocieron y estudiaron con m¨¢s intensidad ?eI car¨¢cter sexual de las desviaciones o perversiones. entre ellas las pr¨¢cticas homosexuales... (transcribo textualmente este p¨¢rrafo, 1978). La tesis freudiana de comienzos de siglo, en s¨ª poco evolucionada desde entonces, es una tesis demasiado conocida popularizada para insistir sobre ella aun cuando me reproche el se?or Gimbernat que no he le¨ªdo a su admirado mentor.
Los deterministas, por el contrario ponen el acento en un cuasi fatalismo biogen¨¦tico: el individuo saldr¨ªa catapultado -por as¨ª decirlo- del vientre materno con su destino a cuestas, pre-formado como resultado del juego de los dados cromos¨®micos aportados por los progenitores v cuyo juego estar¨ªa sujeto a ciertas leves condicionantes de la herencia. En este sentido son mundialmente c¨¦lebres los trabajos de Lange con gemelos univitelinos -los probandos m¨¢s fiables- y cuyo t¨ªtulo era muy significativo: ?El delito como destino?, trabajo realizado en el Kaiser-Wilhelm Institut f¨¹r Genealogie und Demographie de M¨¹nchen, donde estuve trabajando tres a?os con uno de los pioneros en este campo: profesor R¨¹din. All¨ª me ense?aron tambi¨¦n el cuidado que se debe tener con los datos estad¨ªsticos en la dimensi¨®n ps¨ªquica en el campo de las cualidades. As¨ª, por ejemplo en una de las estad¨ªsticas de Kinsey arroja un 30 % (1948-53) y otra an¨¢loga de Eckel el 10% en 1946.
En esta situaci¨®n cism¨¢tica y un tanto maximalista entre ambientalistas y deterministas -recuerdo la lucha mantenida en la academia rusa entre ambos partidarios-, y no sabiendo a ciencia cierta el origen de la verdadera homosexualidad. ?qu¨¦ camino tomar?. Indudablemente este problema est¨¢ mal planteado como tantos otros en psiquiatr¨ªa, en antropolog¨ªa. El secreto radica en el proceso del ?Encuentro? del Begegnung, entre los est¨ªmulos o noxas del imprevisto contingente ambiental, y las potencialidades biogen¨¦ticas predeterminadas; aqu¨ª radica la esencia de la cuesti¨®n. Lo que sucede es que esta apasionante problem¨¢tica es muy complicada, variada, cambiable, individual y, por tanto, muy dif¨ªcil de enfrentarse con ella. Sin embargo, puede afirmarse como lo m¨¢s pr¨®ximo a la realidad de la cosa, que todos somos, siempre, la resultante del encuentro entre ambas posibilidades, ya seamos considerados como normales en un lugar y ¨¦poca determinada, o como psic¨®patas, neur¨®ticos, psic¨®ticos o como homosexuales. Si esto es as¨ª, y no puede ser de otra manera, ahora se comprende f¨¢cilmente lo que quiero decir al clasificar la homosexualidad de ?m¨¢s? blogen¨¦tica o de ?m¨¢s? condicionada, sin que ello represente insulto alguno ni tenga que ver con la ?experiencia propia?, como argumenta el senor Recabarren.
