As¨ª lleg¨® la primavera
?Un d¨ªa, Novotny ley¨® en Cuestiones del leninismo que se puede considerar construido el socialismo cuando la colectivizaci¨®n de las granjas alcanza al 90% del total de las que existen en un pa¨ªs. Aprovechando que el quince aniversario de la liberaci¨®n de Checoslovaquia estaba cerca, decidi¨® colectivizar todo el sector agr¨ªcola y as¨ª pudo a?adir al nombre de Rep¨²blica Checoslovaca el calificativo de socialista. ? Este comentario, hecho por un checo en las cercan¨ªas del castillo de Praga, residencia del presidente checo, parece s¨®lo un chiste: un divertido juego entre realidad y fantas¨ªa. Sin embargo, es cierto. Que la fuente de inspiraci¨®n de Novotny fuese la lectura de Cuestiones del leninismo es lo ¨²nico que no se puede comprobar. Todo lo dem¨¢s es cierto.Por aquel entonces, a?o 1960, Checoslovaquia pasaba por el peor momento econ¨®mico de su historia reciente. El que hab¨ªa sido uno de los pa¨ªses m¨¢s pr¨®speros de Europa ten¨ªa estancada su econom¨ªa y el nivel de vida de sus ciudadanos comenzaba a descender. Las medidas econ¨®micas eran dictadas en funci¨®n de la pol¨ªtica, y, consecuentemente, el sistema carec¨ªa de la m¨¢s m¨ªnima flexibilidad.
La vida pol¨ªtica en Checoslovaquia marcha, al principio de los sesenta, sin grandes sobresaltos. En el terreno laboral, la calma es total desde las revueltas obreras de Pilsen y Ostrava, a comienzos del verano del 53. En el campo intelectual, los primeros s¨ªntomas de que algo comienza a cambiar se producen en el segundo congreso de los escritores checoslovacos de 1956. Mal que bien, Novotny logra acallar sus demandas de libertad de expresi¨®n. Sin embargo, un grupo de entonces j¨®venes intelectuales empieza a hacerse sentir. Comienza a hablarse del camino checoslovaco hacia el socialismo. Entre aquellos j¨®venes se encontraba Karel Kosik, posiblemente la figura intelectpal checoslovaca m¨¢s conocida actualmente en Occidente.
Hoy Kosik vive alejado forzosamente de su c¨¢tedra de filosof¨ªa. Particularmente, ense?a a un n¨²mero reducido de alumnos que van a visitarle a su casa: un soleado ¨¢tico lleno de libros en lo alto de Praga. Vigilado, de cuando en cuando, por la polic¨ªa, Kosik procura mantenerse en la legalidad m¨¢s estricta. Aunque se le presume partidario, no estamp¨® su firma en el documento Carta 77.
La ca¨ªda de Novotny
Mientras Novotriy prosigue la t¨ªmida dese stalinizaci¨®n, la econom¨ªa entra en su m¨¢s completa crisis. Un grupo de economistas nuevos comienza, ya a principios de los sesenta, una cr¨ªtica a fondo del funcionamiento del sistema. Para ellos, la f¨®rmula para salir del estancamiento y recuperar el nivel de vida consiste en disociar la econom¨ªa del aparato estatal e introducir el concepto de rentabilidad y una cierta idea de competencia en el funcionamiento de las empresas.
Toda esta serie de cr¨ªticas reformistas son las que, con casi una d¨¦cada de antelaci¨®n, van configurando el esp¨ªritu de lo que vendr¨ªa a ser la primavera de Praga.
El conflicto entre la intelectuafidad y el equipo dirigente que preside Novotny contin¨²a latente hasta el mes de junio de 1967. Es entonces cuando se re¨²ne el cuarto congreso de la Uni¨®n de Escritores. Las intervenciones reclamando una aut¨¦ntica democratizaci¨®n del r¨¦gimen se suceden. Tres escritores que se han destacado por sus intervenciones -entre ellos el popular novelista Ludvik Vaculikson expulsados del Partido Comunista. El semanario Literarni Noviny -¨®rgano de la Uni¨®n de Escritores y con sus 250.000 ejemplares uno de los de mayor tirada del pa¨ªs- es puesto bajo control gubemamental.
Los ataques a Novotny se suceden. El hombre que presid¨ªa el pa¨ªs y el partido desde 1953 perder¨¢ su primera batalla el 5 de enero de 1968. Los partidarios de Dubcek ven¨ªan sugiriendo -cada vez con mayor vehemencia- la necesidad de separar en dos personas distintas los liderazgos del partido y del Estado. El 5 de enero, tras largu¨ªsimas discusiones, Alexandre Dubcek es nombrado secretario general del Partido Comunista. Por primera vez un eslovaco accede a este cargo. Los sovi¨¦ticos ven el nombramiento con buenos ojos.
Dubcek entra con fuerza en el cargo. Mientras se celebra el veinte aniversario de la llegada de los comunistas al poder, Dubcek, rodeado de un grupo de intelectuales comunistas, entre los que predomina un cierto talante liberal, elabora el programa de acci¨®n del partido.
