Tarradellas aspira a presidir la Generalidad auton¨®mica
Entre los dirigentes pol¨ªticos catalanes existe el sentimiento creciente de que el actual presidente de la Generalidad provisional de Catalu?a, Josep Tarradellas, intentar¨¢ resueltamente ser el primer presidente de la Generalidad plena, la que restablecer¨¢ el futuro estatuto de Catalu?a. Meses atr¨¢s esta posibilidad era descartada. Ahora, en cambio, se la da como v¨¢lida en privado, mientras que se evita el considerarla en p¨²blico.
Tres miembros del consejo nacional de Convergencia Democr¨¢tica de Catalunya (CDC), tres miembros del ejecutivo del Partido de los Socialistas de Catalu?a, y dos miembros del comit¨¦ central del Partido Socialista Unificado de Catalu?a, consultados por EL PA?S, afirmaron que cre¨ªan firmemente que Tarradellas intentar¨¢ lograr un nuevo mandato como presidente de la Generalidad. Entre estas personas consultadas figuran dos consejeros de la Generalidad.Ninguno de ellos accedi¨® a ser citado como fuente por su nombre. S¨®lo otro informante -el senador Josep Benet- autoriz¨® a EL PA?S a que su nombre fuese publicado. ?De los actos de Tarradellas -manifest¨® el senador Benet- se deduce clar¨ªsimamente que pretende presentarse para ocupar la presidencia de la Generalidad despu¨¦s de conseguido el estatuto.
Los argumentos de Benet fueron sustancialmente los mismos que expusieron las restantes fuentes. En todos los casos las fuentes manifestaron que Tarradellas lleva a cabo una en¨¦rgica y decidida pol¨ªtica de car¨¢cter electoral, con el fin de aparecer como el hombre de la derecha y la centroderecha catalana.
Las constantes posturas de autoridad de Tarradellas son acogidas con entusiasmo por la derecha sociol¨®gica, que rebos¨® de satisfacci¨®n al ver c¨®mo Tarradellas cesaba fulminantemente al comunista Pere Comas. ?Todos los franquistas votar¨ªan a Tarradellas y en cambio muchos franquistas jam¨¢s votar¨¢n a Pujol?, afirm¨®, un alto dirigente socialista.
Dudosa retirada
Todas las fuentes dan una credibilidad nula a las declaraciones de Tarradellas, que apuntan hacia su no presentaci¨®n. ?Tarradellas -afirm¨® un dirigente del partido de Pujol- tambi¨¦n hab¨ªa dicho que dimitir¨ªa cuando regresara del exilio y no s¨®lo no dimiti¨®, sino que hace todo lo posible para que el estatuto tarde lo m¨¢s posible en ser promulgado -de ah¨ª su inter¨¦s por unas elecciones legislativas- y as¨ª poder convertirse en el hombre de la derecha m¨¢s pura.? A ello cabe a?adir que las manifestaciones de Tarradellas acerca de su permanencia en la vida pol¨ªtica son cada vez m¨¢s matizadas y ambiguas. ?El que yo me retire -declar¨® a Mundo Diario el 24 de agosto- depende de la Comisi¨®n de los Veinte? (que est¨¢ redactando el proyecto de estatuto). La respuesta encierra una fina iron¨ªa, ya que Tarradellas siempre ha mostrado desinter¨¦s y poco aprecio por dicha comisi¨®n, a la cual, desde luego, no considera autorizada para opinar sobre algo tan personal como su retirada de la vida pol¨ªtica.Son muchos los argumentos que dan plena validez al presunto deseo de Tarradellas de permanecer al frente de la Generalidad: el no jugar a favor de ning¨²n delf¨ªn, su guerra de desgaste -llevada a cabo con ¨¦xito- contra los partidos vencedores el 15 de junio, su deseo de preeminencia personal y su inter¨¦s por las comarcas catalanas, expresado de manera claramente electoral.
Esta situaci¨®n provoca un l¨®gico desconcierto entre los partidos pol¨ªticos, los cuales, no obstante, no plantean ning¨²n tipo de batalla p¨²blica ni se ven capaces de imaginar la forma de remontar la pendiente. Ante una opini¨®n p¨²blica desconcertada y confusa como jam¨¢s lo hab¨ªa estado bajo el franquismo tard¨ªo, los partidos conf¨ªan ¨²nicamente en que la p¨¦rdida de prestigio de Tarradellas sea mayor que la que les afecta a ellos.
