Las centrales nucleares del Plan Energ¨¦tico
A estas horas deber¨ªan haber quedado ya muy atr¨¢s las consideraciones de urgencia publicadas tras la aprobaci¨®n por el Consejo de Ministros del Plan Energ¨¦tico Nacional con una profusi¨®n que daba fe no s¨®lo de la importancia que la prensa conced¨ªa al Plan como pieza decisiva de nuestra recuperaci¨®n econ¨®mica (o, por el contrario, de nuestro definitivo estancamiento en el caso de resultar inadecuado), sino tambi¨¦n de la expectaci¨®n por conocer el desenlace de una rocambolesca historia que, iniciada en la m¨¢s estricta intimidad en los gabinetes del Ministerio de Industria, terminar¨ªa tras las consabidas fugas, mutuas recriminaciones y comisiones de rigor en la primera crisis de nuestro primer Gobierno democr¨¢tico.Habr¨ªa que proceder a un an¨¢lisis de dicho Plan, de sus l¨ªneas maestras, de los modelos empleados para desarrollarlas y, muy especialmente, de los datos de partida utilizados (recursos disponibles, proyecciones de consumo-demanda, precios de los combustibles, escalaci¨®n de estos precios, etc¨¦tera) tan s¨®lo conocidos por ahora a trav¨¦s de fugas deliberadamente controladas que en algunos casos Son verdaderos globos-sonda lanzados en forma de bulos ?a ver que tal sienta ?.
Este es el caso, por ejemplo, de las tres unidades nucleares de mil megavatios, cada una, que ser¨¢n agraciadas con el permiso de construcci¨®n de entre las ocho que ya tienen autorizaci¨®n previa. Es de suponer, por lo que tiene de l¨®gico, que el rumor de que UNESA est¨¦ procediendo a una evaluaci¨®n de las inversiones ya realizadas en estas ocho centrales para establecer prioridades, sea cierto, pero, se est¨¢ teniendo en cuenta el coste de las cancelaciones no s¨®lo en cuanto a su valor propio, sino al de su valor multiplicativo en equipos que la industria nacional deja de fabricar, en proyectos que deja de dise?ar? Y referente a los cinco grupos no seleccionados, ?se debe interpretar que sus autorizaciones de construcci¨®n quedan diferidas o se cancelan definitivamente?
?C¨®mo encaja, dentro de este programa de evaluaci¨®n. si es que existe. el que por Radio Nacional de Espa?a se den un d¨ªa los nombres de Sayago. Vandell¨®s (II) y Valdecaballeros (1), como los de las centrales escogidas, noticia parcialmente recogida al d¨ªa siguiente por la prensa y, en ning¨²n caso. ratificada o desmentida por la Administraci¨®n?
En las oficinas t¨¦cnicas de los fabricantes, en los despachos de Ingenier¨ªa. mientras tanto, se juega una absurda quiniela en cifras de cancelaci¨®n, reducci¨®n de la, cartera de pedidos, reestructuraci¨®n de plantilla (despidos), en funci¨®n de esos, mismos tres nombres tan alegremente barajados en ocasiones. ?Qui¨¦n asegura a la industria nuclear espa?ola que se est¨¢n teniendo en cuenta los criterios correctos que permitan su supervivencia? ?Qui¨¦n le asegura que en esa evaluaci¨®n interviene ?alguien? que conozca lo que para esa industria representa escoger la tecnolog¨ªa alemana, o del agua en ebullici¨®n?
Pero. ?existe esa industria nuclear en nuestro pa¨ªs? Parece que muchos, incluidos algunos altos cargos de la presente Administraci¨®n, lo ponen en duda (tal vez por pertenecer a campos en el que somos tan ?poco? dependientes como el petrol¨ªfero) y afirman que todas nuestras centrales est¨¢n sometidas ?a control exterior?.
Es verdad que carecemos de una tecnolog¨ªa b¨¢sica, de aquella que produce el suministrador principal, pero, a¨²n as¨ª, el 84% del coste total, pr¨®ximo a los 50.000 millones de pesetas cada una, de las centrales nucleares que ahora se van a autorizar se quedar¨¢ en nuestro pa¨ªs como pago de construcci¨®n nacional. de equipos fabricados por suministradores nacionales y de servicios provistos por ingenier¨ªas nacionales que realizar¨¢n en este ¨²ltimo caso cerca del 100% de la Ingenier¨ªa que antes se realizaba en el extranjero.
S¨ª el desarrollo de esta y otras tecnolog¨ªas b¨¢sicas es la base de la independencia econ¨®mica, financiera y, por tanto, pol¨ªtica, a la que debiera aspirar nuestro pa¨ªs. Independencia que, en el campo nuclear, deber¨ªa estructurarse en dos fases. La primera, pr¨¢cticamente al alcance de la mano, mediante el dominio total del dise?o y construcci¨®n de las centrales de producci¨®n de energ¨ªa el¨¦ctrica de origen nuclear, objetivo que se concreta en la constituci¨®n de un suministrador principal nacional, sociedad que vendr¨ªa a sustituir progresivamente a las compa?¨ªas extranjeras que hasta ahora vienen aportando su tecnolog¨ªa b¨¢sica.
Disponemos de las instalaciones de fabricaci¨®n de equipo, disponemos de los medios humanos. Tan s¨®lo queda el elegir con extremo cuidado al originador de la licencia y, claro est¨¢, la voluntad pol¨ªtica de llevar a cabo este proyecto. El segundo paso, el definitivo, es el de dominar todo el cielo de combustible desde la Investigaci¨®n miner¨ªa, que ya realizaba la JEN, al enriquecimiento, pasando por la fabricaci¨®n del combustible nuevo, ya en proyecto, y el reprocesamiento del combustible gastado, todo ello, no con el fin de convertirnos en una ?potencia at¨®mica?, esto es, la que tiene la bomba, sino para llegar a un grado avanzado de independencia energ¨¦tica.
Para el logro de estos objetivos, algunos, con esa superficialidad irritante que comienza a ser constante de nuestra vida pol¨ªtica, han antepuesto a la reflexi¨®n sobre cu¨¢les deber¨ªan ser las etapas, los plazos y los medios para alcanzarlos, el recurso f¨¢cil a una noci¨®n, tal vez muy rentable desde el punto de vista de la recogida de votos, pero de dudosa eficacia, considerando la estructura actual de la empresa p¨²blica, como es la de nacionalizaci¨®n. ?Qu¨¦ nacionalizaci¨®n?, nos preguntamos. Es de esperar que nadie, en la situaci¨®n presente, y sin prejuzgar el futuro, confunda nacionalizaci¨®n con independencia tecnol¨®gica. As¨ª, y a t¨ªtulo de ejemplo, se dala situaci¨®n de que, hoy por hoy en Espa?a, no son precisamente los proyectos de las centrales nucleares en los que interviene el Estado aqu¨¦llos en los que se est¨¢ dando una mayor participaci¨®n nacional en la ingenier¨ªa y dise?o. No olvidemos que quien desarrolla un proyecto tiene un gran poder, a trav¨¦s de la redacci¨®n de sus especificaciones y sus evaluaciones t¨¦cnicas, sobre qui¨¦n suministra el equipo de la central. Una nacionalizaci¨®n mal planteada que se centrase ¨²nicamente en los actuales organismos del Estado con olvido del resto de los recursos humanos y tecnol¨®gicos existentes llevar¨ªa as¨ª a la amarga contradicci¨®n de devolver a la tecnolog¨ªa extranjera muy importantes parcelas ya conquistadas en Espa?a.
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