De los peque?os c¨ªrculos intelectuales, la discusi¨®n salta a la calle. El 20 de marzo, en el parque Fucik de Praga, Dubcek y cuatro hombres de su equipo (el escritor Goldst¨¹cker, el economista Ota Sik y los pol¨ªticos Husak y Sinrkovsky) celebran un debate p¨²blico que durar¨¢ siete horas. Se trata de buscar un di¨¢logo con los asistentes para discutir el programa de acci¨®n que han venido preparando. Un praguense, que por aquel entonces era un joven universitario, recuerda diez a?os despu¨¦s aquel d¨ªa: ?Antes de esta reuni¨®n se hab¨ªa celebrado otra, m¨¢s restringida. La sala era demasiado peque?a. Aquel d¨ªa se hab¨ªan abierto dos naves del Palacio de Exposiciones. No s¨¦ cu¨¢ntos est¨¢bamos all¨ª ... Quiz¨¢ fu¨¦semos 15.000 ¨® 20.000 ... No lo s¨¦ exactamente. La mayor¨ªa ¨¦ramos j¨®venes. Para todos fue una experiencia muy curiosa, muy reveladora, que nos hizo comprometemos con el proceso pol¨ªtico que se estaba llevando a cabo. Era la primera vez que ten¨ªamos a los dirigentes al alcance de nuestra mano. Hasta entonces, s¨®lo los hab¨ªa visto por televisi¨®n y me hab¨ªan parecido r¨ªgidos y ceremoniosos. Los pol¨ªticos no me interesaban... Como la mayor¨ªa, fui al parque Fucik por curiosidad. Era algo nuevo y, por tanto, merec¨ªa la pena. Cuando me di cuenta de lo que realmente era la reuni¨®n, me qued¨¦ asombrado: ?Hab¨ªan venido para consultarnos!?
Nace la primavera
Aquel 20 de marzo muchos checoslovacos se reconciliaron con su r¨¦gimen. Hasta entonces, el presidente Novotny iba quedando m¨¢s y m¨¢s aislado. La recientemente liberalizada prensa era una continua plataforma de discusi¨®n. Por primera vez los checos encontraban noticias interesantes en sus peri¨®dicos. Fue a trav¨¦s de ellos como llegaron a conocer que ciertos sectores del Ej¨¦rcito hab¨ªan previsto la eventualidad de un golpe mientras se celebraban, en el mes de diciembre anterior, las reuniones del partido que defenestrar¨ªan a Novotny de su cargo de secretario general. A finales de marzo, Novotriy abandona la presidencia, alegando ?razones de salud?.
Por aquel entonces, los checos comienzan a conocer con detalles la historia de su reciente pasado. ?Yo creo que hab¨ªa algo de terap¨¦utico en aquellas ansias de informaci¨®n?, afirma hoy un intelectual checo que roza ya los cuarenta a?os.
Los peri¨®dicos investigan a fondo sobre el proceso Slansky. De la prensa, el tema salta al Comit¨¦ Central del partido. Es precisamente un eslovaco, Gustav Husak -el hombre en quien los rusos confiar¨¢n el pa¨ªs cuando comience la normalizaci¨®n impuesta por los tanques- el que encabezar¨¢ el ataque a Novotny. Husak ha conocido las prisiones del estalinismo y sabe bien de la complicidad de Novotny en los abusos de aquella era. Gracias a su intervenci¨®n, Novotny ser¨¢ expulsado del Partido Comunista. ?Husak era un ortodoxo convencido y sincero, con unas grandes ansias de poder. El nunca pens¨®, ni deseaba, unas reformas en profundidad. Cre¨ªa que Dubcek era un ingenuo. Estaba convencido de que no se pod¨ªa hacer nada sin el consentimiento del Krenilin?, explica hoy Zdenek Mlynar, uno de los secretarios del partido durante aquella primavera y actualmente exiliado en Viena, despu¨¦s de que el mismo Husak le persiguiera por haber frinado el documento Carta 77.
La vacante dejada por Novotny en la presidencia es cubierta por el general Ludvik Svoboda, el hombre que organiz¨® durante la segunda guerra mundial las fuerzas militares checas que combatieron desde Polonia y la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Siendo uno de los pocos oficiales que ya desde los a?os veinte defend¨ªa ideas de izquierdas, Svoboda no comenz¨® a militar en el partido hasta despu¨¦s de 1948. Retirado de la vida pol¨ªtica en la ¨¦poca de Gottwald, Svoboda no reapareci¨® p¨²blicamente hasta finales de los a?os cincuenta, cuando en una visita a Checoslovaquia, Kruschev, abandonando el protocolo, se empe?¨® en ir a saludar al viejo general que hab¨ªa conocido en la guerra. Desde entonces, Svoboda abandon¨® su retiro y comenz¨® a ocupar algunos puestos de relativa importancia pol¨ªtica.
Svoboda era posiblemente el hombre ideal para el proceso pol¨ªtico que se estaba llevando a cabo. Al igual que Dubcek, era un hombre bien visto por los rusos. Sin embargo, pronto comenzar¨ªan los problemas. La publicaci¨®n de los nuevos estatutos del partido levantar¨ªa las primeras reticencias sovi¨¦ticas. Los pa¨ªses vecinos, por su parte -y especialmente la Alema nia Democr¨¢tica de Ulbricht y la Polonia de Gomulka-, comenza ron a ponerse nerviosos, Las reformas de Checoslovaquia pod¨ªan in ducir reivindicaciones populares de alemanes y polacos. La situaci¨®n iba poni¨¦ndose peligrosa.
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