La deuda p¨²blica, instrumento olvidado de pol¨ªtica econ¨®mica
Si un inversor pide consejo sobre d¨®nde colocar su dinero, con muchas probabilidades la compra de t¨ªtulos de deuda p¨²blica estar¨¢n ausentes en la lista de propuestas. La deuda p¨²blica aparece como una gran desconocida. Ese desconocimiento se lo ha ganado a pulso el propio Estado mediante una pol¨ªtica de emisiones que tradicionalmente ignor¨® los principios en que debe basarse la deuda p¨²blica.
Su origen se remota muchas d¨¦cadas atr¨¢s, pero su paradigma se halla en las t¨¦cnicas de monetizaci¨®n de la deuda -se emite papel del Estado a tipos artificiales, pero se compensa a sus suscriptores, fundamentalmente bancos, autorizando a que mediante su pignoraci¨®n, puedan conseguir, de forma autom¨¢tica, cr¨¦ditos del banco central en una proporci¨®n elevada del nominal de los t¨ªtulos, o de colocaci¨®n forzosa mediante coeficientes legales de inversi¨®n -las instituciones crediticias est¨¢n obligadas a destinar un porcentaje de sus dep¨®sitos, entre el 10 y el 20%, a suscribir deuda p¨²blica. El primero de ambos sistemas desapareci¨® al final de la d¨¦cada de los cincuenta; el segundo pervive, a pesar de la reforma del sistema financiero iniciada en julio de 1977.Si continuara el proceso de reforma en este campo se dar¨ªa un gran paso hacia la consolidaci¨®n de un important¨ªsimo instrumento de pol¨ªtica econ¨®mica. La pol¨ªtica de deuda p¨²blica constituye, en su aspecto de emisi¨®n, un poderoso instrumento de financiaci¨®n del sector p¨²blico, complementario de la recaudaci¨®n impositiva. Pero, adem¨¢s, a trav¨¦s de su manejo en el mercado secundario, es una v¨ªa eficaz de actuaci¨®n para la pol¨ªtica monetaria, ya sea mediante sus efectos sobre la cantidad de dinero existente en cada momento en el sistema crediticio, ya sea mediante las variaciones en la estructura de tipos de inter¨¦s inducidas por los cambios en el precio de los t¨ªtulos p¨²blicos derivados de la intervenci¨®n del banco central.
De ah¨ª la importancia que la deuda p¨²blica tiene en los mercados de valores de los pa¨ªses m¨¢s desarrollados financieramente y cuyos ejemplos m¨¢s conocidos son Estados Unidos y Gran Breta?a. En Espa?a, las dos ¨²ltimas emisiones realizadas por el Tesoro parecen indicar un cambio respecto a pr¨¢cticas anteriores. En diciembre de 1977 se emitieron 20.000 millones de pesetas a un tipo de inter¨¦s neto del 10,25% y a un plazo de 10 a?os, con amortizaciones por sorteo a partir del cuarto a?o. En junio ¨²ltimo se hizo una emisi¨®n de 10.000 millones, a cinco a?os, con amortizaci¨®n total al final del per¨ªodo. Ambas emisiones han sido bien acogidas por el p¨²blico en general. En el cuadro se ve la distribuci¨®n por suscriptores de la primera de ellas (no parece que la distribuci¨®n de la segunda emisi¨®n sea muy diferente, salvo para acentuar las participaciones relativas de los particulares y del sector seguros).
?Cu¨¢l puede ser el futuro de la deuda p¨²blica? Salvo un salto atr¨¢s, que parece impensable, la deuda est¨¢ abocada a convertirse en un instrumento importante de la pol¨ªtica financiera del Estado en su doble aspecto de fuente de ingresos y de canal para la pol¨ªtica monetaria del Banco de Espa?a. Algunos de los requisitos m¨ªnimos que en opini¨®n de expertos calificados debe reunir son los siguientes:
1. Coordinar la pol¨ªtica de emisi¨®n de todos los entes p¨²blicos que recurren al mercado. La situaci¨®n actual, en la cual el Tesoro, el INI y sus empresas y alg¨²n banco oficial emiten en condiciones frecuentemente contrapuestas y en declarada competencia es insostenible y peligrosa.
2. Coordinaci¨®n no significa centralizaci¨®n. Parece claro que los diferentes entes auton¨®micos y no pocas corporaciones locales y provinciales deber¨¢n recurrir al mercado. Este hecho no deber¨ªa convertirse en ocasi¨®n para competencias absurdas en un mercado que, debidamente tratado, tiene recursos potenciales muy importantes.
3. Esas posibilidades podr¨ªan menguarse si los diversos entes emisores, y muy especialmente el Tesoro, no cuidan ciertos detalles de su pol¨ªtica de deuda. Entre ellos merece destacarse los siguientes: la conveniencia de emitir a plazos diferentes en funci¨®n de las necesidades de la gama de potenciales inversores y la necesidad de montar sistemas de colocaci¨®n alternativos -tales como las subastas o los consorcios de aseguramiento- o complementarios al actual de ventanilla.
4. Todas esas condiciones son necesarias, pero no suficientes, para asegurar el ¨¦xito y la aceptaci¨®n de una pol¨ªtica de deuda p¨²blica. La clave reside en la existencia de un mercado secundario eficaz.?Se trata nada m¨¢s y nada menos, de asegurar al inversor en t¨ªtulos del Estado que en todo momento podr¨¢ desprenderse de sus valores. Ello no quiere decir que se le promete que va a vender al mismo precio que suscribi¨® o compr¨®, pero s¨ª que, con una p¨¦rdida o ganancia m¨ªnima, ser¨¢ capaz de convertir en dinero su t¨ªtulo de deuda p¨²blica.
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