Epidemiolog¨ªa y epistemolog¨ªa
En relaci¨®n con la homosexualidad condicionada, prostituida o inducida el mismo Kinsey indica unas cifras sumamente reveladoras, y que los educadores y sanitarios responsables, los informadores p¨²blicos deber¨ªan reconsiderar: ?el elevado porcentaje de relaciones invertidas entre los diecis¨¦is y los 65 a?os?. ?entre la pubertad y la ancianidad? (!!). ?Qui¨¦n induce a qui¨¦n?, ?qui¨¦n prostituye a qui¨¦n? Acaso no son "verdes y con hojas "(*). Unicamente me resta a?adir brevemente, por falta de espacio, que a la doctrina freudiana puede consider¨¢rsela superada en muchos aspectos, tanto por la fenomenolog¨ªa, por los mismos psicoanalistas (Melaine Klein), por los existencialistas (Biswanger, V. Gebsatel) por la ?teor¨ªa del aprendizaje?. del "conductismo" de los ?modelos transculturales y tribales? (Trypp. 1978), entre otros, nuestro penalista se ha quedado embarrancado en la ¨¦poca freudiana de comienzo de siglo, con sucesivas reproducciones.En mi contestaci¨®n anterior afirmaba que no conoc¨ªa estad¨ªsticas fiables referentes a la homosexualidad. Entonces el se?or Gimbernat -con su Kempis freudiano de hace 62 a?os debajo del brazo- apela en su respuesta a la discutida y equ¨ªvoca estad¨ªstica de Kinsey de 1948 como tabla de salvaci¨®n durante su fr¨ªvola aventura por el amplio y proceloso mar de las disciplinas m¨¦dico-psiqui¨¢tricas, para ¨¦l desconocido, lo cual supone evidentes riesgos. Lo mismo ocurrir¨ªa al biso?o en cuestiones de jurisprudencia que se atreve a pontificar en el extenso campo del Derecho con s¨®lo unas ideas prestadas y rudimentarias sobre algunas de sus ramas. Aqu¨ª se confirma una vez m¨¢s: el que s¨®lo sabe o ha le¨ªdo de una cosa -en este caso psicoan¨¢lisis- ni de esto sabe.
En todo caso, los ambientalistas suelen ignorar o marginar nada menos que la causa instrumental de todo acontecer ps¨ªquico: biocerebral, biogen¨¦tico, biosom¨¢tico que son mutatis mutandi, condicionantes b¨¢sicos en todo cuanto acontece en la conducta y vivenciar humano, normal o patol¨®gico. Esta bidimensionalidad de todo acontecer ps¨ªquico, psiqui¨¢trico, o si se quiere parapsiqui¨¢trico, tenemos que aceptarla con toda su enorme complejidad en el campo de las motivaciones ps¨ªquicas y de la imprescindible epistemolog¨ªa psiqui¨¢trica, pero sobre todo la casualidad operante -a la cual le debe el hombre el poder sobre la cosa- entre la dimensi¨®n de lo cuantificable y aquella otra vertiente de las cualidades que permite y condiciona el campo vivencial espec¨ªficamente humano.
Etiolog¨ªa y justificaci¨®n de la homosexualidad
Finalmente, debo completar dos aspectos en esta ¨²ltima contestaci¨®n a mis interlocutores para evitar m¨¢s equ¨ªvocos, primero, en el terreno de lo apersonal. Dejando a un lado las viejas teor¨ªas de la bisexualidad -en parte vigentes- y fase andr¨®gina, la intersexualidad de nuestro Mara?¨®n, las homosexualidades ?latentes? o desviaciones adquiridas de las pulsiones sexuales basadas en los m¨¢s diversos complejos a lo Freud, etc¨¦tera ... ; si ahora resulta que los m¨¢s modernos argumentos respecto a la discutida etiolog¨ªa y justificaci¨®n de la homosexualidad se apoyan gran parte, -en contra de Freud- en viejas pr¨¢cticas tribales y ?aprendizajes? de la homosexualidad en los pueblos primitivos en los distintos contienentes (Tripp, antiguo colaborador de Kinsey, entre otros), no cabe duda que el fomento de tales ?pr¨¢cticas? y ?aprendizajes? significa una pol¨ªtica tribal, regresiva, cavern¨ªcola, si la l¨®gica m¨¢s elemental no miente.En el terreno de lo personal, el se?or Recabarren apela, una vez m¨¢s, a juicios y calificativos gratuitos, entre ellos me considera reaccionario y no en el sentido verdadero de que ?reacciono? y continuar¨¦ reaccionando ante lo manifiestamente injusto, equ¨ªvoco y da?ino, sobre todo para la juventud: su calificativo de reaccionario es en el sentido m¨¢s peyorativo. Si con ello quiere significar un grave reproche porque me niego a fomentar el camino hacia la caverna con sus pr¨¢cticas tribales, entonces el calificativo de reaccionario y todos sus sin¨®nimos se quedan cortos. Lo que m¨¢s me interesa, ahora y siempre, es el verdadero conocimiento de la verdad y, por tanto, el conocimiento progresivo, con todo lo que tiene de relativismo. Por estas razones me paso la vida en su b¨²squeda, dentro y fuera de Espa?a en universidades y centros de investigaci¨®n libres de politiqueos; tambi¨¦n en las cl¨ªnicas psiqui¨¢tricas, que son las que m¨¢s conocimientos proporcionan sobre la conducta del semejante; sus causas y motivaciones; lo patol¨®gico descorre la celosia de lo celosamente guardado en la intimidad.
