El gran Marruecos, un sue?o nacional-fascista
La base de la argumentaci¨®n marroqu¨ª -y de Goytisolo- est¨¢ en los pretendidos e inagotables derechos hist¨®ricos sobre buena parte de Africa del Noroeste, recogidos y formulados por Allal El Fassi, l¨ªder del Istiqlal. Esta manifestaci¨®n ex pansionista procede -mezcla de sue?o y ambici¨®n- de una parte importante de la burgues¨ªa nacionalista marroqu¨ª, que hall¨® en las imprecisiones. de la historia la clave de su expansi¨®n y hegemon¨ªa. Aunque la monarqu¨ªa quiso ser la enterradora de los fervores -y peligros- nacionalistas (?qui¨¦n liquid¨® al Ej¨¦rcito Nacional de Liberaci¨®n despu¨¦s de la operaci¨®n Ecouvillon?) hubo de asumirlos, a su manera, por su propia supervivencia. Fracasadas las experiencias reivindicativas sobre Argelia (guerra de octubre de 1961) y contra la Rep¨²blica Isl¨¢mica de Mauritania, los esfuerzos se orientaron a desquitarse a base de las posesiones de Espa?a en la regi¨®n.La grotesca ?marcha verde?
Las reivindicaciones sobre el Sahara occidental est¨¢n desprovistas de fundamento hist¨®rico y quiebran en lo pol¨ªtico, pero fueron realimentadas por la retrocesi¨®n de la ?zona sur del protectorado ? (que no tiene nada que ver con el Saguiet el Hamra y R¨ªo de Oro) y que tampoco hab¨ªa correspondido nunca a Marruecos. Del irredentismo hist¨®rico al expansionismo fascista, no hay m¨¢s que un paso y a mi juicio, se consigui¨® dar con la invasi¨®n armada del Sahara occidental. Aqu¨ª se ha revelado di¨¢fanamente la potencialidad fascista del sue?o de El Fassi, y tambi¨¦n en las frecuentes amenazas y bravatas sobre territorios de Argelia y Mali, (por razones obvias, pero que interesar¨ªa que se nos explicaran, las reivindicaciones sobre Mauritania est¨¢n en el congelador). Del nacionalismo rom¨¢ntico e interesado se ha pasado a un subimperialismo expansionista que conviene frenar a todos los pueblos de la zona. Recuperar a base de bombardeos con napalm y otras lindezas unos territorios evolucionados pol¨ªticamente no puede calificarse de otro modo. De todos modos convendr¨ªa saber, para enjuiciar debidamente sus fervores, c¨®mo es el mapa del Marruecos hist¨®rico que Goytisolo propugna, incluyendo sus opiniones sobre Mauritania.
En cuanto al clamor popular sobre el Marruecos hist¨®rico me voy a permitir dudar absolutamente a la vez que me reafirmo en la tristeza que me inspiraba la grotesca marcha verde, esencialmente igual a las demostraciones de la plaza de Oriente y b¨¢sicamente manipulada por el aparato publicitario real, una vez que Kissinger, Rabat y Madrid convinieron en que era la forma m¨¢s adecuada de liquidar con honra el asunto. En un pa¨ªs como Marruecos, de explotaci¨®n salvaje del trabajador, de feudalismo econ¨®mico y de ausencia de libertades pr¨¢cticas lanzar al pueblo a aventuras expansionistas, por muy ?hist¨®ricas? que se presenten, no puede hacerse sino con el enga?o descarado y opresivo tan familiar en nuestros pagos. Est¨¢ claro que son los problemas interiores los que preocupan al r¨¦gimen; para neutralizarlos, el ?gran Marruecos? resulta extremadamente ¨²til.
Los prejuicios colonialistas, para quien los tenga
Ni que decir tiene que comparto todas y cada una de las aseveraciones dirigidas contra los colonialistas espa?oles y la: miop¨ªa euroc¨¦ntrica de los partidos obreros espa?oles de antes y despu¨¦s de 1931. Pero Goytisolo descarga sobre, ¨¦stos, innecesariamente, gran parte del peso de sus argumentaciones; estamos de acuerdo, pero nada de esto tiene que ver con el tema que nos ocupa, que es la validez o no de la causa saharaui y la justificaci¨®n o no de las pretensiones marroqu¨ªes. Poco tiene que ver en esto lo que dec¨ªa Largo Caballero o dicen Gonz¨¢lez y Azc¨¢rate (estos personajes dicen lo que haya que decir y dejar¨¢n de decirlo cuando haya que dejar de decirlo: la seriedad pol¨ªtica no va por ah¨ª).
