La verdadera cara de Euskadi
Democracia Crisitana Vasca
La imagen que representaba al vasco como hombre serio, trabajador y honrado, al mismo tiempo que amante de la buena mesa y de la m¨²sica, empieza a ser sustituida con notoria distorsi¨®n de la realidad, por otra que nos describe despectivamente como an¨¢rquicos, violentos y hasta sanguinarios.
Ese cambio no puede atribuirse tan s¨®lo a los dolorosos acontecimientos que estamos viviendo. Influyen tambi¨¦n, no pocas veces, el desconocimiento profundo de nuestras realidades, la ausencia de informaci¨®n veraz, la interpretaci¨®n equivocada y el juicio fr¨ªvolo y superficial.
El hecho es que ha empezado a extenderse, por toda la geograf¨ªa ib¨¦rica, una amplia corriente de opini¨®n antivasca, que constituye una injusticia y un gran error.
Los vascos, entre cuyos defectos no est¨¢ la falta de realismo, cada vez estamos m¨¢s convencidos del largo calvario que nos espera antes de liberarnos de la traged¨ªa que nos atenaza, con sus secuelas de miedos, angustias y odios fratricidas. Y la tragedia nunca puede inspirar desprecio, sino compresi¨®n y sofidaridad. Y si esto parece excesivo, cuando menos, respeto.
Nuestro drama no se ha desencadenado casualmente, por simple capricho del destino. Tiene unos antecedentes que casi fatalmente ten¨ªan que conducimos a la ca¨®tica situaci¨®n en que nos encontramos.
En efecto, no puede atribuirse a la casualidad que la idea de la in dependencia brotara por vez primera en la mente de un vasco apenas promulgada la ley Abolitoria de los Fueros, que supon¨ªa el final de nuestras ancestrales libertades, ni que ETA surgiera en el momento hist¨®rico de mayor opresi¨®n cultural y pol¨ªtica, cuya ferocidad y sa?a puso en peligro la pervivencia de- nuestros m¨¢s ele mentales y genuinos valores, sin olvidar el agravio inferido a gui puzcoanos y vizca¨ªnos al llamamos indiseriminadamente, por v¨ªa de decreto, traidores.
Quienes propugnamos la permanencia del Pa¨ªs Vasco peninsular en Espa?a nos consideramos asistidos del derecho de recordar a todos los espa?oles las graves injusticias y errores pol¨ªticos cometidos por el absorbente centralismo, no s¨®lo en el pasado remoto, sino tambi¨¦n, y sobre todo, en el reciente. Porque la ola de violencia y sangre que no s ahoga es en grand¨ªsima parte una consecuenci¨¢ de los mismos. Con ello no tratamos de justificar unos actos que siempre hemos condenado; nos limitamos a poner de manifiesto algunas de sus causas.
Injusticias y errores
Es preciso tener presente que los j¨®venes exaltados que hoy son causa de zozobra y consternaci¨®n generales con sus algaradas callejeras, ayer sufr¨ªan injurias, vejaciones y una dura represi¨®n a manos de quienes se arrogaban la exclusiva representaci¨®n de Espa?a, por,desarrollar actividades que ya est¨¢n consagradas como derechos fundamentales del ser humano.
Estas fueron las circunstancias en que surgi¨® la acci¨®n de ETA. Las que procuraron a sus indefendibles actuaciones un manifiesto apoyo popular.
Despu¨¦s del 15 de junio, la mayor¨ªa del pa¨ªs cree ver abiertas unas v¨ªas legales para conseguir sus objetivos, con diferencias muy notorias seg¨²n los sectores de opini¨®n, pero todos con derecho a ser o¨ªdos democr¨¢ticamente. Una de las m¨¢s dif¨ªciles tareas asumidas por los partidos pol¨ªticos consiste en convencer a los otros, a los que siguen con las armas en la mano, de que deben integrarse en la v¨ªa democr¨¢tica. Que la simpat¨ªa popular que les apoyaba en su lucha contra la tiran¨ªa se trocar¨¢ en repulsa a medida que avanza el proceso democratizador. Que la m¨ªstica del asalto al palacio de Invierno, fracas¨® hace muchos a?os.
En esta tarea hay empe?ados hombres y partidos que pretenden alcanzar sus objetivos siguiendo caminos y t¨¢cticas diferentes. Pues bien, no faltan voces destempladas que, demostrando una vez m¨¢s su radical incapacidad para comprender el problema vasco, se dedican a hostigar desde Madrid a tales hombres, invit¨¢ndoles a que se dejen de ?hipocres¨ªas y empu?en las armas?, y solicitando declaraci¨®n de ?indignidad? con un esp¨ªritu que recuerda el que en, otros tiempos hizo posible la guerra civil.
Derecho a vivir
Es la voz de los que aseguran que una represi¨®n armada puede en veinte d¨ªas conseguir lo que no consigui¨® en cuarenta a?os...
El pueblo vasco tiene derecho a vivir y seguir la v¨ªa democr¨¢tica, tarea que le incumbe y debe reali zar sin reparar en esfuerzos y sacrificios.
Y a los que desean verdaderamente que dicho camino se siga en el Pa¨ªs Vasco hay que pedirles que no pongan obst¨¢culos, ni con acciones insensatas, como las que ¨²ltimamente hemos padecido, ni con comentarios alucinantes, m¨¢s que por su injusticia por la incomprensi¨®n que revelan.
Es preciso que el calificativo de traidoras a las provincias vascas que se opusieron al franquismo no persista, de hecho, con las diferencias establecidas a favor de las que fueron ?leales?. Es preciso sustituir la imagen inexacta, opresora e injusta de una Espa?a enemiga del pueblo vasco, por la democr¨¢tica y real, la que ama y trabaja, la que nosotros conocemos y amamos co mo vascos espa?oles.
Y para ello es preciso tambi¨¦n que en toda Espa?a se vea la cara real de Euskadi: un pueblo trabajador y honrado, serio en el cumplimiento de sus compromisos, que lucha por el advenimiento de tiempos mejores en que pueda volver a disfrutar en paz de la buena mesa y de la buena m¨²sica. Que quiere ejercitar pac¨ªficamente sus libertades tradicionales, unas libertades que nunca fueron obst¨¢culo a su integraci¨®n en Es pa?a, sino el mejor cimiento de la misma.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.