El colega penalista tampoco se queda corto en sus ¨²ltimas dentelladas dial¨¦cticas, introduci¨¦ndose en el terreno de lo personal a base de las socorridas suposiciones, tan frecuentes entre los perturbados. Ante tanta suposici¨®n y baladronada, impropias de un docente, hab¨ªa que dar un tono acad¨¦mico en aras a la verdad. Para ello me pareci¨® lo m¨¢s as¨¦ptico y justo que se publicaran nuestros curricula all¨ª donde fuera necesario, sobre todo en ambientes universitarios. Nuestro penalista se sale por la tangente con tono displicente y de perdonavidas. ?No ser¨¢ que el se?or Gimbernat ha conseguido la titularidad de penal por la puerta falsa, esto es, por lo que he descrito como ?El caballo de Troya de la Universidad espa?ola?, con los resultados que se est¨¢n comprobando con harta frecuencia? Perm¨ªtame, por una vez, esta ?suposici¨®n?.
El se?or Gimbernat, apoy¨¢ndose en el gran Leonardo da Vinci -estudiado tambi¨¦n por Freud- ?supone? que ?el se?or Llavero pone de manifiesto la notable inseguridad que tiene de s¨ª mismo ... ? ?Qu¨¦ buen ojo cl¨ªnico tiene este penalista, a pesar de que no le conozco ni de vista! Espero que tenga mejor ?sentido cl¨ªnico? para las cuestiones profesionales.
Debo a?adir, sin embargo, que, bien miradas las cosas, el se?or Gimbernat tiene su parte de raz¨®n, si la inseguridad se refiere a los problemas de conocimiento, a la b¨²squeda de la verdad, sea cual fuere su naturaleza. Precisamente esa inseguridad es inherente a esas ?pen¨²ltimas palabras?, que caracterizan el verdadero conocimiento, el pensamiento cient¨ªfico. Pido al Sumo Hacedor que esta inseguridad, esta inquietud me la conserve y, si es posible, que me la acreciente, hasta el final de mi peregrinaci¨®n por este mundo que nos ha tocado vivir, tan poblado de perturbados y guiados por impulsos fan¨¢ticos. Al mismo tiempo que me libre de la seguridad de los ?iIuminados?, de los dogm¨¢ticos y escotomizados en el campo del saber y conocer; que me recuerde siempre la humildad a que obliga, insisto, estas otras realidades inmanentes: las ciencias siempre hablan con ?pen¨²ltimas palabras?, al mismo tiempo que las ?ideolog¨ªas pol¨ªticas? suelen apartar al estudioso de la verdad de la cosa, porque son proclives a prostituir las v¨ªas del verdadero conocimiento.
(*) Seg¨²n mis noticias, todav¨ªa no confirmadas con exactitud, ?parece ser? -y con tal reserva debe acogerse- que en las estad¨ªsticas de Kinsey muchos probandos proced¨ªan del ej¨¦rcito americano; tambi¨¦n ?parece ser? que en aquella ¨¦poca una de las eximentes para librarse del servicio militar activo era precisamente la homofilia.
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