La reconstrucci¨®n del Estado hist¨®rico desmembrado por la intervenci¨®n europea, a base de no contar con la voluntad de sus habitantes, en contra de lo que opina Laraui, significa ahora una operaci¨®n fascista-expansionista que solamente un Istiqlal estimulado por la gran burgues¨ªa, unos partidos de izquierda sin bases y humillados constantemente por el trono y un monarca que se juega a esta carta su supervivencia pueden promover. No veo al pueblo por ninguna parte en toda esta fanfarria colorista, amenazante y exultante y s¨ª veo la misma miseria de hace cinco a?os y las c¨¢rceles ocupadas por izquierdistas y revolucionarios (con y sin partido) que se niegan a jugar el juego nacionalista y suelen apoyar la causa saharaui.
No es la unidad marroqu¨ª la que se ventila en este conflicto sino, en definitiva, la afirmaci¨®n de un statu quo social y pol¨ªtico en un Marruecos que juega un papel fundamental en la estrategia imperialista de Occidente, especialmente en el marco de la OTAN. Se trata de un sistema reaccionario que secuestra al pueblo con pretextos fraudulentos y supone un peligro constante para otros pueblos del ¨¢rea. Y aqu¨ª no voy a excusar a Argelia (cuyo r¨¦gimen me resulta notablemente m¨¢s simp¨¢tico que el de Marruecos), que act¨²a movida por el mismo imperativo del equilibrio en la regi¨®n, pero rehuso claramente el situar el problema saharaui en un duelo entre los Estados argelino y marroqu¨ª.
Mal que pese, Marruecos juega, a nivel internacional, el papel reaccionario y Argelia, el progresista; y esto no lo van a impedir las variaciones goytisolianas sobre progresismo y reacci¨®n, generalmente conceptos de sentido com¨²n (pol¨ªtico). Apoyar un movimiento pol¨ªtico emancipador surgido de una situaci¨®n colonial y estructurado y definido en una guerra contra ocupantes colonialistas, primero, y neocolonialistas despu¨¦s, resulta bastante digno, incluso sabiendo cu¨¢l es el inter¨¦s material que Argel tiene en el tema. Los movimientos revolucionarios tercermundistas han necesitado ayuda -y la han obtenido casi siempre- en pa¨ªses amigos, pr¨®ximos o lejanos.
El tema, como casi todo, es opinable; pero mi definici¨®n del conflicto no es, desde luego, ?choque de dos nacionalismos opuestos?, sino aparici¨®n de un movimiento de liberaci¨®n popular y antiimperialista opuesto al expansionismo marroqu¨ª y ayudado en la revoluci¨®n argelina. Sus or¨ªgenes no son los que se?ala, muy simplistamente, Goytisolo -deseo franquista y est¨ªmulo argelino- sino que obedecen a factores culturales, pol¨ªticos, geogr¨¢ficos y, desde luego, hist¨®ricos.
El nacionalismo po¨¦tico de los adheridos a causas expansionistas forzosamente es contradictorio y adolece de enfoques absolutos que no pueden servir. Los problemas que suscita la cuesti¨®n saharaui son sustancialmente pol¨ªticos, puesto que hay que admitir la voluntad de un pueblo y la naturaleza de dos reg¨ªmenes diferentes, en una estrategia amplia de potencias e intereses en la zona. ?C¨®mo no hablar de Francia, USA, URSS, de el Estrecho, el Mediterr¨¢neo, la OTAN, etc¨¦tera?. ?C¨®mo va a reducirse todo a la tirria argelino-marroqu¨ª, sin dar a los saharauis el peso debido y sin reconocer el inter¨¦s de Occidente en un Marruecos configurado pol¨ªticamente como en la actualidad?
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