Hay que precisar que el tema no se plantear¨¢ a trav¨¦s de manifestaciones ni entre los sectores m¨¢s culturalizados y politizados -lo que implicar¨ªa una derrota total de Tarradellas-, sino que la cuesti¨®n deber¨¢ resolverse en el plano electoral. En ese plano, los nombres propios y el carisma del poder -junto con los resortes que ¨¦ste facilita- valen a menudo mucho m¨¢s que las buenas razones y los partidos disciplinados.
Otros candidatos
En cuanto a nombres concretos, la futura lucha electoral catalana se presenta ya descorazonadora. Adem¨¢s de Tarradellas aparece ¨²nicamente como candidato seguro Joan Revent¨®s -por aquello de la alternativa de poder-, mientras que Jordi Pujol vive en el confuso mar que crea un partido dividido, unas relaciones con UCD llenas de altibajos y la imposibilidad de explicar a su electorado que un presidente de la Generalidad puede no ser infalible e incluso llegar a ser criticable. Esto ¨²ltimo aparece como imposible por parte de un partido nacionalista que durante largos a?os se ha cohesionado en torno al carisma de la Generalidad como instituci¨®n que est¨¢ por encima del bien y del mal. Finalmente, el lanzamiento prematuro y posiblemente premeditado de la candidatura de Josep Benet por parte de los comunistas, quit¨® a ¨¦sta la validez popular que pod¨ªa haber tenido.Pocas dudas caben respecto a que Adolfo Su¨¢rez puede elegir a su gusto entre Tarradellas y Pujol, pero que le ser¨¢ m¨¢s f¨¢cil marginar a este ¨²ltimo que no al actual presidente de la Generalidad provisional. El que Tarradellas se retire por voluntad propia y pac¨ªficamente. es algo que, en efecto, vista su indescriptible avidez de poder, es algo que est¨¢ desapareciendo de la mente de los m¨¢s imaginativos.
Hay un argumento -puede decirse que casi el ¨²nico- que, cada vez con menor fuerza, es a¨²n usado por quienes conf¨ªan en una retirada de Tarradellas: la edad, el imperativo biol¨®gico. Al respecto, con fina iron¨ªa, un consejero de la Generalidad, convencido de que Tarradellas no se retirar¨¢, afirm¨®: ?Este argumento puede usarse ahora en favor de Tarradellas, quien cada d¨ªa aparece m¨¢s rejuvenecido por el ejercicio directo y constante del poder. En cambio, Jordi Pujol, enfermo de las v¨ªas urinarias, cada vez aparece en peor estado.? A estas afirmaciones hay que a?adir que el desconcierto psicol¨®gico que Tarradellas llega a causar a los consejeros de la Generalidad es tan grande como peque?a la mella que causan en el presidente de la Generalidad los argumentos de los partidos pol¨ªticos.
Una ¨²ltima postura puede ser comentada. Es la de aquellos que por desconocimiento o voluntad de esconder el tema a la atenci¨®n popular consideran que es prematuro el plantear ahora la cuesti¨®n de la presentaci¨®n de Tarradellas a la elecci¨®n como presidente de la Generalidad. Al respecto, un miembro de la comisi¨®n de los veinte, que redacta el proyecto de estatuto de autonom¨ªa, manifest¨® a EL PA?S: ?Nuestros trabajos est¨¢n condicionados por la evidente voluntad de Tarradellas de presentarse a la elecci¨®n. Los socialistas, junto con la mayor¨ªa de los partidos, est¨¢n convencidos de ello y sus propuestas est¨¢n condicionadas por este tema. Puede, pues, resultar que esta cuesti¨®n, oficialmente inexistente, condicione un texto constitucional que probablemente deber¨¢ regular durante largos a?os a las instituciones auton¨®micas catalanas.? Por todo ello hay que afirmar que, en este caso y siempre, pretender entender los movimientos t¨¢cticos sin una visi¨®n estrat¨¦gica constituye un error que no por ser com¨²n debe ser respetado o compartido.
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